Capítulo 18

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En tan solo unos minutos, el rumor sobre la monstruosa ira de la duquesa y el terrible castigo que dio a quienes la causaron, llegó a todos los rincones de la mansión, incluso en las cocinas donde trabajaba Amber, alarmando a todos los sirvientes.

 Todos, aterrados de cometer cualquier mínimo error, temblaban en sus puestos, manteniendo las cabezas bajas.

Sobre todo después de escuchar los detalles aterradores, sobre el castigo que habían sufrido todas las personas implicadas que solían servir al duque en sus habitaciones.

Amber, quien pelaba papas en ese momento, escuchó de boca de las lavaplatos que conversaban cercanas a ella, sobre todos aquellos sórdidos detalles.

"¿Recuerdas a esa sirvienta que estaba tan orgullosa de haber sido seleccionada para llevar flores a las habitaciones del duque? La que cada vez que venía a pedir bocadillos para el duque, nos miraba con desprecio. Pues ella fue la que se llevó la peor parte. No solo le dieron el mismo castigo que a las demás, también le cortaron la lengua. Al parecer intentó convertirse en la amante del duque"  "¿En verdad?" "¡Qué horror!" "Una rana queriendo comer carne de cisne, sin duda"

Amber no quería escuchar más al respecto, no solo por lo desagradable que le resultaba que hablaran de aquello, sino porque de pronto tuvo un terrible presentimiento. 

Así que se llevó el saco de papas y el banquillo, a la bodega, para terminar de pelarlas ahí. 

Tan solo unos minutos después, llegó al umbral de la puerta de la bodega el jefe de cocinas junto al mayordomo Albert

"Es ella" dijo el jefe de cocinas y la señaló con su mano regordeta.

Y luego, frente a las miradas de curiosidad, morbo y miedo del resto de los empleados de la cocina, fue escoltada fuera de ahí y puesta frente a la duquesa. Quien bebía té en uno de los invernaderos de la casa.

"Ella es la sirvienta de la que le hable, mi señora" indicó respetuosamente el mayordomo y casi obligó a una sorprendida Amber a que se hincara.

Ella no entendía por qué estaba ahí, no podía dejar de temblar, reprimiendo las lágrimas por el miedo. Sin embargo, se aseguró de mantener el rostro bajo. No estaba preparada para esto, y mil ideas catastróficas sobre la razón por la cual había sido llevada ahí, cruzaron por su mente.  

¿La duquesa se había enterado del interés que tenía el duque por ella?... ¡No! Si eso fuera ahora estaría muerta. 

En la novela, Amber se salvó durante mucho tiempo de la ira de la duquesa gracias a los ruegos y amenazas que el duque hizo para protegerla, pero eso fue debido a que el duque estaba al tanto de cuanto sabía la duquesa. Ahora que las cosas se habían dado de otra manera, Amber no sabía si podría sobrevivir una vez que la duquesa se enterara.

La duquesa la observó durante algunos momentos sin hablar y luego le ordenó al mayordomo que se retirara, haciendo un gesto con la mano.

"Desde mañana servirás como la sirvienta personal del duque" Le ordenó fríamente a la temblorosa chica frente a ella

-¡No! ¡Eso no!- 

La respiración de Amber se aceleró, recordando la novela, estaba hiperventilando mientras sujetaba las enaguas en su regazo con fuerza. Entonces, mordió el labio y pellizcando su muslo, tomó el valor para suplicarle a la duquesa con voz quebrada.

"Por favor... su alteza, retire su orden. Esta sierva no sabe hacer nada bien y me preocupa ofender al duque con mi torpeza" 

La cruel duquesa, al ver su obvio temblor y esa voz llena de miedo, sonrió.

"Precisamente, es porque no quieres servir a mi esposo, que te envío ahí. Por qué tú reconoces tu lugar, y no vas a atreverte a acercarte al duque con otras intensiones. Además, te pediré un reporte detallado sobre el comportamiento de las otras criadas cercanas a mi esposo, el cual le entregaras una vez por semana a la jefa de sirvientas. Desde luego que la paga será cuantiosa"

"Por favor, alteza, yo..."

"Sé que te llevas muy bien con mi hijo Maximilian"

La interrumpió la duquesa, y en ese momento entró la jefa de sirvientas, quien se acercó y saludó con una reverencia.

"Te diré que haremos -continuó la duquesa- Tú cumplirás con tu parte y yo me aseguraré de que alguien de confianza, por ejemplo, la jefa de sirvientas, le lleve las tres comidas de manera digna al niño. A cambio, tú servirás de todo corazón al duque como su sirvienta personal. Estoy segura de que lo entiendes, Amber Vilches, ese pobre... niño, Maximilian, realmente no tiene a nadie más de su lado"

Esta era una clara amenaza para la criada, si ella continuaba resistiéndose a servir al duque, Maximilian sería quien pagaría la afrenta.

Amber se mordió los labios y contestó con desesperación

"Como ordene su alteza. Cumpliré bien mi papel"

"Sabía que al final serías inteligente"

La duquesa tenía una sonrisa en los labios, una que no llegó a sus ojos mientras miraba a la criada.

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Media hora antes.

El mayordomo Albert había sido llamado al estudio de la duquesa para ser interrogado, y este cumplió con decir el guion ensayado con el duque.

"El duque se ha estado quejando de la falta de respeto de la servidumbre, pero me prohibió comunicárselo a la duquesa, pues no quería, en sus palabras, "ser una molestia". Solo me indicó que cambiara a la peor criada. Entonces, elegí a una chica seria y responsable que solía trabajar en los jardines, pero luego me enteré de que esta había sido cambiada aleatoriamente por la jefa de sirvientas y enviada a trabajar a las cocinas"

"¿Por qué la elegiste a ella?" Preguntó la duquesa

"Eso fue por qué un día en el que su excelencia paseaba por los jardines, la chica se había mostrado profesional y respetuosa en todo momento frente el duque"

El mayordomo sondeó la expresión de la duquesa y continuó

"Cuando aquella sirvienta elegida fue cambiada por... aquella mujer, el duque creyó que tal había sido la voluntad de su alteza la duquesa, y no se atrevió a contrariarla. Así que decidió soportarlo, pero como sabe, esta mañana, aquella... mujer fingió tropezarse y caer sobre el pecho de su excelencia. Y esto fue el límite de la paciencia del duque"

La duquesa montó nuevamente en cólera y ordenó venir a la jefa de sirvientas para regañarla. Cuando hablaron le había dicho que le daría un castigo por su estrechez de miras. Pero no mencionó cuál sería.


El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora