Capítulo 25

1.4K 176 12
                                    



La habitación quedó en medio de un silencio sepulcral, hasta que el Duque salió de su estupor y su rostro se contrajo debido al profundo dolor que sentía. Y sujetando su pecho, las lágrimas corrieron por sus mejillas. De pronto, sintió que la habitación pasaba de tener brillantes colores a tonos sombríos de grises. 

Albert estaba frenético. Ayudo al Duque a llegar a uno de los sofás y se apresuró en busca del médico del ducado.  

"De... Detente..." Resonó la voz ronca y débil del Duque. 

"Su excelencia debo..." 

Duncan negó lentamente, y la habitación volvió a quedarse en silencio. 

"Su excelencia..." Volvió a insistir el mayordomo. 

"Está bien, solo... déjame solo"

El Duque estaba terriblemente pálido, manteniendo el rostro bajo. 

Albert dudó por unos momentos, pero aun así obedeció, dejándolo solo. Jamás lo había visto así al amo y no podía entender que era lo que había ocurrido. 


Duncan se quedó en el estudio, completamente solo. 

Parecía embotado, con la mente completamente en blanco, y el dolor persistente en el pecho. 

¿Qué era lo que acaba de ocurrir? 

¿Por qué ellos lo había mirado de esa forma?

Siempre fue mirado solo con anhelo, adoración, fascinación, e incluso deseo y lujuria; a los únicos que veían con asco era a los...

Duncan frunció el ceño y se apresuró a trompicones hasta la próxima superficie reflectante. Y ahí estaba, el rostro extremadamente hermoso que había odiado toda su vida, observándolo desde su reflejo. 

No podía entenderlo. 

¡No!, necesitaba hablar con ella. Preguntarle directamente. La obligaría a verlo a los ojos y a contestarle. 

¿Por qué lo despreciaba? ¿Estaba enojada por algo, o...? 

¿Por qué todo se había vuelto así? Necesitaba entenderlo y arreglarlo. 

Pero no ahora, necesitaban hablar a solas. Tal vez... Debería buscarla esta noche. 

Duncan apretó los puños y sus labios se volvieron en una línea. 



En la mansión se rumoreaba que el médico fue llamado para el Duque, y que este le recetó algunos calmantes. La culpa fue puesta sobre las cabezas de las sirvientas que acababan de ser castigadas el día anterior* y el mayordomo fue regañado por la Duquesa debido a que no se había percatado de la condición del Duque antes. 

La Duquesa también se culpó a sí misma por no tomar en serio la actitud distraída del Duque durante el desayuno, así que se quedó al lado de su cama hasta que este se durmió. 

A petición del Duque mismo, no se permitió que nadie perturbara su descanso. Por lo cual Amber tuvo nuevamente el día libre, lo cual aprovechó para ir a ver a Maximilian. 



Cuando llegó a las habitaciones del chico, a este acababan de llevarle la charola con el almuerzo. 

Y estaba por probar la sopa de brócoli, zanahoria y queso cuando llamaron a la puerta. 

"Adelante" se escuchó desde el interior. 

El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora