Al volver a casa, Amber le llevó el almuerzo al pequeño duque junto con el libro de magia que acababa de comprar
"¿Qué es esto? -Preguntó el chico en cuanto ella se lo entregó y leyó el título- ¿Quieres que sea un mago?"
Los ojos de Maximilian alternaban entre aquel libro de pasta roja y los cálidos ojos de color dorado de Amber, en medio de la incredulidad.
"Ya que no has heredado el rasgo de los Argen, al menos deberías ser un hombre digno de llevar el apellido de mi familia"
Eso había sido lo último que su padre biológico le había dicho antes de partir hacia la capital, donde había muerto. Maximilian tenía muy en claro que había destrozado las esperanzas que su padre puso en él, al nacer sin talento alguno para el maná.
Él, como un fruto entre la unión de los Argen y los Creonia, debería haber servido para revivir el legado mágico en su sangre. Esta era la única razón por la que su padre biológico se había casado con su madre, una mujer a la que no amaba.
Sí, él era un producto defectuoso.
La familia Argen alguna vez fue una familia muy poderosa. Una que estuvo llena por generaciones de magos sumamente talentosos. Gracias a eso se habían forjado fama y fortuna, llegando a ser incluso una de las familias fundadoras del reino, en antaño.
Pero ahora, desde hacía trescientos años, que no nacía un usuario de la magia en esta familia. Incluso se llegó a hablar de que existía una maldición en los Argen.
Así que, en cuanto nació Maximilian, su padre, el Márquez de Argen, lo había llevado a la academia en la capital del imperio para probar su afinidad con el maná.
Algo que ahora se había convertido meramente una costumbre simbólica de los Argen cada que nacía un nuevo integrante.
Y ese día su padre había sufrido una terrible decepción, pues el gran mago no pudo encontrar talento alguno en el recién nacido. Así fue como su padre dejó de preocuparse por él y se terminó todo el cariño que hubiera podido sentir por su hijo.
Pero Amber sabía que dicho talento existía gracias a la novela, y Maximilian, no solamente sería un mago, él sería el más grande mago del imperio desde su antepasado, quien había ayudado a fundar el reino.
"¿Confía en mí, pequeño duque?" Le preguntó la criada, tomando sus manos y llevándolo a sentarse al sofá
En los ojos del chico había una mezcla de ansiedad y aprensión.
Sabía perfectamente que no había ni una pizca de talento mágico en su cuerpo.
Y no podía evitar angustiarse al pensar que si ella se enteraba estaría muy decepcionada, si Amber se enteraba de que él era un producto defectuoso... ¿Dejaría de quererlo como lo había hecho su padre?.
La mirada amorosa y expectante que Amber mantenía en él, hizo que su corazón se apretase, así que contestó con una voz dudosa y quebrada.
"Yo... Yo, sí, confío en Amber"
"Entonces créame, pequeño duque. Usted tiene uno de los talentos mágicos más grandes del reino. Y será un mago increíble en el futuro, digno de lograr lo inimaginable. Pero para eso debe aprender los conceptos de la magia cuanto antes"
"Eso... ¿Cómo es posible? -Maximilian no lo creía en lo absoluto- ¡¿Qué te hace creer eso?!" la instó
Amber le sonrió llena de confianza
"¡Es un secreto!. Solo prométame que va a estudiar el libro que le he regalado con gran ahínco"
Maximilian miró aquel libro, sobre la mesa.
Si ella realmente confiaba tanto en él, él jamás la defraudaría. Él también confiaría en ella y lo intentaría con todo su corazón, con tal de no decepcionarla.
Desde ese día, Maximilian dedicó casi todo su tiempo a aprender y practicar el libro de magia con devoción, sin importarle experimentar la frustración de no lograr nada una y otra vez.
Si era ella quien se lo pedía, nunca se rendiría.
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Esa noche Amber volvió a tener un extraño sueño.
En este estaban discutiendo dos hombres dentro de una cabaña oscura, hecha de madera, en medio de un bosque cubierto de nieve.
Ambos sentados frente a la chimenea.
Uno de ellos, el pelinegro, llevaba cubierta una parte del rostro con una capucha y permanecía estoico. Mientras el otro hombre, de cabellos rosados y ojos azules claros, le gritaba furioso.
"¡Estás totalmente cegado, Max!. ¡Esa mujer te ha trastornado por completo! ¿Qué no te das cuenta? Ella te manipuló de principio a fin, todo para otorgarle la gloria en batalla a ese hermanastro tuyo"
Al escuchar la palabra "hermanastro" el pelinegro al fin tuvo una reacción, la cual fue apretar el reposabrazos del sofá, pero continuó callado.
"Ella es toda una... "
"¡Cállate Will! - Rugió el pelinegro con furia-. Aunque digas ser mi amigo, no te permito que hables así de ella"
El hombre llamado Will volteó el rostro con tristeza, como si no quisiera ver en qué se había convertido su amigo. Y luego de un largo silencio entre ambos, Will volvió a hablar.
"Como sea. ¡Me largo de aquí!"
Cuando Will se giró para irse, fue detenido por el Maximilian, sujetándolo con fuerza del brazo
"¿Qué es lo que estás planeando hacer, William?" La voz profunda y grave habría sido suficiente para inspirar temor por sí sola, pero eso no detuvo las siguientes palabras de aquel hombre llamado William
"Supongo que no me creerás hasta que puedas verlo por ti mismo, Maximilian" Will señaló el hecho, como si lo estuviera provocando, y luego se soltó de la mano que lo sostenía con rudeza. Comenzando a alejarse a grandes zancadas
"Te lo advierto, no te atrevas a tocar ni un solo cabello de Alelí" al escuchar aquello Will se detuvo por unos momentos y reanudó su paso poco después, saliendo de la habitación. Dejando a Maximilian con una mirada llena de profunda soledad.
Amber, en el sueño, lo estaba viendo todo como si estuviera ahí presente, pero era como si fuera invisible, ninguno pudo percatarse de su presencia.
Entonces recordó donde había escuchado ese nombre. William, o Will, también llamado "Perro loco", en la novela, hacía honor a su apodo.
Nacido como el hijo de una prostituta, había cometido su primer asesinato a los diez años, luego de que un hombre borracho asesinara a su madre frente a sus ojos.
Al quedarse huérfano, estuvo rodando por los barrios bajos de la capital, pasando hambre y sobreviviendo desesperadamente como podía.
Hasta que a los 15 años se había convertido en el líder del gremio oculto de información y asesinato llamado "Cuervo", y posteriormente, en el mejor amigo y cómplice del villano, Maximilian Argen.
En la novela lo describen como un hombre extremadamente cruel, sin sangre ni lágrimas, y el único en su gremio que aceptaba tareas de asesinato.
Pero según su propio código, jamás mataba a niños.
Un maestro del disfraz, un mago especialista en búsqueda de información y localización, y un asesino a sangre fría.
También fue el único hombre en la novela que parecía odiar a la protagonista Alelí desde siempre, pero nunca se mencionó alguna razón para esto.
Cuando Amber despertó, el contenido del sueño se fue desvaneciendo de su mente hasta desaparecer por completo, ahora solo podía recordar la triste mirada llena de profunda soledad en aquellos hermosos ojos azules como zafiros del hombre encapuchado.
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El regreso de la extra
RomanceAmber Vilches, luego de recordar su vida como Han Ji-a, se da cuenta de que tan solo es una extra dentro de una novela, un personaje que únicamente sirvió para marcar de manera trágica la infancia del villano, Maximilian Arges. Un desafortunado vill...