Capítulo 69

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En ese momento, se abrió la puerta del salón del trono con un estruendo y entró corriendo alegremente un chico de cabellos rubios y ojos azules que parecía tener la misma edad que Maximilian. 

"¡Papi!"

Gritó y se lanzó a los brazos del rey, sentándose en su regazo con naturalidad. Antes de mirar desde arriba a Maximilian, con evidente arrogancia, a la espera de su saludo.

"Maximilian Argen saluda al pequeño sol del Imperio"

Exclamó el pelinegro frente al trono mientras hacía una reverencia con la mano en el pecho, el saludo real.

La etiqueta dictaminaba que, una vez que el príncipe aceptara el saludo, la otra parte podría enderezar su espalda. Pero Nezar Creonia únicamente sonrió y su barbilla se levantó aún más, como si hubiese logrado ganar alguna clase de contienda contra su primo.  

Nezar y Maximilian se habían conocido en el pasado. Pues, antes de la muerte del padre de este último, la familia Argen solía visitar el palacio varias veces al año para todos los eventos importantes.

Sin embargo, a pesar de tener la misma edad, los niños eran como dos polos opuestos, mientras Nezar era alegre, despreocupado y mimado, como un niño de su edad. Maximilian era extremadamente serio, correcto y digno, casi como un muñeco de madera.  

Nezar se dio cuenta de que Maximilian era todo lo que se suponía que él debería ser, y sintió que ambos eran comparados por todos los que le rodeaban, juzgándolo a él como un príncipe heredero indigno.  

Así que Nezar comenzó a mostrar una gran rivalidad por su primo, queriendo provocarlo en cada oportunidad, obligarlo a que se enojara y rasgara su careta perfecta. Pero nada parecía funcionar.  Maximilian siempre mostraba modales impecables y se mantenía sereno.

Hasta que un día, mientras eran obligados a pasar tiempo juntos en los jardines. 

Nezar planeaba derramar té caliente sobre su primo, pero tropezó y el té le cayó en la mano, haciéndolo aullar de dolor. 

En ese instante, su alteza, la reina, quien también estaba en medio de su paseo por los jardines, lo escuchó y corrió angustiada para revisar la manita escaldada de su hijo.

Maximian fue testigo de como aquella madre amorosa curaba personalmente a Nezar, para luego besar su rostro y abrazarlo con cariño. 

Y la sorpresa inundó sus ojos, seguida de una gran tristeza. Por alguna razón, su pecho dolía, como si una gran mano estuviese presionando su corazón.


Nezar inmediatamente protestó por los mimos de su madre, intentando salir de aquel cálido abrazo. 

Ya les había prohibido en el pasado a ambos padres sobre no hacer esta clase de muestras de afecto en público, pues creía que los testigos se burlarían de él, por el hecho de que todavía estaba siendo tratado como a un bebé.

Pero, entonces, desde los brazos de su madre, Nezar pudo notar una mirada de tristeza y envidia en su primo, lo que le sorprendió gratamente, como si frente a él se abriera un nuevo mundo. 

Desde ese momento, cuando Maximilian estaba presente, Nezar siempre se aseguraba de actuar lindo y mimado con sus padres, recibiendo todo tipo de muestras de cariño frente a un niño que jamás había experimentado el amor de una familia. 

Y cada vez que ocurría, Maximilian bajaba la carita para ocultar su tristeza, preguntándose en qué había fallado para que sus padres no lo quisieran.  


*Cof cof*

Su majestad fingió toser para llamar la atención de su hijo, quien aún continuaba observando a su primo con una sonrisa bravucona, y este, entendiéndolo, se apresuró a aceptar el saludo a Maximilian.

"Levanta. Hola, primo, mucho tiempo sin vernos" Saludó Nezar. 

"Hijo mío -el rey acarició la cabeza del pequeño príncipe con cariño mientras hablaba- Maximilian pasará con nosotros una temporada y luego irá a la academia real. Él se quedará en tu palacio, así que confió en qué serás un buen anfitrión."

Nezar asintió obedientemente y abrazó a su padre, frotando su suave mejilla en la barba de tres puntos del monarca, como un lindo gatito. 

El rey se rio y fingió reprenderlo por actuar todavía como un niño pequeño; sin embargo, la sonrisa del monarca nunca abandonó sus labios.

Maximilian observó la tierna interacción entre padre e hijo con indiferencia.  

Aún recordaba vívidamente toda la tristeza y envidia que carcomía su pecho cada vez que tenía que presenciar esta clase de escenas en el pasado. 

Siempre había sabido que su primo se comportaba de esta manera frente a él a propósito, presumiendo cuanto lo amaban sus padres.

Nezar tenía algo con lo que Maximilian solo podía soñar, algo que anhelaba con todas sus fuerzas. 

El toque cariñoso de un padre, el abrazo tierno de su madre. 

Recordaba qué, cada vez que intentaba acercarse a ellos, buscando su afecto o reconocimiento, estos llamaban a los gritos a su niñera para que se lo llevara lejos, acusándolo de ser un niño problemático. 


Pero ahora estaba bien, Maximilian ya no sentía ninguna tristeza o envidia al ser testigo de esta clase de escenas.

Ahora él también tenía a alguien que lo amaba. 

Todo el cariño y cuidados de ella, estaban impresos en su memoria como tesoros imborrables. 

Cada abrazo, cada palabra de afecto, la dulce sonrisa en sus labios, aquella mirada de profundo cariño.

Amber se había convertido desde hace mucho tiempo en su familia y en la única persona que era importante para Maximilian.

Recordando el suave toque en su cabello mientras ella le sonreía, el pequeño Duque no pudo evitar levantar ligeramente las comisuras de sus labios. 

Una pequeña expresión que no escapó de la aguda mirada del príncipe heredero.



Nezar paseaba con Maximilian por los pasillos afuera del salón del trono hasta el jardín que conducía a su propio palacio, cuando de la nada soltó un distraído

"Has cambiado primo" 


A lo que Maximilian contestó un indiferente

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A lo que Maximilian contestó un indiferente

"No sé a qué se refiere su alteza"

Nezar sonrió, y ambos continuaron caminando por los exquisitos jardines reales sin intercambiar más palabras.



El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora