Cuando Amber volvió a la mansión del Ducado, tenía una ligera sonrisa en la comisura de sus labios.
La luz del atardecer se combinaba bien con su vestido color limón, haciéndola ver alegre, jovial y dulce.
Caminaba distraídamente por el camino del jardín por el que llegaba hacia su habitación. Teniendo decenas de ideas en la cabeza de cómo organizar la celebración de cumpleaños de Maximilian, pero sobre todo, imaginando cuál sería la reacción del pequeño Duque cuando le entregara su obsequio de cumpleaños.
Iba tan inmersa en sus pensamientos, que ni siquiera se dio cuenta de la figura oculta que la asechaba entre los rosales, a tan solo unos pasos de ella. Hasta que aquella figura de improviso la sujetó del brazo con fuerza, obligándola a detenerse.
Por reflejo, Amber volteó hacia esta, perdiendo en un momento toda la alegría, tornando su rostro a uno de desconcierto y vigilia. E, incluso, había terror en sus ojos en cuanto vio de quién se trataba, congelándola por completo.
Con el jalón, la canasta que sostenía la joven cayó y de esta salió rebotando hasta abrirse una pequeña cajita forrada en terciopelo azul y se abrió. Revelando un prendedor para solapa masculino, de oro blanco y un pequeño zafiro.
De inmediato, los ojos del Duque se dirigieron a este.
En cuanto vio el contenido, frunció el ceño y sus ojos se llenaron de una ira cruel, apretando con fuerza la mano sobre el brazo de la joven. Lo cual le hizo doler, soltando un pequeño gemido lastimero.
Duncan, al escuchar aquel sonido, volteó a verla, aún furioso, y preparándose para interrogar a Amber, en medio de una tormenta de celos.
Pero en cuanto se cruzó con aquella expresión de dolor en la mujer que amaba, inconscientemente la soltó. Entonces, ella aprovechó el momento para recoger todas sus cosas y huir de ahí lo más rápido que pudo.
El Duque vio una vez más con impotencia la pequeña espalda de Amber alejarse, huyendo ansiosamente de él, y cuando la perdió completamente de vista, volteó a ver su mano con una mezcla de perdida y pesar.
Mientras estaba en su estudio, había enviado a Albert lejos con una excusa para poder venir aquí a esperarla sin interrupciones.
Al principio tan solo quería verla, aunque fuera desde lejos. No la había visto en todo el día y sentía que se estaba volviendo loco, realmente la extrañaba.
Pero de camino hasta aquí se dio cuenta de que estaba muy molesto. Cada vez que ella sale no puede evitar pensar en que no la volverá a ver nunca más, y esa idea lo hace sentir aterrorizado.
Había planeado decirle a solas que, si debía salir nuevamente, bien podría decirle que planeaba comprar y luego él enviaría a Albert por estas cosas. Así no tendría que sentirse tan angustiado.
Lo siguiente, sucedió tan rápido. Él pudo ver claramente como cambió su expresión en cuanto lo vio, hiriendo una vez más su corazón, pero después de eso... Cuando vio el contenido de aquella caja, miles de escenas de Amber con otros hombres desfilaron por su mente, volviéndolo loco de ira.
Pero en cuanto vio su rostro lleno de dolor, toda la furia se desvaneció y la soltó sin pensarlo.
Duncan aún estaba aturdido en medio del jardín cuando llegó el mayordomo casi corriendo, muy agitado.
"Su excelencia, lo he estado buscando por todas partes... ¿Qué... Qué sucede?"
Albert notó la extrañeza del Duque y supuso que algo debería haber pasado, de inmediato volteo a todas partes y dio un suspiro de alivio cuando no vio a otras personas cerca. Sería muy malo si los chismes llegaran a los oídos de la Duquesa.
Ante la pregunta del mayordomo, Duncan pareció reaccionar y dándole la espalda, beso suavemente la mano que había tocado a Amber
No era bueno sacar conclusiones apresuradas, era imposible que ese prendedor fuera para un sirviente, y si fuera para un hombre salvaje de afuera, no había razón para que Amber lo trajera a casa.
Pero tampoco podía volver a permitirle salir otra vez, tendría que hacer algo para evitarlo.
"¿Su excelencia?" Le llamo nuevamente, un tanto dubitativo
"Albert, quiero que soborne a un par de personas para que sigan a Amber, quiero saber qué hace, con quien habla y sobre todo con quien se reúne, a partir de ahora"
"Sí... Sí, su excelencia"
Amber volvió a su habitación y se encerró dentro, temblando. Sentía como si su corazón fuese a salirse de su pecho en cualquier momento, debido al miedo. Y en cuanto pudo se quitó el vestido y lo arrojó lo más lejos posible de ella. Se sentía asqueada.
Su brazo dolía, y tenía marcados muy claramente sobre la piel de su brazo, cinco huellas de dedos rojas y amoratadas.
No se sentía lo suficientemente bien como para salir de su habitación, así que, luego de ponerse su uniforme, se dirigió a las cocinas a la hora en la que sabía que la señora Thomas iría a buscar la cena del pequeño Duque para pedirle que, por favor, le dijera a Maximilian que estaba muy cansada, por lo cual se acostaría a dormir temprano, y pedirle que le entregara el collar con el dije encargado a Maximilian.
La señora Thomas accedió sin problemas, pero miró con curiosidad la ropa de la joven sirvienta. La había visto salir con un vestido colorido esta mañana, incluso pensó que se veía muy bien. Pero ahora, extrañamente vestía su uniforme de trabajo, y no pudo evitar preguntar la razón.
"Oh, es que se manchó con algo muy asqueroso. Incluso si no fuera mi único vestido de salida, pensaría en quemarlo, pero supongo que solo puedo lavarlo"
La jefa de sirvientas sintió que la expresión de Amber en ese momento era algo extraña, pero no preguntó más, y simplemente se apresuró a entregar la cena del chico.
Amber realmente se dio un baño y se acostó a dormir temprano. Realmente se sentía agotada, tanto emocional como físicamente.
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El regreso de la extra
RomanceAmber Vilches, luego de recordar su vida como Han Ji-a, se da cuenta de que tan solo es una extra dentro de una novela, un personaje que únicamente sirvió para marcar de manera trágica la infancia del villano, Maximilian Arges. Un desafortunado vill...