Luego de cambiar las sábanas de la cama y la funda de las almohadas, además de sacudir el polvo de las superficies. La joven abrió el guardarropa de Maximilian.
Ya que hoy no tenía que ir a trabajar porque, supuestamente, se estaba recuperando en su habitación, aprovecharía para zurcir y hacer arreglos a las ropas del pequeño duque.
Hacía años que no le compraban ropa a Maximilian, y para alguien que está en pleno crecimiento, esto era algo inaceptable.
Así que la habían pasado difícil durante un tiempo.
Pero por fortuna, juntos habían descubierto que la ropa del antiguo marqués, el padre biológico de Maximilian, no había sido destruida, sino que se guardaba en un espacio en el ático. Así que Amber la había tomado y se había encargado de arreglarla conforme el chico iba creciendo. No era ropa adecuada que usaría un noble de su edad, pero al menos era mucho mejor que no tener nada.
Amber, al ser la hija de una familia aristocrática caída, había recibido la suficiente educación para, lo que se suponía que debía saber, una mujer de la aristocracia. Por ello solía tomarse la mayoría de sus tiempos libres para continuar enseñándole al pequeño duque, al menos lo que ella pudiera recordar.
Maximilian había tenido un tutor académico y otro que le enseñaba a manejar la espada desde muy pequeño, pero eso había sido cuando su padre biológico todavía estaba vivo.
A su edad, ya debería estar recibiendo una educación adecuada para la sucesión del título. No había mucho que pudiera enseñarle Amber sobre esto, y tampoco podía buscar otros medios, pues tanto ella, una criada, como él, tenían prohibido ingresar a la biblioteca de la mansión por el bibliotecario. Y pretender que los duques se ocuparían de contratar a un tutor para el joven amo era algo impensable.
Maximilian alguna vez también había tenido una Nana, una mujer regordeta, exigente y fría, según sus propias palabras. Pero esta había muerto la misma noche en la que murió su padre.
Al parecer, la Nana se había comido sin querer la comida envenenada que estaba destinada al pequeño duque.
Durante el tiempo en el que pasó arreglando ropa en la habitación de Maximilian, Amber había ideado un plan.
Realmente no podía simplemente escapar del ducado y dejar al chico aquí, solo. Tampoco parecía una opción "secuestrarlo" e irse juntos, pues, si más tarde los encontraban, el destino de Amber sería la horca.
Además, ahora mismo ella no tiene ni un centavo como para mantenerse, y no lo tendrá hasta que haya pasado un mes y le paguen. Ya que siempre les enviaba todo a sus falsos padres, está básicamente quebrada.
Así que había decidido que esta noche iría a hablar directamente con la jefa de sirvientas, la señora Thomas, para solicitarle que la retirara de su puesto recién asignado como criada de limpieza del duque.
Y si había la oportunidad, también le pediría que la enviara a trabajar a las cocinas.
En la novela, la duquesa enviaba a Amber ahí, luego de sospechar de su relación con el duque, para que le fuera muy difícil encontrarse con este.
De esta manera, podría salir por completo de la vista del duque y a la vez le sería más fácil obtener una mejor comida para Maximilian, incluso pudiéndole preparar aperitivos de vez en cuando.
El problema era si el duque le permitiría quedarse en las cocinas.
Pero había un "por qué" al buscar a la jefa de sirvientas para su petición, y esto era debido a que, según la novela, esta era una persona de entera confianza de la duquesa. Ya que la jefa de sirvientas había sido alguna vez una dama de compañía de cuando la duquesa de Argen era aún una princesa del reino.
De esta manera, si el duque ordenaba regresarle el puesto que ella acababa de dejar, llamaría la atención de la duquesa. Y seguramente él no deseaba lidiar con los celos de su esposa por una criada que todavía no era tan importante para él.
Era verdad que esta era una táctica arriesgada, pero no pudo pensar en una mejor solución, y estaba contra el tiempo, pues mañana debía presentarse a su puesto.
Antes de marcharse de la habitación de Maximilian esa noche, la pequeña sirvienta le había conseguido agua caliente al chico para que se diera un baño y lo había acostado a dormir.
"Que tenga dulces sueños, joven duque"
Le dijo mientras le acercaba un lindo muñeco de conejo hecho de sabanas y ropas viejas que ella misma había cosido años antes, cuando él aún era un niño pequeño.
El chico sonrió y abrazo al muñeco con fuerza, pero aun así se quejó haciendo un puchero
"Aún me tratas como a un niño. También eres la única que siempre insiste en llamarme como si yo fuera un verdadero amo"
Amber se rio y lo arropó cuidadosamente
"Para mí siempre será un lindo niño y un joven amo, pequeño duque"
Maximilian frunció las cejas
"¡Tú solo eres mayor que yo por muy pocos años!"
Amber intentó no reírse al ver la linda apariencia de su señorito, y contestó de la manera más seria posible
"Lo sé, joven amo. Ahora a dormir, que los chicos buenos duermen temprano"
El pequeño duque sonrió y se acomodó, cerrado sus ojos para descansar.
La pequeña sirvienta se quedó observando al chico dormir.
Mientras se juraba para sí misma que protegería a este niño, y no permitiría jamás que se convirtiera en un villano como en la novela.
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El regreso de la extra
RomanceAmber Vilches, luego de recordar su vida como Han Ji-a, se da cuenta de que tan solo es una extra dentro de una novela, un personaje que únicamente sirvió para marcar de manera trágica la infancia del villano, Maximilian Arges. Un desafortunado vill...