Capítulo 98

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La mayor parte de aquella noche Maximilian la pasó en vela, pensando en lo dicho por el mensajero una y otra vez.

Si Amber no sabía que la carta sería entregada por este medio, ¿cómo es que ella estaba esperando al hombre antes del amanecer?.   En medio de la noche, ¿qué otro medio había para entregar una carta secreta que no fuera este?. 

Maximilian se dio cuenta de que aquel hombre le había mentido. La razón... ¡¿Cómo saberlo?!.

 Pero haber descubierto que lo dicho era una mentira lo hizo sentir un poco más tranquilo.

Afuera de la ventana el cielo comenzaba a aclararse cuando al fin llegó a aquella conclusión. 

Entonces el chico abrazo el papel con la letra de Amber con profundo cariño, y una mirada de profunda tristeza.

Ella estaba bien. Lo demás no importaba mientras se mantuviera a salvo. Se dijo a sí mismo. 

Él jamás la pondría en peligro por su impaciencia. 

Y una vez que estuviera seguro de que era lo suficientemente fuerte para poder protegerla, iría a verla. Llegaría a visitarla de sorpresa. Y desde ese momento nunca más se volvería a separar en esta vida.

Tan solo de imaginar el rostro de alegría de Amber cuando ambos volvieran a encontrarse, Maximilian sonrió.

Y comenzó a sentirse somnoliento nuevamente, hasta que se quedó profundamente dormido.


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Cuando Amber salió antes del amanecer para trabajar, se había quedado mirando la puerta de su vecino durante unos segundos, con una plegaría en su corazón. Deseando que Ash pudiese volver con bien, y preguntándose si no estaba siendo demasiado egoísta al haber aceptado que él entregara aquella carta.

Del otro lado de la puerta, estaba recargado William con los brazos cruzados sobre el pecho.

Él sabía perfectamente que Amber estaba de pie frente a su puerta. 

En otro momento él habría salido para verla antes de que ella se fuese a trabajar, pero no esta vez.

Luego de regresar anoche, su corazón se había vuelto un caos, dejándolo sin poder conciliar el sueño.

Porque cada vez que Amber le había hablado en el pasado sobre su pequeño Duque, había hecho que él sintiese que Maximilian era tan solo un niño, pequeño y adorable. 

Pero a quien él vio esta noche no se parecía en lo absoluto al niño tierno que él había imaginado.  

No. Ni la altura, ni el cuerpo, ni aquella mirada eran las de un niño.  

Y descubrirlo dejó en William una sensación de crisis que le oprimía el corazón de manera inexplicable.


Afuera el día ya estaba brillante cuando al fin William lo resolvió. 

Toda su inseguridad y celos se debía a que sentía algo por Amber, algo que nunca antes había sentido por nadie más. 

Aún no estaba seguro de que esto fuera amor, pero lo cierto era que ella le gustaba y mucho.

Su mente estaba contantemente llena de ella, de sus sonrisas, de aquellos hermosos ojos dorados que brillaban como estrellas... del cálido toque de su mano alborotando su cabello.

William se llevó la mano al corazón y lo sintió latir intensamente cuando llegó a esta conclusión, y también sintió su rostro calentarse.


El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora