El jardín lateral del auditorio brillaba cálidamente por la luz del sol y sin embargo se sentía fresco.
El camino que lo atravesaba estaba rodeado de algunos árboles y arbustos bien cuidados, y daba la sensación de ser un lugar secreto.
Mientras avanzaba corriendo por este, Amber podía sentir como si su corazón se le fuese a salir del pecho en cualquier momento, latiendo cada vez más y más rápido mientras se acercaba a su joven amo.
Quería decirle cuán orgullosa estaba de él, abrazarlo y tocar cariñosamente su suave cabello negro, como antes, como cuando eran felices en aquellos días, en el pasado. Como cuando creía que siempre estarían juntos y que podría verlo crecer hasta convertirse en un adulto.
A pesar de estar corriendo, se sentía como si el tiempo transcurriera demasiado lento y la distancia resultaba exasperante.
Entonces, a lo lejos pudo verlo por fin, caminando justo frente a ella.
Y su expresión se iluminó al instante y la emoción se desbordó, haciendo que lo llamase descuidadamente por su nombre de pila
"¡Maximilian!"
El chico volteó sorprendido y luego su expresión sería se iluminó, suavizándose y sonriendo.
Su joven amo era tal y como lo recordaba, solo que un par de centímetros más alto.
"¡Amber!"
Gritó él y corrió a su encuentro.
Y cuando llegó frente a ella sin pensarlo la abrazo, tan pero tan fuerte, llenándose los pulmones con el dulce aroma en su cuerpo, el mismo que recordaba y lo hacía sentir tranquilo.
Maximilian estaba completamente inmerso en su alegría, hasta que recordó que la gente de su majestad lo había estado siguiendo y entró en pánico. Poniéndose completamente pálido, soltándola y volteando hacia todas partes de forma frenética.
"¡Vamos!" le dijo con urgencia "Te sacaré de aquí"
Planeaba proteger la identidad de Amber sin importar el costo, jamás dejaría que el rey supiese de su existencia.
Al verlo tan lleno de temor, Amber se llenó de impotencia y volvió a abrazarlo. Era fácil adivinar el motivo por el cual estaba tan nervioso.
Tan solo tuvo que recordar lo que William había mencionado. Él dijo que se llevaría a quienes estaban espiando a Maximilian.
"Está bien, Wi... Mi amigo se está encargado de eso. Pero tenemos poco tiempo para charlar esta vez"
Entonces Maximilian recordó al hombre que se había colado esa noche en su habitación para entregarle aquella carta y frunció el ceño sin darse cuenta.
No le gustaba ese hombre mentiroso.
Pero si ese hombre había logrado colarse en el palacio algún talento debería tener. Pensó.
"Estoy tan orgullosa de ti, mi pequeño Duque"
Amber interrumpió sus pensamientos con estas palabras, tomándolo por sorpresa, y acarició su suave cabello negro y luego su mejilla. Mirándolo a los ojos con profundo cariño, sin dejar de sonreírle.
Había tanto por decir y tan poco tiempo.
"Tú puedes lograr cualquier cosa en la que pongas tu anhelo, siempre que te esfuerces lo suficiente, y yo siempre te apoyare en lo que sea que desees hacer"
Tan solo quería darle ánimos, así que no le importó lo cliché que sonaron esas palabras, era lo que realmente sentía.
"Te he extrañado tanto, Amber"
Al escuchar estas palabras, los ojos de la joven se enrojecieron y contuvo las incipientes lágrimas para no dejarlas caer.
Esta rara ocasión debería ser un recuerdo feliz, no uno triste. Tenían tan poco tiempo para estar juntos y este no debería desperdiciarse estando triste.
Maximilian sacó un pañuelo de su bolsillo y tocó cuidadosamente la base de las pestañas de Amber, jurándose a sí mismo que una vez que creciera jamás volvería a permitir que existiera algo que la hiciera llorar.
Quería crecer, lo anhelaba tanto.
Ella sonrió y volvió a abrazarlo, dándole pequeños golpecitos en la espalda, como si estuviese convenciendo a un niño para que dejara de llorar, a pesar de que era ella quien estaba llorando, y continuó hablando
"Debes recordar comer y dormir bien, para que puedas crecer grande y fuerte, pero sobre todo debes mantenerte seguro"
Estas palabras sonaron como una despedida, haciendo que doliera el corazón de ambos como si estuviese siendo arrancado.
Maximilian no se había dado cuenta pero ahora él también estaba derramando lágrimas, mojado el vestido de la chica.
Quería quedarse con ella así para siempre, quería llevarla consigo y escapar juntos, pero sabía muy bien que hacer esto no era algo realista.
En estos meses su mentalidad había crecido y madurado, ya no era el mismo niño ingenuo, que no sabía nada del mundo. Esta vez no permitiría que algo malo le pasase a Amber por su imprudencia e impulsividad.
Todavía podía verlo vívidamente cada noche en sus pesadillas, como la Duquesa golpeaba y pateaba a Amber sin piedad, luego de que él le suplicara que les permitiera irse juntos.
Cada vez que despertaba cubierto de sudor después de estas pesadillas no podía evitar culparse a sí mismo.
Maximilian apretó los ojos y se obligó a dejar de pensar en ello, intentando recuperar la compostura. Entonces, sintió el cálido toque de Amber, quien acariciaba su cabeza y cabello con dulzura, lo que le trajo paz y le ayudó a tranquilizarse, deteniendo su llanto.
"Amber, yo cumpliré con todo lo que me digas. Comeré bien, dormiré lo suficiente y me mantendré a salvo... A cambio, solo te pido que no olvides nuestra promesa y me esperes. ¡Yo creceré, me haré muy fuerte, e iré a buscarte!"
El tono desesperado de sus palabras parecía más una súplica.
Amber asintió. Sin embargo, quería reír al pensar que su joven amo era tan diligente y apegado a esa promesa. Pero estaba bien, cuando creciera, el asunto de la promesa matrimonial tan solo sería un recuerdo adorable y una broma tierna sobre los años mozos de Maximilian.
"De acuerdo, lo haré, mi joven Duque. Te quiero mucho, y no quiero que olvides que existe alguien para quien eres la persona más importante del mundo, alguien que quiere verte feliz y sano. Mi pequeño Duque, ¡no estás solo, por qué yo siempre estoy pensando en ti!"
Amber plantó un solo beso sobre de la blanca y suave frente de su joven amo justo después de decir estas palabras, dejándolo completamente anonadado.
Y con todo el dolor de su corazón corrió de regreso al lugar en donde Will la estaría esperando para sacarla de ahí.
Estas palabras, tan solo quería que él no se sintiera solo, tan solo quería hacerlo sentir querido y valorado; por eso no existía un atisbo de vergüenza al decirlas.
Cuando Maximilian salió del shock, sus mejillas se enrojecieron y luego todo su rostro hasta su cuello, viéndose como si fuera una gran remolacha. Y con ambas manos tocó el lugar en donde ella lo había besado, olvidando por completo la tristeza de la despedida, y sonriendo torpemente.
Ella le dijo que lo quería, ella lo había besado.
Su primer amor también lo tenía en su corazón, haciéndolo sentir tan dulce.
Ahora podía sentirse seguro, ahora podía dejar de temer que algún día ella olvidara su promesa y amara a otro. Podía dejar de tener miedo de que cuando fuera a buscarla la encontrara casada con otro.
Sus palabras, cada una de ellas, las guardaría en su corazón como un tesoro, para acompañarlo en el futuro. Cuando las cosas fueran difíciles o dolorosas, y la espera larga.
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El regreso de la extra
RomanceAmber Vilches, luego de recordar su vida como Han Ji-a, se da cuenta de que tan solo es una extra dentro de una novela, un personaje que únicamente sirvió para marcar de manera trágica la infancia del villano, Maximilian Arges. Un desafortunado vill...