Cuando Amber regresó a la mansión del Ducado, estaba por oscurecer.
No creyó que tardaría tanto en la herrería, todo porque el encargado prometió darle a mitad de precio una cerradura de hierro que estaba casi lista, si esperaba un poco más.
Para entonces, Duncan ya había volcado todo en su estudio y daba vueltas y vueltas con un rostro lleno de angustia, cada vez más desesperado
"¡Te dije que no la dejarás salir!"
"Es su día libre, además, no puedo hacer eso, su excelencia. No sin una justificación" Respondió el mayordomo con el rostro bajo.
"¡Pues debiste haber ideado una!"
"..."
"Debiste dejar que enviara a alguien a seguirla. ¿Y si ya no regresa?"
"Si envía a alguien a seguirla, la Duquesa lo sabrá de inmediato. Además, la señorita Vilches no se irá, no dejará al joven amo Maximilian a su suerte en el Ducado"
"¡¡¡No me menciones a ese bastardo!!!" Rugió el Duque, y salió como un loco del estudio, pateando la puerta.
El mayordomo iba detrás de él, intentando disuadirlo para que se detuviera y regresará a su estudio. Tenía mucho miedo de que su señor fuera a hacer alguna locura. Pero este de nuevo le gritó.
"¡Déjame en paz! ¡Solo saldré a tomar aire!"
Albert se detuvo por unos momentos, pero no podía dejarlo solo, así que tuvo que continuar siguiendo a su señor.
Al final, logró convencerlo de esperar a la señorita en el jardín por el que tenía que pasar para dirigirse a las habitaciones de la servidumbre.
Albert estimó que quedarse aquí por poco tiempo no debería verse como algo sospechoso.
Y justo en ese momento vieron venir a lo lejos a la razón por la cual el Duque casi enloquece.
Amber los vio también, pero fingió no hacerlo y simplemente cambio la dirección de sus pasos, para ir directamente a las habitaciones de Maximilian.
Y el Duque, al darse cuenta, apretó los puños y comenzó a caminar tras ella, frenético.
El mayordomo quería llorar sin lágrimas en ese momento.
Con una simple acción de la señorita Amber, toda la ansiedad y preocupación del Duque se había convertido en ira.
"Por favor, su Excelencia, no haga esto" suplicaba el anciano entre susurros al Duque mientras lo seguía, intentando mantenerle el paso.
"¿Hacer qué? Tan solo estoy volviendo a mis habitaciones. Debes estar olvidando cosas debido a la vejez, Albert. Este también es el camino de regreso, ¿lo olvidaste?"
Se burló Duncan, sin disminuir la velocidad de sus pasos.
Quería ver si ella era tan valiente, como para volver a fingir no verlo cuando lo tuviera de frente.
Amber intentó mantener la calma.
Nunca imaginó que su Excelencia estaría esperándola en ese lugar, de lo contrario hubiera ido primero con su joven amo.
Pero entonces, tuvo una idea.
Y antes de entrar al corredor que conducía hacia las escaleras, giró rumbo a las cocinas por la entrada de empleados.
-Ya que tanto quiere seguirme, veremos si se atreve a hacerlo por las cocinas y hasta la bodega donde se guardan los vegetales- Pensó
Y efectivamente, el digno Duque no se atrevió a llegar a tanto, así que solo pudo regresar en medio de su furia al jardín, en donde se la había topado hace apenas unos minutos.
Después de todo, Amber siempre tendría que pasar por este para llegar a los dormitorios de la servidumbre.
Y si alguien llegaba a preguntar sobre la razón por la que el Duque se encontraba aquí, siempre podía echarle la culpa a que necesitaba recuperarse de su mal humor.
Un plan aparentemente perfecto.
Pero parece que el destino no estaba de su lado esa noche, pues unos minutos más tarde, una pequeña criada se apresuró a transmitirle al Duque las palabras de la Duquesa.
Esta solicitaba su presencia en las habitaciones de su alteza, la Duquesa, para cenar y "pasar tiempo juntos".
"Pasar tiempo juntos" tres palabras que Duncan había odiado y que le causaban náuseas, desde que se casó con Cecilia Creonia.
Fue una noche terrible para Duncan, una donde, luego de que todo terminó, sentía que algo le fue arrebatado nuevamente.
Él se quedó como inerte sobre la cama.
Tan solo observando hacia el techo con la mirada perdida.
Intentando olvidar el asco que se tenía ahora mismo, y lo sucio que se sentía.
En momentos como este, solía encontrar consuelo en su ensueño.
Imaginando como hubiera sido su vida, si jamás hubiese conocido a la repulsiva Cecilia Creonia, si nunca lo hubieran obligado a este repugnante matrimonio.
Pero luego de enamorarse de Amber, su ensueño cambio.
Si tan solo pudiera regresar el tiempo...
Escaparía muchos años antes de casa de sus padres, antes de que conocer a la Duquesa de Argen, antes de que lo obligaran a casarse con ella.
Acumularía poder y riqueza, y luego iría a la casa de los Vilches con un cuerpo limpio y puro, digno de ella; y con el corazón en la mano, pediría en matrimonio al amor de su vida, Amber Vilches.
Y, entonces, dedicaría cada día de su vida a hacerla la mujer más feliz del mundo, mimándola a cada paso.
Duncan suspiró y una lágrima llena de anhelo rodó por sus sienes.
Cerró los ojos y soltó un sollozo por lo bajo, antes de volver a abrirlos.
De nada le servía soñar en este momento con lo que pudo haber sido.
¿Regresar en el tiempo...? ¡Ja!
Antes no tenía nada, pero ahora tiene a Amber, su única luz, y quien se ha convertido en su motivación para pelear.
Así que solo puede planear poco a poco, hasta lograr el futuro con el que sueña, un futuro siendo libre a su lado.
No creía que algún día, con todo su amor y sinceridad, no pudiera conmover a Amber. Y lograr que ella también lo amase.
Este es su presente, y solo de él depende buscar una salida para ambos. En estos momentos él es el único que puede protegerla, y ella es todo lo que él tiene.
Duncan no sabe que les depara el futuro, pero sí tiene muy en claro que:
Él jamás permitirá que Amber se vaya de su lado. Y, ya sea que ella lo quiera o no, Amber siempre será suya.
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El regreso de la extra
RomanceAmber Vilches, luego de recordar su vida como Han Ji-a, se da cuenta de que tan solo es una extra dentro de una novela, un personaje que únicamente sirvió para marcar de manera trágica la infancia del villano, Maximilian Arges. Un desafortunado vill...