La tez de Cecilia no era buena, ese anillo era una reliquia familiar invaluable. Durante su primer matrimonio, su padre había querido dárselo al padre de Maximilian, pero ella lo evitó
"Él no es el hombre al que amo... Que el padre real lo guarde. Preferiría pasárselo a mis futuros hijos que dárselo a alguien que para mí no significa nada más que un contrato"
Cecilia lo recordaba claramente. Los ojos cansados y tristes que su padre, el difunto rey, mostró ante su negativa, antes de guardarlo.
Duncan vio a la mujer mostrar tristeza y deseó poner los ojos en blanco. Si realmente hubiese amado tanto a su padre, no habría permitido que su hermano fuera en contra de sus últimos deseos, matara al hijo mayor y tomara el trono.
El anterior Rey ya estaba enfermo cuando su segundo hijo comenzó a mostrar sus ambiciones lobunas por el trono; y al no ser decisivo en contra de ninguno de sus tres hijos, solo pudo ser testigo de cómo se intentaban destruir el uno al otro mientras él agonizaba.
Albert le había contado los rumores que circularon en aquellos años.
Alonso se alió junto a Cecilia en secreto para tomar el trono, e incluso la convenció de casarse para ayudarlo.
Y ella le mintió a su padre sobre la razón de su matrimonio para que este lo aceptara.
Se decía que el anterior rey le estaba muy agradecido al entonces Márquez de Argen, pues al llevarse a su hija esperaba mantenerla a salvo de la crueldad de sus hermanos, y lejos de la pelea por el trono.
Quién diría que la princesa ya estaba inmiscuida en esa cruel contienda.
Según los rumores, cuando el anterior rey descubrió las verdaderas razones del matrimonio de su hija y el contrato entre marido y mujer, su salud decayó en gran medida.
Pero Cecilia, en lugar de sentirse culpable, simplemente reveló toda la verdad al anciano rey, y continuó como si nada.
Una mujer que fue tan cruel con el padre que decía amar, y que ahora es tan feroz e inhumana con el hijo que llevó en su vientre... ¿Acaso realmente tiene un corazón?.
Es por ello que Duncan sentía la necesidad de burlarse cada vez que Cecilia decía amarlo.
Los ojos del Duque se tiñeron de desprecio por la mujer frente a él. Una emoción que fue ocultada casi de inmediato.
"Sí. -contestó él, continuando con su actuación- Quería llevarlo hoy por ser un día tan importante, ya que fue dejado por el finado rey. Lo hemos buscado por todas partes y no aparece. Solo lo uso en las ocasiones más especiales, por ello siempre ha estado hasta el fondo de uno de mis joyeros, y no lo he movido hace mucho tiempo.
Cecilia, no comprendo, ¿Cómo es que pudo desaparecer? He revisado y no falta nada más. Si querían robar algo, ¿por qué dejar lo que luce más vistoso y llevarse solo ese anillo?"
La Duquesa tomó el joyero de raso azul que el Duque sostenía en sus manos y sacó todas las piezas de este sobre la cama.
Cualquiera de estas era tan lujosa y de hechura exquisita, que bastaría para comprar una casa en la capital.
Y una idea vino a su mente.
El anillo de su padre parecía muy sencillo, su valor radicaba más en lo sentimental que en el material del cual estaba hecho.
Quien viera todas estas joyas, seguramente pensaría que algo tan llamativo y magnífico sería muy difícil de vender y fácil de identificar, pero no era lo mismo con ese anillo.
"Precisamente, cariño. -Respondió la Duquesa- Es por qué estaba en lo profundo de tu joyero y era la pieza más sencilla, que el ladrón la eligió. Seguramente creyó que nunca te darías cuenta de que este faltaba"
Los ojos implacables de la Duquesa recorrieron a las criadas, llenos de frialdad
"Hablen, ¿Quién se encarga de elegir los accesorios que usará su Excelencia día a día?"
Mily levantó una mano temblorosa
"Yo, su alteza... ¡Pero no lo tomé! ¡Lo juro!"
"Fue... Fue... Amber, sus altezas. Ella antes se encargaba de esta tarea. Mily lleva muy poco tiempo haciéndola" Se apresuró a agregar Kara.
La habitación pareció bajar varios grados de temperatura, en cuando ese nombre fue pronunciado. Y una ligera sonrisa apareció en la comisura de los labios del Duque.
Este era justo el punto al que deseaba llegar. Una excusa para buscarla y apresarla, algo lo suficientemente fuerte como para que Cecilia se lo permitiera.
"¡Esa maldita!... ¡Guardias! ¡Guardias!" Rugió la Duquesa.
Duncan se apresuró a tratar de tranquilizarla antes de que se le ocurriera llamar a los guardias de las sombras. La tomó suavemente de ambos brazos, la miró a los ojos y la convenció con voz tranquila.
"Todo estará bien, Cecilia. Amber era torpe en su trabajo, pero no era una ladrona. Tal vez tan solo se equivocó y lo guardó en otro joyero. Quizás aquel anillo se ha quedado en uno de los que dejé en la mansión del Ducado. No hay que sacar conclusiones precipitadas"
"Pero es que..." La Duquesa tenía una mueca de tristeza en su rostro
"Yo me encargaré de todo, ¿de acuerdo? Enviaré a alguien a que busque ese anillo en mi habitación, y también haré que alguien encuentre a aquella criada para interrogarla. Con lo torpe que es, tal vez realmente solo lo perdió. No te enojes, ¿sí?"
La voz serena, el toque cálido y los ojos dulces del Duque lograron tranquilizar a la Duquesa.
Quien lo abrazó con fuerza y se refugió en el firme pecho de su amado, como si esté fuera su único resguardo.
El actuar de su amado la había hecho sentir tan segura y confiada, como si todo pudiera ser resuelto por el hombre extraordinariamente hermoso frente a ella.
Incluso olvidándose por completo que hasta a hace unos minutos, Duncan era quien parecía estar desesperado por haber extraviado aquel anillo.
Cecilia asintió, y el Duque pasó uno de los cabellos de la Duquesa por detrás de la oreja de esta
"Ahora. Es mejor que nos apresuremos al palacio, de lo contrario llegaremos muy tarde"
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El regreso de la extra
RomanceAmber Vilches, luego de recordar su vida como Han Ji-a, se da cuenta de que tan solo es una extra dentro de una novela, un personaje que únicamente sirvió para marcar de manera trágica la infancia del villano, Maximilian Arges. Un desafortunado vill...