Cinco días después, estaba todo listo para el cumpleaños de Maximilian.
Amber había llegado a un acuerdo con el pastelero del ducado, y había escondido los adornos y el obsequio en la habitación de Maximilian, preparándose para el gran día, en un lugar donde el chico no buscaría normalmente.
Y ciertamente él no encontró nada, pues en ese momento no tenía cabeza para pensar en cosas como esas.
Maximilian había hecho todo lo posible para encantar el collar en su mano, al menos quería lograr establecer un hechizo en este, pero era más difícil de lo que había imaginado.
Sintiéndose frustrado, y cada vez más impaciente, incluso se levantaba de la cama cada noche para seguirlo intentando.
No planeaba darse por vencido, pero estaba algo triste y decaído por esto.
Desde el día en el que Amber había vuelto del pueblo comenzó a sentirse observada. Sin embargo, sabía que el Duque había tenido el mismo comportamiento en la novela con "Amber", así que no le resultó demasiado extraño.
Era solo que este había comenzado a vigilarla después de un suceso que despertó los celos y la posesividad del Duque, algo que hasta ahora, según ella, no había ocurrido.
Amber esperaba que con el paso del tiempo su excelencia fuera relajando su vigilancia, de lo contrario cuando quisiera huir no podría hacerlo sin alertarlo, y esto era muy preocupante.
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Hoy era el gran día del cumpleaños del pequeño Duque y Amber rogaba en su corazón que hoy fuera uno de esos días en los que el Duque era llamado por la Duquesa. Todo para poder irse más temprano.
Pero lamentablemente no fue así.
Duncan había estado vigilante de las expresiones de la pequeña criada durante todo el día, con el gusano hambriento de los celos retorciéndose en el estómago.
Nunca antes se había sentido así.
Estos días la había mandado seguir y supo que Amber había preguntado al pastelero del Ducado para que preparara un pastel especial, eso más el prendedor masculino de oro blanco que vio.
¡Resultó que todo era para ese bastardo!
Resultó ser todo por él.
Albert le dijo que pronto sería el treceavo cumpleaños del chico.
¡¿Por qué...?! Todo el amor y el cuidado de su amada... ¿Por qué deberían ir hacia ese estúpido chico?.
A ese desdichado... Al único a quien su amada le entregaba una cálida sonrisa.
El pecho del Duque subía y bajaba con furia tan solo de recordarlo.
Esta noche deseaba encerrarla, y no permitirle ir a ver a ese malnacido.
Si el bastardo de la Duquesa fuera un poco mayor, él mismo hubiera ido a matarlo en su cumpleaños. Sí... ¿Qué sería más poético que eso?.
Los viciosos ojos del Duque se posaron en la frágil figura de Amber, enviando a esta un terrible escalofrío que la recorrió completamente.
Duncan respiró hondo y se tranquilizó un poco.
-¿Qué importa? ¿No es ahora tan solo un niño?-
Se dijo a sí mismo, pero aun así continuó viendo con ira como la mirada de su amada iba de vez en cuando hacia el gran reloj en la pared.
Sabía que ella estaría ansiosa por irse de su lado cada día, pero hoy, especialmente, hoy, verla mirando el reloj de tanto en tanto, sentía que lo estaba volviendo loco.
Justo antes de que tuvieran que retirarse, Duncan envío a las otras criadas con cualquier excusa lejos de ahí.
Y, como de costumbre, dejó a Amber de pie frente a él.
"¿Por qué tienes tanta prisa por irte?" Preguntó él, tentativamente.
"Es tarde"
Al responder con una voz sin altibajos, la mirada de la chica inconscientemente se desvió hacia el reloj, lo cual enfureció aún más al Duque.
*Plum*
Este había barrido con el brazo todo el contenido de su escrito cuando la vio mirando el reloj una vez más, y comenzó a gritarle
"¡¿Crees que no sé qué corres con ese bastardo en cuanto sales de aquí?!"
El Duque estaba frenético, sus ojos eran como dos brazas ardientes, y apretaba los dientes hasta casi rompérselos.
"Su Excelencia..." Quiso intervenir el mayordomo, pero una sola mirada del Duque lo hizo tragarse las palabras que estaba por decir.
"Con todo respeto, su excelencia, es mi tiempo de descanso, y usted no está capacitado para intervenir en lo que hago durante este"
La voz tranquila de la criada sorprendió a ambos, pero fue el mayordomo quien recibió el mayor golpe emocional ante la respuesta de la sirvienta.
"¡...!"
"¡!"
Después de decir aquello, y antes de que ambos pudieran recuperarse, Amber volteó a ver el reloj una vez más. Justo era un minuto más tarde del momento en el que solían retirarse.
Así que hizo una reverencia y salió del estudio del Duque.
En el pasillo, Amber sentía que las rodillas se le doblaban, estaba temblando tanto que apenas podía caminar, y había comenzado a llorar de miedo sin darse cuenta, hiperventilando.
No sabía de donde había sacado el valor para hacer esto.
En ese momento tan solo estaba intentando desviar su mente, pensando en cualquier cosa para parar por el incómodo momento. Y sus pensamientos inconscientemente volaron hacia su vida anterior como Han Ji-a. Pero justo en ese instante pudo escuchar al Duque llamándole "Bastardo" a Maximilian y sintió que quería destrozar el hombre que tenía enfrente. Entonces no pudo detener su boca y terminó diciéndole aquello al Duque.
Ahora no sabía cómo la castigaría ese hombre, pero se juró que, aunque fuera azotada, valdría la pena.
Mientras caminaba hacia la habitación de Maximilian, los pensamientos de la criada comenzaron a girar hacia
¿Y si se desquita con el pequeño Duque?
¡¡No!!
Sintiéndose cada vez más arrepentida.
Si el Duque le hacía algo a Maximilian para darle una lección, ¡ella jamás se lo perdonaría!.
Al pensar en aquello, Amber palideció, y sintió el impulso de vomitar. Tuvo que detenerse por unos momentos tratando de tranquilizar su estado de ánimo hasta que lo logró; convenciéndose de que todo estaría bien, al menos hoy.
Sí, hoy era un día importante, hoy no debería de pensar en nada más.
Mañana... rogaría perdón o amenazaría con contarle todo a la Duquesa si hacía falta, pero sin importar nada, ¡protegería a Maximilian!.
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El regreso de la extra
Roman d'amourAmber Vilches, luego de recordar su vida como Han Ji-a, se da cuenta de que tan solo es una extra dentro de una novela, un personaje que únicamente sirvió para marcar de manera trágica la infancia del villano, Maximilian Arges. Un desafortunado vill...