Capítulo 96

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Luego de ese día, Amber comenzó a abrirse un poco más con Ashton, llegando a contarle algunas cosas sobre sí misma.

El chico sabía escuchar y nunca la juzgaba, por eso le resultaba tan fácil hablar con él.  Con Mona y Adriana también era fácil hablar, pero una era un poco... demasiado comunicativa, y la otra algo impulsiva.

Y aunque Amber nunca le reveló a Ashton nada sobre el acoso del Duque, sí pudo contarle sobre otras vivencias.

Por la mañana, solían conversar en la panadería cuando él entregaba harina; y por la tarde, ella cocinaba para ambos, el almuerzo y la cena. Temiendo que él descuidase su alimentación. 

Así que, casi siempre, terminaban comiendo juntos y, por consiguiente, charlando un poco más.

A pesar de que al principio el sabor de la cocina de Amber no era muy bueno, y de que a veces se le quemaba la comida, a Ash le gustaba la compañía y los platillos tan extraños que ella preparaba. Todos eran tan novedosos que, durante un tiempo, lo hacían esperar con ansias la hora de comer. 

Cuando al fin su cocina mejoró, ella insistió en que él también debería aprender a cocinar, así que ahora pasaban cada vez más tiempo juntos. 

Entonces, William, un solitario huérfano, poco a poco había comenzado a sentir algo que nunca antes había experimentado, algo muy novedoso.  Algo tan vital y valioso, que antes ni siquiera sabía que le hacía falta. Y esto era "calor de hogar", un sentimiento de que al fin pertenecía a un sitio, de ser necesitado y valorado.

Era un poco triste cuando meditaba en ello por las noches, por qué ni siquiera cuando su madre continuaba con vida se había podido sentir necesitado. 

Pues, a pesar de que la mujer lo había cuidado siempre, su comportamiento era más como si estuviese cumpliendo con la responsabilidad de mantenerlo con vida. 

En ese entonces, Will creyó que así era como se comportaba una madre, y para él su madre era su todo. 

Es extraño como a veces un detalle tan pequeño puede traer una felicidad tan grande, y a Will la compañía de Amber le había traído más alegría que los miles de monedas de oro y joyas que tenía bajo su propiedad.   

Por ello ahora había dejado de probarla, aceptando que Amber Vilches siempre había sido una persona gentil, genuina. 

Sin saberlo, ella se había convertido a sus ojos en una luz brillante, la única entre toda la oscuridad de este mundo.  

Y sin darse cuenta, él también dejó de fingir la personalidad de Ashton, aquella dulce, inocente e ingenua, pero también dejó de usar con ella aquella máscara de indiferencia y frialdad que él usaba con el resto del mundo.  

Y tan solo quedó William, el real. 

El que solía actuar de manera arrogante, pero mimada, el que era travieso y bromista, pero que la hacía reír y quien siempre estaba pensando en su bienestar.

Sin embargo, la culpa se instaló en su corazón, muy profundo, mordiendo su conciencia. 

Decirle quién era realmente, que era el jefe del gremio cuervo, y revelar que era un mago; lo que lo angustiaba no era tanto eso. 

Confiaba en que a ella no le importaría quién era él realmente. 

No. 

El problema era revelarle que desde que la conoció le había mentido sobre todo acerca de él. A ella, a quien, sin dudarlo, le abrió su corazón y le otorgó su confianza desde el primer día. 

El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora