Capítulo 51

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Se hacía tarde, y Amber tuvo que correr para alcanzar a aquella criada, por suerte logró darle alcance justo cuando esta estaba caminando rumbo a la puerta principal de la mansión. 

La criada se dirigía a entregar un paquete de la Duquesa al mensajero, quien ya la estaba esperando. 

Aun así, la criada vio a Amber intentando alcanzarla, se detuvo y la esperó.

"Amber... Por poco y no llegas a tiempo, pero tienes una suerte increíble. Justo hoy se trata de entregar un paquete con carácter de urgente. Nada más y nada menos que para devolver al palacio en la capital. ¡Adivina de qué se trata!" 

"¿...?" La joven observó el paquete en la mano de su compañera con curiosidad, pero no opinó. 

"¡Ah! -suspiró con aburrimiento- Está bien, se trata de una tela de raso especial cuyo color no le gustó a su alteza la Duquesa. -Y fijándose en lo que sostenía Amber- ¿Es esta es la carta?"

"Sí, y aquí está el dinero"

"Realmente te esfuerzas por ese mocoso sin obtener nada a cambio, es un desperdicio"

"Solo recuerda nuestro trato, por favor"

"Lo haré, lo haré. Por cierto, felicidades por tu ascenso, espero que en el futuro no te olvides de quienes te hicieron un favor."

"..." Amber asintió e intentó subirse el cuello del vestido, incómoda, cuando notó que la mirada de la criada se posaba sobre la venda blanca. 

"Vaya. ¿Te encuentras bien?" 

"Sí, es solo que me picó algo y no pude evitar rascarme. Estoy intentando cubrir aquello" 

"Oh, ¿De verdad?" 

"Sí" 

"Y, si algo te picó en el cuello, ¿Qué le ocurrió a tus labios?" 

Ante estas palabras, el rostro de la joven palideció e intento ocultar sus labios torpemente. 

"Yo... Yo, me mordí sin querer mientras comía" 

"Aja... Jajaja... No sabes poner escusas creíbles, querida. Escucha, no eres la única que tiene un novio en el Ducado, pero intenta que los amos no te descubran, o tendrás problemas" 

"Sí, lo tendré en cuanta, y apreciaría que me guardarás el secreto" 

"Descuida, no soy de las personas a las que les gusta andar hablando sobre la vida de otros.  Bien, si estás libre, ¿por qué no vienes a ver como le entrego la carta al mensajero por ti misma?"

Amber asintió y la siguió hasta la puerta. 

La carta fue entregada junto al paquete de su alteza la Duquesa y escuchó personalmente, como le advertía al mensajero, que no se atreviera a perder ninguno. 

A la par, la joven también observó los alrededores, sabía que aunque no pudo ver a muchos guardias, los guardias ocultos se contarían por docenas. 

Todos apostados alrededor de los muros de la mansión.


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Desde que la puerta del estudio se había cerrado, Albert había estado muy nervioso, tenía que asegurarse de que su excelencia estuviera bien. O mejor dicho, que no causara un problema irresoluble. 

Esta mañana, mientras el Duque se vestía, Albert se aseguró de recordarle que no se excediera. 

Pero por alguna razón, aún continuaba dando vueltas cerca del estudio nerviosamente, enviando a cada criada que veía cerca a limpiar en otro sitio. 

El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora