Capítulo 142

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El tiempo trascurría según sus memorias, viviendo nuevamente cada instante de uno de los días más atesorados de su vida; sin embargo, Maximilian sabía que todo esto era tan solo un sueño, y que la Amber real aún continuaba esperándolo en aquella cabaña en medio del bosque.

Intentó despertar, salir del ensueño, pero no pudo conseguirlo.

El mundo parecía infinito, el dolor no servía, e, incluso, su magia parecía haber desaparecido.

Así que esa noche tan solo pudo irse a la cama obedientemente con el sonido de su dulce voz, que le aseguraba, entre susurros, que se quedaría a su lado hasta que volviera a abrir los ojos.

Y al día siguiente, al despertar, él había olvidado que este mundo no era real.

De pronto, "la vida" parecía haber vuelto a su momento más feliz.

Ambos eran solo niños ignorantes, que dependían el uno del otro.

Por las mañanas ella estaba al lado de la cama, por las tardes, después de comer salían a jugar entre los rosales, persiguiéndose entre risas. 

Y por las noches, Amber le contaba historias fantásticas que había inventado, hasta quedarse dormidos.

En este mundo, no existía la Duquesa y tampoco el Duque, solo estaban los dos. Nadie los intimidaba, había suficiente comida... era su propio paraíso.

Pero había algo que no se sentía bien... Algo en el corazón de Maximilian que lo hacía sentir inquieto e inexplicablemente culpable, como si hubiese olvidado una promesa importante.

Cada noche el chico intentaba mantenerse despierto, pero el sueño lo vencía y volvía a olvidarlo todo nuevamente.

Pero, entonces, uno de esos días durante la historia antes de dormir, Amber mencionó un clásico final feliz, en donde los héroes se casaban y vivían juntos para siempre. 

Lo que causó en el niño un pensamiento

"Amber, tú... ¿Algún día también te casarás?"

"Sí... algún día" La niña asintió y sus mejillas se enrojecieron un poco "Cuando sea grande"

Ante su respuesta, el pecho de Maximilian comenzó a doler y, por alguna razón, su nariz también se sentía amarga.

Entonces, un recuerdo borroso y lejano vino a su mente


 "Yo... yo me haré responsable de Amber. ¡Me... me... casaré contigo cuando sea un adulto!"


Al pensarlo, inmediatamente las mejillas del niño se tiñeron de carmín, ¿Cuándo... ?¿Cuándo había hecho esa promesa para ella?

"Amber" La llamó cuando lo arropaba "Tengo un poco de hambre, ¿Puedo comer fruta antes de dormir?"

La pequeña Amber lo observó durante unos segundos, antes de asentir e ir a la cocina por algo de manzana picada para él.

Y cuando ella no lo miraba, él escondió deliberadamente el tenedor para fruta que ella le había traído, antes de fingir tener sueño.

Maximilian tuvo que esperar a ella se durmiera, permaneciendo consiente. Y cuando ya no podía mantener su conciencia, usaba la punta del tenedor para hundirla en su pierna, usando el dolor cada vez para despertarse.

Una y otra vez, las dos puntas filosas se hundieron en su carne, cada vez necesitaba que fuera más profundo y doloroso para lograr despertarlo.

"¡¡¿Por qué quieres recordar?!!"

Ahí estaba nuevamente esa voz, pero esta vez parecía furiosa y desesperada

"¡Te he mostrado lo único que me mantuvo cuerdo durante todos esos años de búsqueda y no lo valoras... !"

Fue justo en ese momento que Maximilian sintió un dolor desgarrador en todo el cuerpo y el ensueño desapareció por completo en un instante, regresando al mundo completamente blanco en donde solo estaba él.

Ya no era un niño como en el sueño, sino su cuerpo de casi 16 años.

"¿Quién eres tú...? ¿Por qué quieres mantenerme en ese lugar?" La voz de Maximilian estaba furiosa, ahora lo recordaba todo. 

No podía continuar en este lugar, Amber aún esperaba su regreso.

La voz pareció reírse de sí misma

"¿Qué quien soy?... Mírame bien"

De pronto, una figura oscura apareció frente al joven, y se fue haciendo cada vez más nítida.

El hombre vestido de negro, usaba una capa que cubría la mitad de su rostro casi completamente desfigurado... no, no solo su rostro, sino más de la mitad de su cuerpo lo estaba.

Surcos negros deformados en la piel amoratada... aterrador. 

Pero, en el momento en el que Maximilian levantó la mirada, el hombre retiró la capucha que cubría parte de su rostro... ojos azules, y el cabello negro... sus facciones.

Era imposible no reconocer a la persona que estaba frente a él, la mitad sana de ese rostro la podía ver cada mañana frente al espejo.

"Soy tú... Maximilian" La voz era grave y sombría, terriblemente fría y teñida de sarcasmo "¿Me preguntas por qué?... Déjame mostrarte" 

Maximilian presentía que, a pesar de que la mitad de ese rostro se parecía al suyo, no debería permitir que ese hombre lo tocara. 

Y, por primera vez en su vida, estaba realmente asustado.

Retrocedió un par de pasos, pero no pudo escapar; era como simplemente su cuerpo ya no le obedeciera. 

En cuanto aquella mano tocó su hombro un cúmulo de recuerdos caóticos y dolorosos invadió su mente, viendo miles de imágenes en segundos, causando que se sumiera en una agonía infinita.


+

Amber estaba muerta... el Duque la mató, y la Duquesa hizo que le abrieran el vientre frente a él para sacar al hijo no nato del Duque.


"¡¡¡Nooo!!! ¡¡Eso no es cierto!! ¡Noooo...  Amber! ¡¡Nooo!!"  Los gritos desgarradores resonaban por todo el espacio blanco, mientras el joven sostenía su cabeza con fuerza, pero las imágenes que se le mostraban no se detenían.


En los recuerdos, una vez que despertó en la academia real, había transcurrido mucho tiempo... él pensó en seguirla a la muerte, pero se obligó a mantenerse con vida para poder vengarse de quienes la asesinaron. 

Estaba decidido a volverse cada vez más fuerte después de que descubrió que tenía talento para la magia. 

Magia y esgrima, entrenó hasta que sus huesos se rompieron y sus músculos se desgarraron. Aun enfermo, dolor y fiebre, cansancio... tan solo tenía 13 años, pero nada podía detenerlo.

Era como si se hubiese vuelto demente. 

Hasta que se enteró de la muerte del Duque, de la misma boca de su majestad.

El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora