Amber, quien regresaba de haber entregado la carta, intentaba caminar lo más tranquilamente posible, pero el sudor frío en su frente y los pasos erráticos, delataban cuán nerviosa estaba.
Se imaginaba que en cualquier momento vendría una cuadrilla de guardias para arrestarla por el crimen de haber atentado contra un miembro de la familia real.
No importaba si ella únicamente se había defendido, el hecho de que había herido a su alteza, el Duque, era innegable.
Caminando por el pasillo rumbo a su anterior habitación, fue interceptada por el mayordomo, quien tenía una mirada acusadora y llena de ira, cerrándole el paso.
"Le recomiendo a la señorita, que no repita esa clase de comportamiento con su Excelencia. Ya que la siguiente vez tendré que ir en contra de las órdenes de mi señor, y hacer cumplir las reglas de la mansión"
"..."
Esto era claramente una amenaza para Amber.
Acto seguido, Albert le entregó el ungüento según las órdenes de su amo.
"Esto es enviado por su excelencia para tratar los labios hinchados de la dama. Creo que no hace falta que le recuerde que se quede en su habitación hasta que su lesión se haya curado por completo. Por ello, no es necesario que se presente a trabajar mañana. Y espero que la dama sea sensata y no se atraiga problemas a sí misma o a su excelencia con algunas palabras que no deberían ser dichas"
Amber, nunca se imaginaría que él, usualmente bonachón y pacífico, mayordomo del ducado, podría mirarla alguna vez con tanto resentimiento.
Mirando el pequeño y delicado frasco de aquel costoso ungüento enviado por el Duque en su mano, deseó arrojarlo al suelo en ese instante, pero esto no le traería ninguna ventaja, al contrario.
Además, necesitaba que la hinchazón en sus labios bajara cuanto antes, para no llamar más la atención sobre sí misma.
La joven tomó una porción del ungüento y lo observó durante algunos momentos. Este era incoloro, pero de un tenue aroma a gardenias. Al aplicarlo el dolor disminuyó con una agradable sensación fresca y relajante.
Recordando las palabras del mayordomo, Amber pudo concluir que el Duque había elegido ocultar nuevamente lo ocurrido.
Ella respiró aliviada, dejando ir una de sus preocupaciones inmediatas, pero aun así no estaba dispuesta a quedarse más tiempo en el Ducado.
Recordando que no había podido comer nada en todo el día, Amber se escabulló a las cocinas.
Y ahí una de las cocineras con las que se llevaba bien, inmediatamente notó su estado y preguntó al respecto.
"Me caí" Contestó ella, riéndose como si fuera la verdad, y esperando que no siguiera haciendo más preguntas.
"Cielos, Amber. Usualmente no eres así"
"Está bien, solo estoy avergonzada de contarlo"
Amber se sentía mal por tener que mentir tanto, cuando ni siquiera era su culpa. No era ella quien debería de sentirse avergonzada, era ese hombre.
Después de tomar su comida, se dirigió a la habitación de Maximilian.
Cuando llegó, el chico acababa de terminar de comer su almuerzo, y ahora estaba disfrutando de un postre con té.
Amber pensaba quedarse todo el tiempo en la habitación de Maximilian, hasta que pensara en una manera de escapar.
Estaba claro que el plan para escapar mañana durante la salida de los Duques, estaba descartado.
Comparó todas sus posibilidades y concluyó que solo tenía una única salida.
Debido a que su nuevo puesto apenas se le había informado hoy, había una gran probabilidad de que su nueva situación aún no hubiera sido comunicada a los guardias en la puerta.
Si ellos creían que continuaba siendo tan solo una sirvienta, Amber podría obtener un pase de salida de la señora Thomas, la jefa de sirvientas, y abandonar el Ducado con la excusa de estar haciendo una encomienda en el pueblo.
¡Por supuesto! ¡¿Por qué no se le ocurrió esto en la mañana?!
Mientras más tiempo pasaba había menos posibilidades de que funcionara.
Pero, ¿Debería de confiar en la señora Thomas?.
Amber sabía que tendría que contarle un poco de su situación para que aceptara ayudarla a hacer esto. Pero, al contarle, se estaba arriesgando mucho.
Todavía recordaba que la primera vez que la buscó para pedirle ayuda, ella fue a traer a su alteza, la Duquesa, poniéndola en un predicamento. Sin embargo, Amber creía que, ya que la situación era grave, la señora Thomas actuaría con empatía y la ayudaría.
Realmente no podía pensar en otra salida y el tiempo apremiaba. Si se quedaba un poco más en esta gran mansión, tal vez nunca más podría irse. Además, quizás la siguiente vez no podría hacer nada para detener al Duque.
Amber suspiró, sabía que su mente no estaba clara en estos momentos.
Al menos debería tantear la situación antes de descartar esta idea.
Luego de terminar el último bocado de comida, la joven observó al pequeño Duque.
"Cuando venga la señora Thomas saldré a conversar con ella, le suplico al joven Duque que me espere aquí adentro mientras tanto"
"¿Ella te va a ayudar a huir?" Adivinó Maximilian.
"Eso espero" Contestó ella y sacudió el suave cabello oscuro del chico a su lado.
Maximilian también había estado pensando todo este tiempo en como ayudarla a abandonar el Ducado, y también pensó en la posibilidad de pedirle su ayuda a la señora Thomas. Pero desecho esta idea, por qué no confiaba plenamente en la mujer, y ya que se trataba de la seguridad de Amber, no jugaría con su vida.
Sabía que ella debería haber pensado bien las cosas antes de tomar esta decisión, y que seguramente no pudo encontrar otra salida.
En ese momento tocaron a la puerta.
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El regreso de la extra
RomanceAmber Vilches, luego de recordar su vida como Han Ji-a, se da cuenta de que tan solo es una extra dentro de una novela, un personaje que únicamente sirvió para marcar de manera trágica la infancia del villano, Maximilian Arges. Un desafortunado vill...