Capítulo 151

168 26 7
                                    



Amber dejó el agua tibia medicada al lado de la cama y tomó aire profundamente preparándose para lo que vendría. 

Había llegado el momento de cambiar los vendajes y ver, por fin, el estado real de las heridas en el cuerpo de Maximilian. 

Las sirvientas decían que estas eran terriblemente repulsivas, supurantes y grotescas, tanto, que incluso las más valientes se habían llenado de horror cuando habían entrado para asistir al médico real. 

Sin embargo, a Amber solo le preocupaba lastimarlo aún más si no tenía el cuidado necesario al retirar los vendajes que se hubieran pegado a la carne.  

Dispuso todo lo que necesitaba y cerró las cortinas de la habitación, prendiendo velas en su lugar para poder ver claramente. 

Sabía que a su pequeño Duque no le gustaría que ningún curioso tuviera la posibilidad de observar su cuerpo maltrecho. Esta era una manera de preservar la dignidad de Maximilian. 

Amber se lavó nuevamente, esta vez con una mezcla de vino de arroz puro y agua hervida para ayudar a matar los germenes en sus manos, y comenzó a desatar lentamente los vendajes comenzando por los que estaban sobre su rostro. 

-¡¡¡...!!!-

-¡Espera!... ¡No lo hagas! No veas mi fealdad. .. Amber... ¡Detente, por favor!-

Maximilian suplicaba desesperado para sus adentros, pero ni siquiera podía moverse y mucho menos detenerla. 

Quería entregarle todo de él, guardar las apariencias para su amada. 

Que ella tuviera que verlo en este estado deplorable era miles de veces más doloroso que ser atravesado por una espada. 

Cuando supo que ella vino al palacio por él, se preocupó y se sintió muy feliz al mismo tiempo. Quería estar cada segundo a su lado y nunca más separarse. 

Pero estaba confiado en que quien cambiaría sus vendajes cada vez continuaría siendo el médico real o su ayudante, si hubiese sabido que tendría que hacerlo ella... Tampoco hubiese podido cambiar nada. 

Maximilian estaba aterrorizado. Podía sentir claramente su aliento y cercanía, el toque cuidadoso de sus manitas y el aroma de su falda, todo mientras su corazón se encogía.

Se preparó psicológicamente para escucharla gritar de horror en cuanto viera la carne deformada. 

Sin embargo, este no llegó. Cuando lo vio, aparte de detener sus movimientos por un momento, ella no tuvo otra reacción, y simplemente continuó quitando los vendajes con sumo cuidado. 

Los delgados dedos que alcanzaban a rozar con su piel y carne lastimada eran tan suaves y delicados, como si ella temiera que fuera a desaparecer en cualquier momento. 

Amber tenía los labios fuertemente mordidos, conteniendo su llanto. 

Él ya tenía suficiente soportando todo ese dolor, si es que realmente podía escucharla, no quería hacerlo sentir angustiado, ella debería darle ánimos, ser su fuerza y sonreír a su lado. 

Se había quedado completamente callada. Quería continuar hablándole para que supiera que estaba aquí, a su lado, pero temía que si lo hacía las lágrimas caerían sin control. 

Pasó mucho tiempo hasta que sintió que había logrado estabilizar sus emociones, y, para entonces, ya había terminado de retirar todo el vendaje de su cuerpo. 

Algunas extremidades de Maximilian parecían haber sido tratadas, y las heridas más graves se encontraban localizadas en su rostro. 

Amber apenas y podía creer que la persona en la cama era realmente su pequeño Duque, el mismo joven apuesto y sano que alguna vez juró casarse con ella. 

Con este pensamiento ya no pudo contener más las lágrimas y estas comenzaron a rodar por sus mejillas, mientras hacia todo lo posible por no hacer ruido con su llanto. 

Pero de nada servía. Él sabía perfectamente que ella estaba llorando, podía escuchar su respiración ahogada y el leve sollozo. 

Dolía tanto estarle causando este sufrimiento a la mujer que amaba. 

-Lo siento, Amber. Te estoy haciendo sufrir-

Aun así, el trabajo de la joven no se detuvo ni por un momento. 

Limpió meticulosamente las heridas con el agua medicada desinfectante, espació lentamente el polvo especial que le había pedido a su alteza el príncipe heredero, el cual servía para el dolor. Todo antes de untar en las vendas limpias la medicina cicatrizante, para volver a vendarlo con cuidado. 

Cuando terminó, se sentía emocionalmente agotada, así que se disculpó con la excusa de que tenía que preparar la comida, y se escapó por un par de horas mientras lograba dominar sus emociones. 

 Cambiar las vendas y ponerle medicamentos a Maximilian era algo que se tendría que hacer cada día, así que debería acostumbrarse, no podía continuar llorando así. 


Desde entonces, los días en el pequeño patio transcurrían de una manera similar.

Amber trataba de estar al lado del joven el mayor tiempo posible.  No importaba si solo estaban en silencio, ella le hacía saber que continuaba ahí tocando los dedos de su mano de vez en cuando.

Había solicitado permiso para sacar libros de la biblioteca real, así que a veces le leía durante horas, sabía cuanto amaba leer antes su pequeño Duque. 

Otras veces conversaba sobre cualquier cosa, desde los planes para el futuro hasta historias graciosas que había vivido en el pasado, aunque ni siquiera sabía si él podía escucharla.

En ocasiones, el príncipe heredero venía de visita y aprovechaba para contarle a Maximilian algunas noticias de la academia real o del reino.

Desde lo ocurrido, Nezar había cambiado su residencia, desde la academia al palacio real, todo para poder estar más cerca de su primo y asegurarse de que nadie se atreviera a descuidarlo. 

El príncipe continuaba sintiéndose profundamente culpable, a pesar de que él no había tenido nada que ver con este asunto. 

Durante este tiempo parecía haber madurado y pronto su majestad comenzó a buscar a escondidas a una dama adecuada que pudiera convertirse en la princesa heredera en un futuro.

Cuando el príncipe se enteró estaba furioso, se negaba a casarse con una desconocida, y, desesperado, fue a quejarse a la habitación de Maximilian durante horas.

Era una lástima que el joven inconsciente en la cama no pudiera aconsejarlo como lo había hecho antes. 

Entonces, el príncipe tuvo una especie de guerra fría con su padre, hasta que su majestad, la reina, tuvo que salir en su defensa y convencer al rey. 









N/T: Siento la tardanza. 

Y agradezco los buenos deseos que me han dejado en el perfil. 

(ɔ◔‿◔)ɔ ♥

El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora