Capítulo 122

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Se trataba de un hombre de mediana edad, el cual la observaba con una especie de mirada muerta en sus ojos. 

Un hombre al que ella no reconocía, pero que ayer también había estado ahí, observándolos trabajar, de pie detrás de la cerca que separaba el territorio del gremio de la casa del vecino.

Usualmente Amber lo hubiese saludado por considerarlo un vecino, después de todo el hombre estaba en el patio trasero del vecino, pero había algo en esa mirada sin vida que le daba un mal presentimiento. 

Esta vez, como no habían sábanas que obstaculizaran su vista Mike también se dio cuenta de aquel hombre, y le advirtió a Amber en voz baja 

"Ese es el hijo del vecino. ¿Recuerdas? El anciano que no suele hablar mucho y solo se preocupa por regar su jardín. 

Su hijo... no es una buena persona. 

Hace tiempo el jefe lo obligó a irse de casa del anciano por qué intentó aprovecharse de nuestro bar fachada para convertir la casa de su padre en un prostíbulo.

Debió haber regresado cuando supo que su padre enfermó. Seguramente el jefe lo deja quedarse esta vez por el bien del anciano"

Amber apartó la vista y continuó levantando las sábanas sin volver a prestarle atención a aquel hombre, intentando disimular la incomodidad que le causaba su mirada fija

"Ayer también nos estaba mirando cuando tendíamos la ropa"

 Susurró, a lo que Mike le dio al hombre una mirada severa hasta que este se retiró de la cerca

"Solo... No te acerques a ese tipo ¿de acuerdo?. A mi también me da muy mala espina" 

La joven asintió, pero sentía que mantenerse lejos de este no sería suficiente.

Ese hombre debería tener resentimiento contra Will y el gremio de información. No, seguramente creía que este era tan solo un simple bar. 

Y, seguramente, debería estar pensando en una manera de vengarse. 

En ese momento, a la chica se le ocurrió que tal vez lo ocurrido con las sábanas tendría todo que ver con ese hombre, después de todo, en estos tres últimos días la mayoría de los integrantes del gremio estaban ausentes debido a misiones. 



Después de desayunar, y mientras Amber lavaba la vajilla del desayuno, Mike se fue y regresó un poco contrariado... Había ido a la oficina del jefe y descubrió que este había salido. 

"¿Qué sucede?" Preguntó ella al verlo su estado de ánimo "¿Will no estuvo de acuerdo?" 

Mike se puso las manos detrás de la cabeza y suspiró con resignación.

"No es eso. El jefe no está. Y, según Owen, lo dejó completamente a cargo en su ausencia.  Ese tipo dijo qué las volvamos a lavar por nosotros mismos y que dejemos de causar problemas" 

Tan solo al escuchar de que Owen lo había dicho, Amber estaba muy molesta

"¡¿Causar problemas?! ¡Ja!... Mike, ¡Vámonos a huelga!, y no hagamos nada el día de hoy como protesta" 

Mike la miró con cara de interrogante y le preguntó 

"¿Qué es eso de huelga?" 

Ella no sabía bien que responder, pero él aun la miraba atentamente, como un buen alumno en clase 

"Solo... Solo no hagamos nada hoy, ¿ok?. Y cuando lleguen los del gremio y vean que todas sus sábanas están sucias y apestosas a humedad les decimos que Owen fue el de la idea"

Mike entrecerró los ojos acusadoramente

"Amber" 

"¿Sí?" 

"Nunca imagine que fueras tan cruel... ¡Me agrada mucho! ¡Hagámoslo!" 

"..." 

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La vida parecía sentirse dulce mientras Mike y Amber estaban sentados en el patio trasero mirando las nubes pasar, cobijados a la sombra del sicomoro. 

Mike estaba de tan buen humor que incluso quiso volver a su habitación para sacar algunos bocadillos que había logrado esconder de sus camaradas glotones. 

"Esta ocasión amerita tener algo delicioso para comer. Espérame aquí, no tardaré" 

Dijo el chico alegremente y se levantó para correr de regreso a la casa.

Volviendo a mirar las nubes blancas en el cielo, Amber no pudo evitar pensar en estos momentos en lo afortunada que era.

Tenía una sonrisa relajada en los labios y cerró los ojos, disfrutando de la suave brisa primaveral en este día soleado.  

Pero, de pronto, hubo una explosión que pareció cimbrar la tierra, y comenzó a extenderse un espeso humo gris, el cual parecía provenir de todas partes.  

A pesar de haber estado al aire libre, el humo a su alrededor no se estaba disipando.

El pánico la invadió. 

No podía dejar de toser.

Lo primero que le vino a la mente era que algo había estallado en la cocina, y se preocupó porque adentro todavía estaban Owen y Mike. 

No podía ver nada, pero aun así intentó regresar a casa para buscarlos, a pesar de que poco a poco su conciencia se iba volviendo cada vez más confusa.

Pero, entonces, su cuerpo se estrelló contra una superficie dura y de inmediato un par de brazos firmes rodearon su cintura en un abrazo, pegándola aun más a su cuerpo.

Nadie en el gremio se tomaría esa clase de atrevimientos con ella, estaba segura.

Amber intentó luchar para salir de aquel abrazo, no obstante cada vez se sentía más y más débil. 

Cuando se dio cuenta, ya estaba siendo sostenida como una princesa en los brazos de aquél hombre, y había una especie de burbuja transe rodeando su cabeza, lo que le permitió respirar e ir recuperando la claridad poco a poco.  

Al mirar al hombre que la sostenía no pudo reconocer su rostro... estaba segura de nunca antes haberlo visto. 

La lucha para que la dejase ir se intensificó y también comenzó a gritar por ayuda.

Pero él no detuvo su paso ni la soltó.

Entonces, cuando antes las personas a su alrededor los estaban dejando pasar, de pronto se vieron rodeados y comenzó una gran pelea. 

Parecían estarse enfrentando dos bandos, y el hombre que la sostenía aprovechó para correr con ella en brazos rumbo al tercer piso. 

No obstante, nuevamente se vieron rodeados, y entonces el hombre comenzó a usar objetos mágicos para detener a los atacantes. 

Pronto la joven se dio cuenta de que el hombre se dirigía por los pasillos del gremio rumbo a la oficina de Will. 

Una vez adentro, se detuvo frente a la puerta y arrojó un artefacto mágico con forma de prendedor, el cual desplegó una barrera para evitar que las personas de afuera entraran, mientras él sacaba una especie de llave de su bolsillo y con este abrió un pasadizo detrás del librero en la oficina.

Para abrir el librero, tuvo que bajarla, pero nunca soltó ni por un momento la mano que sostenía su muñeca. 

Sin embargo, Amber ya no intentaba escapar.  Pues, alguien que conocía el secreto en la oficina de Will, debería ser una persona de su total confianza.

El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora