Capítulo 135

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"¡¿La dejaste regresar a la habitación?!" 

Rugió Will cuando Owen le permitió entrar a la cabaña y no vio a Amber por ningún lado. 

"No pude detenerla... "Owen tocó su nuca, apenado, pero cuando levantó la mirada se sobresaltó "¡Pero qué te ocurrió!, ¿Por qué estás lleno de sangre?" 

Owen no podía creerlo, ¿Qué rayos había hecho Will afuera para terminar en ese estado? 

William avanzó enojado hasta la puerta de la habitación, e intentó nuevamente deshacer el hechizo que Maximilian había dejado, sin éxito.  

Cuando, luego de intentarlo varias veces, seguía sin funcionar, intentó usar la fuerza mientras la llamaba a gritos.

Pero todo parecía ser inútil, la puerta no se abriría y ella tampoco podía escuchar su voz.


Amber, dentro de la habitación, estaba completamente centrada en su propio dolor.

Sentada en un rincón de la cama, abrazando la capa de Maximilian con el rostro cubierto de lágrimas, se encontraba leyendo y releyendo la carta que él había dejado para ella.

Tan solo deseaba poder despertar de esta pesadilla, y que al abrir los ojos pudiera ver a su pequeño Duque a su lado.

"Maximilian... yo jamás podría odiarte... solo porque tuvimos que escapar. ¿Cómo podría culparte?. 

No importa lo qué ocurra, siempre habrá una manera de solucionarlo... Tú no tienes por qué regresar ahí solo" 

Murmuraba sollozando.

"No tenías por qué regresar... el duque seguramente los habría mantenido con vida solo para atraerme... Siempre hubiéramos tenido una oportunidad para rescatarlos más tarde. ¿Por qué?... ¿Por qué tenías que regresar ahí dos veces cuando sabías que tu maná se había agotado?" 

La angustia por la seguridad de Maximilian, la culpa, la frustración y el miedo que sentía por "ese hombre" le sobrevenían como una avalancha que se transformó en un llanto desolado y doloroso.

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"Basta, Will, ella no puede escucharte. Y aunque pudiera, tal vez no querría hacerlo. Dale tiempo, ¿Sí?"

"¿Tiempo? ¡¿Tiempo?!... ¡Ella necesita comer! ¡Necesita al menos beber agua!" 

Will estaba completamente fuera de sí, y ahora, incluso la sangre en su cara se había secado, haciéndolo ver realmente repulsivo, pero aun así no se detenía. 

"¡Maldición! ¡Amber! Si no abres, créeme o no, ¡voy a tirar la puerta!" 

Al ver a su amigo en este estado, Owen solo pudo negar con la cabeza lentamente.

A veces, Will podía llegar a ser demasiado terco.

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Tomo una noche completa para que ambos calmaran sus emociones.

Una, por un lado, lloró hasta que sus ojos se hincharon como pelotas de golf para desahogarse, antes de encontrar sus fuerzas nuevamente.

Y el otro, tuvo que pelearse a golpes con su mejor amigo hasta que este lo hizo entrar en razón.

A la mañana siguiente, Amber salió de aquella habitación, encontrándose con que ahora Will tenía la frente vendada, y que Owen tenía un nuevo ojo morado. Ambos parecían haber terminado de desayunar.

"Ustedes pertenecen a un gremio que hace encargos por dinero. Después de lo ocurrido... ¿Consideran que ahora estamos a mano?" Preguntó ella ante la mirada atónita de los dos hombres en la habitación.

"¿De qué...?" Quiso interrogar Will, pero ella no lo dejó terminar

"Si no es así, ¿Cuánto dinero les debo por cada vez que me han salvado y protegido?"

Will estaba tan aturdido que no supo qué decir, así que Owen contestó por él

"Como nos has preguntado desde una relación de empleador-gremio, te contestaré como tal. El realidad, el chico ya había pagado al gremio por cada vez que has sido protegida y rescatada por nosotros, incluso por la habitación y comida durante este año. Además, dio un extra, por cualquier contingencia"

"Entonces, esta vez, Maximilian los salvó a ustedes y salvó a Mike.  Entonces, ¿Ahora él ha pagado por completo lo que yo les debía? o ¿Aún les debo?"

Owen miró a Will, quien parecía estar abriendo y cerrando la boca, pero sin hacer ningún sonido, con una mirada tonta; así que volvió a responder por él.

"De hecho ahora le debemos al chico" Confesó apenado.

"Bien"

Amber asintió y observó hacia el plato de ambos para asegurarse de que este estuviera vacío, antes de volver a hablar.

"Entonces, les comunicó que nuestra relación empleadora-gremio contratado ha terminado. 

Y ahora los molestaré para que se vayan de esta casa, pues planeo comprarla"

Dicho esto, Amber salió de la cabaña y comenzó a caminar hacia el pueblo, dejando a ambos boquiabiertos.

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Mientras Amber recorría el camino en medio del denso bosque, sus ojos no paraban de derramar lágrimas mientras apretaba los labios con fuerza. No se atrevía a hacer sonido alguno. 

Sabía que había sido muy cruel al hablarles de esa manera, y seguramente los había hecho sentir heridos. 

Pero era la única manera que se le ocurrió para alejarlos; porque si supieran que había planeado ir a buscar a Maximilian, ellos jamás le permitirían correr ese riesgo.

Ayer estaba muy molesta con sus acciones al obligar a Maximilian a regresar ahí solo, pero después de pensarlo mejor, se dio cuenta de que la única culpable de todo era ella misma.

Así que ya no podía permitirse arrastrar a nadie más consigo. 

Estaba decidida a que, una vez que ambos se fueran, aprovecharía la magia de cambio de imagen que le dejó Maximilian y regresaría a la capital para buscarlo. 

Solo quería asegurarse de que estuviera bien y ahí era más fácil enterarse de cualquier noticia.

Era verdad que le aterraba tan solo encontrarse con el Duque de Argen, pero no podía seguir siendo una cobarde.

De ahora en adelante, nunca más volvería a permitir que nadie saliera lastimado por su culpa.

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Una vez en el pueblo, Amber buscó al jefe de este y se presentó como una simple huérfana que quería comprar la antigua casa en el bosque. 

El jefe del pueblo quiso convencerla de la inconveniencia de comprar esa casa y le ofreció un par más; bonitas, espaciosas y que estaban cercanas a la plaza en el pueblo, pero Amber se negó. 

Aun así, el jefe del pueblo no quería tomar el dinero de una huérfana por una casa que había estado abandonada durante tanto tiempo y que además estaba tan aislada en medio del bosque. 

"Solo diremos que eres la nieta de la anciana y viniste para heredar la propiedad, nadie dirá nada. Puedes quedarte en esa casa"

Amber no sabía por qué la estaban ayudando, pero lo aceptó de buena gana. 

El pueblo era pequeño, pero todos parecían amables y unidos, más abiertos hacia los extraños que los pueblos que estaban cerca de la capital.

  


El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora