Pronto, los rumores en la capital se confirmaron indirectamente cuando se anunció que, una semana más tarde, se celebraría un espléndido baile en honor al último descendiente de la sangre de Argen en el palacio de su majestad, el rey.
Al cual fueron invitados todos los nobles y magos del reino.
Con la excusa de prepararse adecuadamente para tal evento, al fin Duncan Valis tuvo una razón para abandonar, junto a Albert, la mansión del Ducado en la capital.
Lamentablemente, justo cuando el carruaje estaba por partir, la Duquesa los detuvo e insistió en acompañar al Duque.
Empeñándose en que deberían de ir de compras juntos, para poder asistir al baile usando un traje combinado, como la pareja que eran.
Así que Duncan no pudo ir personalmente al gremio de información, pero mientras compraban se aseguró de encontrar una razón para enviar a Albert por su cuenta.
Al finalizar el día, Albert volvió con toda la información existente acerca de la joven Amber Vilches.
Esa noche, en la habitación del Duque.
"¿Y bien? ¿Qué descubriste?" Lo interrogó con impaciencia.
"Su excelencia, fui a dos gremios diferentes. A uno llamado cuervo, que se especializa en información, y a otro en el mercado negro, el cual se rumora que es... ...En el primero no fui recibido por el líder, pero en el segundo el trato..."
"..." Duncan frunció el ceño al darse cuenta de que el mayordomo parecía estar dilatando el informe por alguna razón, y se escuchó claramente el irritado tamborileo de sus dedos sobre la mesa de caoba, lo que causó que Albert tragara.
"... Será mejor que usted mismo lo vea" Exclamó y le entregó apresuradamente un sobre con la imagen de un pequeño Cuervo en vuelo, como si este le estuviese quemando los dedos.
Duncan lo abrió y comenzó a leer cada palabra con detenimiento.
Mucha de la información de Amber ya era conocida por él, la muerte de su hermana menor, las apuestas de su padre, el despilfarro de su madre, y las deudas de su familia...
Sin embargo, pronto sus ojos se toparon con cierto detalle, uno que causó que el rostro del Duque se desencajara debido a la ira, sus ojos se enrojecieran y sus dientes crujieran.
Amber, ¡su Amber!, ¡Realmente estaba comprometida!.
Hace varios meses los Barones Vilches habían solicitado a un gremio que buscara a su hija en el Ducado y elaborara un retrato actual de ella para que pudieran comenzar a recibir propuestas matrimoniales en su nombre. Todo esto a raíz de que Amber dejara de enviarles dinero como lo había estado haciendo mes a mes durante los últimos cinco años.
Y coincidentemente, cierto Vizconde de mediana edad, estaba en busca de una prometida joven y hermosa.
Una que a cuya familia no les importase su mala reputación, sus tendencias violentas e inmorales, las múltiples amantes o todos los hijos legítimos que tenía.
Y rápidamente se acordó un precio muy generoso por parte del Vizconde para los Vilches, y ambas partes firmaron el compromiso.
Entonces, los Barones fueron a buscar a su hija al Ducado, junto a un par de los hombres de confianza del Vizconde. Solo por si la joven se negaba a acompañarlos de regreso a la capital.
Sin embargo, los hombres no pudieron atraparla y tampoco regresaron.
Así que ese Vizconde, furioso, contrató por mucho dinero a un Gremio, el cual era famoso por su crueldad y poder, para que la secuestraran y la llevaran ante él.
Pero poco después este gremio desapareció del mapa en medio de un mar de sangre, y desde ese momento los otros gremios se negaron a aceptar cualquier misión de secuestro que tuviera que ver con Amber Vilches, sin importar cuanto dinero les ofreciera el Vizconde.
En el siguiente segundo el Duque golpeó la mesa con el puño, haciendo saltar y temblar a Albert.
Se levantó intempestivamente, y se apresuró a sacar una de las espadas que estaban en exhibición en la pared, completamente enloquecido.
Dirigiéndose, posteriormente, a grandes zancadas hacia la puerta
"¡No, mi señor!... ¡Deténgase!..." Suplicó el mayordomo yendo tras él.
Duncan siguió caminando a paso firme, sin importarle las súplicas del anciano ni que este estuviese luchando con todas sus fuerzas por detenerlo.
"Mi señor... Por favor, si los mata... Piense que estos también son los padres de la señorita"
"¡Oh! ¡¿Quién dijo que quiero muertos a sus padres ahora?! No... Ellos al menos deben asistir a nuestra boda antes de morir"
El Duque comenzó a reír frenéticamente, asustando aún más al ya tembloroso mayordomo. Quien, en ese momento, se cayó de rodillas, pero sin atreverse a soltar los pantalones de su señor.
"¡...!"
"¡A quien voy a matar hoy es a ese degenerado Vizconde, que se atreve a codiciar a mi mujer!.
¡Oh! ¡Sí!. Voy a torturar y a desollar vivo a esa maldita bestia que puso una recompensa para capturar a mi Amber"
El Duque empujó al mayordomo, intentando quitárselo de encima, y continuó avanzando, pero este logró alcanzarlo y sujetarlo, abrazándose de una de sus pantorrillas.
"Su excelencia, por favor. Si hace eso, no solo se meterá en serios problemas, sino que la Duquesa va a comenzar a sospechar de sus razones y con aquella pista va a llegar hasta la señorita... Usted sabe que para su alteza será más fácil encontrar a la dama"
Tan solo estas palabras detuvieron al fin al enloquecido Duque, permitiendo que Albert se levantara y le quitase, con algo de dificultad, la espada de las manos.
Duncan se había quedado inmóvil, mirando sus manos vacías, mientras el mayordomo volvía a poner la espada en su sitio.
Parecía estar realmente cansado y perdido, con una profunda tristeza en la mirada, pero al menos se había sosegado.
Al momento siguiente, el Duque tomó nuevamente aquellos documentos, y caminó hacia uno de los sofás frente a la chimenea. Desplomándose sobre de este y cubriéndose los ojos con la otra mano.
"Su excelencia, tal vez debería ir a descansar ahora"
Sugirió el mayordomo mientras se acercaba, preocupado por su señor.
Duncan negó con la cabeza y volvió a leer los documentos en su mano, arrojándolos después a la chimenea encendida, viendo embotado como estos se convertían en cenizas.
Y, entonces, la voz fría y profunda del Duque rompió el silencio.
"Mañana saldrás nuevamente, buscarás un gremio confiable y les pagarás lo que sea necesario para que maten a ese maldito Vizconde. Quiero que lo hagan parecer una venganza en nombre de alguna sus víctimas.
Y también solicita que alguien que se infiltre en la propiedad de los Barones Vilches. Quiero saberlo todo, el contenido de cualquier carta que reciban y envíen, quien los visita, y con quien se reúnen afuera.
Pero sobre todo quiero saber cualquier rumor que puedan encontrar sobre Amber"
"Sí, su excelencia" El mayordomo se inclinó al responder.
"Dicen que no se atreven a secuestrarla, no hace falta, yo mismo iré por ella"
"¿Qué? ¡Mi señor... Pero...!"
"¡Yo sé lo que hago Albert!"
Al ver la frialdad y advertencia en los ojos de su amo, Albert asintió, sin atreverse a contradecirlo nuevamente.
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El regreso de la extra
RomanceAmber Vilches, luego de recordar su vida como Han Ji-a, se da cuenta de que tan solo es una extra dentro de una novela, un personaje que únicamente sirvió para marcar de manera trágica la infancia del villano, Maximilian Arges. Un desafortunado vill...