Capítulo 47

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Esta vez, el encargado de darle las buenas nuevas a Amber fue el propio mayordomo, quien se presentó temprano por la mañana en la habitación de la criada.

Y plantándose frente a ella, con una sonrisa, comenzó con su discurso.

"Su Excelencia, el Duque, cree que la señorita tiene la suficiente capacidad y reúne todos los requisitos necesarios. Por ello ha decidido nombrarla su asistente personal"

"¡¡¡!!!"  Amber no podía creer lo que estaba escuchando.

"De ahora en adelante, deberá acompañar a su Excelencia en todo momento, sobre todo durante las horas en las que necesite permanecer en el estudio.

La paga, como corresponde, será adecuada. Y la señorita recibirá una nueva habitación, una de acuerdo a su nuevo puesto, deberá mudarse a esta, hoy mismo. 

Desde luego, también habrá algunas restricciones debido a la naturaleza del puesto. De ahora en adelante, el Duque será quien autorice sus días libres y todas sus salidas. Eso significa que solo podrá salir de la mansión siempre que pida permiso a su excelencia, el Duque, por adelantado...."

Conforme el mayordomo iba hablando, Amber iba dejando de escuchar, como si todo fuera escuchándose más y más lejos. Completamente embotada y sin poder controlar el temblor en sus extremidades.

"... La señorita ya no necesitará portar el uniforme de criada, deberá vestir ropa común, se le proporcionarán algunos vestidos del presupuesto de su Excelencia, estos están siendo encargados ahorita mismo por un mensajero y estarán listos la siguiente semana. Así que, por favor, use la ropa que tenga disponible, mientras tanto. Si no la tiene, dígaselo a la Jefa de sirvientas para que le consiga un vestido adecuado de alguna de las empleadas del Ducado"

Albert vio que la joven ya vestía su traje de criada y la instó a cambiarse de inmediato y darse prisa, porque debía esperar a su Excelencia en el estudio para él pudiera asignarle sus nuevas responsabilidades.

"... Muchas felicitaciones por su asenso, señorita Vilches"

El mayordomo finalizó su discurso con esta frase, y se fue sin dejar de sonreír. Dejándola de pie en su habitación con la mirada perdida. 

Cuando al fin pudo procesar la noticia, fue como si algo muy pesado acabara de caer sobre sus hombros. De pronto, todo el estrés, el cansancio, la frustración y el miedo que había vivido durante estos meses se hicieron presentes. 

Amber estaba cansada, ¡estaba tan cansada!.  

Parecía que todos sus esfuerzos anteriores hubiesen sido en vano. 

Ni siquiera le preguntaron si estaba dispuesta a tomar el puesto de asistente del Duque, simplemente fue una orden. Ahora su jefe directo no sería la jefa de criadas, por qué ella ya no era una criada, así que si deseaba renunciar solo podría hacerlo frente al Duque. 

El puesto de asistente no tenía horario, así que su excelencia podría disponer completamente de su tiempo. Y con una nueva habitación, ya no existiría una cerradura de hierro para mantenerla a salvo por las noches. 

Amber sintió que su corazón latía desbocado en sus oídos y comenzó a hiperventilar, sus piernas se debilitaron y una sensación de náuseas la invadió. 

De pronto, frenética, comenzó a guardar sus pocas cosas personales en el bolso cruzado que había hecho especialmente para su huida durante los tres días que había estado encerrada. 

Tenía que huir, ¡debía de huir!.  

Estaba aterrada y no podía pensar con claridad. 

Mil posibilidades pasaron por su cabeza y al final... Terminó cambiando su atuendo a su único vestido de calle y preparó la única capa que tenía, y todo el dinero que había ahorrado, dentro de su bolso. 

Mientras se dirigía a despedirse de Maximilian, sus pasos ansiosos fueron haciéndose cada vez más y más lentos, hasta detenerse por completo. 

Recordó que mañana por la mañana los Duques habían planeado visitar a uno de los vasallos juntos. 

El día anterior Amber había estado muy feliz porque sabía que a este compromiso solo se llevarían al asistente personal de la Duquesa y a sus guardias, como cada vez que salían a revisar el territorio; y podría pasar algunas horas sin tener que soportar estar en presencia del Duque. 

Pero ahora que ella sería la asistente personal del Duque, tendría que ir a este compromiso. Y esta también sería su oportunidad. 

Los guardias nunca permitirían que abandonara el territorio de la mansión, pero si salía junto a los Duques... Estando afuera le sería mucho más fácil escapar. 

Sin embargo, esta noche era imposible que durmiera en su nueva habitación, así que solo podría ocupar uno de los sofás del pequeño Duque para descansar. 

Amber llevó el bolso a las habitaciones de Maximilian, lo escondió.  Prometiéndole que le contaría todo cuando volviera, y suplicándole que a cambio escribiera la carta que le había perdido para su tío, el rey. 

El joven Duque, al verla con su ropa de salida y su equipaje en la mano, sabía que algo muy malo había ocurrido. 

Así que en cuando ella se fue, el chico tomó una de las sábanas de su cama y comenzó a empacar para huir con ella. Solo llevaría todo lo que fuera valioso para su nueva vida, sus libros de magia, su peluche de conejo y un poco de ropa. 


Cuando llegó la jefa de criadas con su desayuno y no lo vio esperando en el recibidor, entró a la habitación interior sorprendiendo al chico. 

"¿Qué está haciendo, joven amo?" 

Maximilian palideció y ocultó su equipaje tras de sí, temeroso. 

"Yo... Yo... Juego" 

La señora Thomas nunca antes había visto a su pequeño amo actuando como un niño y al observarlo ahora, tan nervioso, simplemente creyó que al chico le daba vergüenza, que ella descubriera que todavía lo hacía.  No planeaba avergonzar aún más al pequeño Duque, así que no continuó preguntando. 

"De acuerdo. He traído su desayuno. ¿Necesita algo más?" 

Maximilian pareció pensar en algo y le pidió pan y queso, sin explicar para qué lo quería. 

A la señora Thomas no le importó, simplemente le traería lo que pidió cuando volviera para recoger la charola del desayuno. 

El chico pidió aquello pensando en llevarlo consigo para que no pasaran hambre mientras huían. 

Y una vez que tuvo el equipaje completo en sus manos y bien cerrado, lo guardo cuidadosamente al lado del de Amber. 

Como el bulto ya era lo suficientemente pesado, y el equipaje de la chica estaba casi vacío, Maximilian puso el pan y el queso dentro del bolso de Amber. 

Y espero, mientras tanto, continuaba intentando encantar el collar, solo que esta vez, el hechizo había cambiado, de uno de transmisión de imagen y audio a uno de escudo, que funcionaba una sola vez cuando su usuario se encontraba en peligro. 

-Este será más útil ahora- pensó con una sonrisa. 


El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora