Capítulo 90

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Varios días después, por la tarde. 

La señora Arrow había salido para hacer sus compras en la capital. Así que Amber, luego de salir del trabajo, fue a esperarla en la entrada del pueblo para ayudar con estas.

A la anciana no le gustaba contratar una carreta para ir y venir de la capital, prefería los carruajes. Sin embargo, tampoco quería pagar demasiado, así que siempre pedía que la dejasen en la entrada del pueblo. 

De alguna manera sabía que inevitablemente alguien la ayudaría llegado el momento, así que en eso confiaba. 

Amber sabía desde el día anterior que la señora iría al pueblo, pues esta vez le había pedido que le comprase una almohada de la capital. 

Así que lo menos que podía hacer, a cambio del favor, era ir a recogerla y cargar sus compras.


Luego de algunos minutos, Amber vio el carruaje acercándose y saludó al cochero con la mano.  

Cuando la joven abrió la puerta para ayudar a bajar a la anciana, esta se sorprendió y sonrió dulcemente

"Mi buena niña. ¿Has venido a ayudar a esta anciana?.  Vaya, eres la segunda persona que es amable conmigo hoy"

"Sí"

El cochero bajó de su asiento y también ayudó a descargar las cosas, las cuales no eran tantas, pero el problema sería llevar un saco de arroz que se veía demasiado pesado. Después de todo, la casa de la señora Arrow estaba a casi siete calles de distancia.

"Por cierto, te tengo una sorpresa. -expresó emocionada la anciana, como si acabara de recordarlo-  Pronto vas a tener a un nuevo vecino. Se trata de la otra persona que te mencioné que me había ayudado hoy.

Es un chico tan joven, muy guapo, dulce y trabajador. También es huérfano. Lo conocí por casualidad en la capital mientras me ayudaba a llevar mi compra al carruaje. Es tan cortés y es fuerte. Cargó ese saco de arroz como si no pesara para nada. 

Él dijo que se mudaría mañana por la mañana, cuando vuelvas del trabajo te lo presentaré"

Amber asintió sonriendo e intentó levantar el saco de arroz para echárselo al hombro, pero no pudo ni siquiera subirlo más allá de su cadera.


"¡Señora Arrow! ¡Permítame ayudarle!"

Se escuchó la voz del hijo del carnicero, quien venía corriendo hacia donde ambas estaban para ayudar. Al parecer acababa de hacer un encargo para su padre cuando vio el predicamento de ambas mujeres y decidio acercarse

Ed era un chico muy tímido, un par de años menor que Amber, pero muy servicial y bastante fuerte. 

Amber miró atentamente a la señora Arrow, resignándose al tema al que iría la próxima charla de la señora.

Durante la semana que llevaba viviendo en el pueblo, la anciana no dejaba de resaltar las buenas cualidades de Ed cuando este no estaba, y de crear situaciones para que ambos se llevaran bien cada que se encontraban. 

Lo que causaba que las mejillas del joven se enrojecieran, y dando pie a momentos incómodos entre ambos.

Sin embargo, la señora Arrow no parecía darse cuenta y la situación continuaba.

Ahora, incluso Mona, molestaba a Amber con el tímido Ed.  Lo peor es que al hijo del carnicero le gustaba Mona. Al parecer todos en el pueblo lo sabían, excepto la señora Arrow y la misma Mona.

El chico tímido saludó a ambas y tomó el pesado costal de arroz con una sonrisa ligera, bajando la mirada.

Ambos miraron a la señora Arrow, atentos al comentario bochornoso que esta diría pronto, pero no hubo tal.  Tan solo agradeció la ayuda y comenzó a caminar rumbo a su casa sosteniendo dos paquetes ligeros. 

"¿?"

Ambos siguieron a la señora Arrow, extrañados de no que esta vez no intentase emparejarlos.

Cuando llegaron a la casa, el joven dejó el sacó de arroz en la cocina y se despidió mientras Amber acomodaba el resto de las compras en las repisas de la cocina. 

Todavía, antes de irse, miró extrañado a la anciana, quien bebía agua distraídamente.

En cuanto la fue, la señora Arrow dijo entre risas 

"No te preocupes, niña. Adriana ya me dijo que a ese chico le gusta Mona. Descuida, no volveré a intentar emparejarlo contigo. Pero dime, ¿Qué edad tienes?"

"Cumpliré dieciocho pronto"

Contestó ella con un poco de tristeza, pues este sería el primer cumpleaños que pasaría lejos de su pequeño Duque, luego de tantos años. Definitivamente, ese día extrañaría aún más aquella linda sonrisa de dos pequeños colmillitos.

La señora Arrow asintió y le dio un consejo

"A tu edad la mayoría de las jóvenes ya están casadas e incluso tienen hijos. Aunque la edad matrimonial para las mujeres es a los quince, nadie casaría a una hija tan joven. Usualmente, las casan a los dieciséis o diecisiete. Tómalo en cuenta. No llegues a los veinte estando soltera, o la gente creerá que hay algo mal contigo. Ya que eres huérfana, déjalo todo en manos de esta anciana. Definitivamente, te ayudaré a encontrar a alguien bueno para ti"

Amber no quería escuchar estas palabras. Con el pensamiento de su vida anterior en la época moderna, no pensaba casarse si no estaba enamorada, preferiría quedarse soltera toda la vida a un matrimonio sin amor. Además, aún era tan joven, quería disfrutar su vida antes de casarse y adquirir el tipo de responsabilidades que vienen con el matrimonio.

La joven agradeció las buenas intenciones de la anciana, y se excusó diciendo que mañana sería un día más de trabajo, y que necesitaba preparar algunas cosas para dormir temprano.

Amber subió a su apartamento y no pudo evitar pensar en Maximilian nuevamente.

¿Estará comiendo bien?

¿Alguien lo ha estado intimidando en el palacio?

Hace un tiempo, cuando su majestad llevó a cabo un baile en honor de Maximilian Argen, muchos rumores se esparcieron por toda la capital. Y la joven al fin pudo tener noticias de su joven amo.

Así supo que el chico se quedaría a vivir en el palacio hasta que iniciara el nuevo año escolar en la academia Real.

Ella lo extrañaba tanto, pero no había forma en que lo pudiese ver, sobre todo ahora que sabía que ese loco Duque no se había dado por vencido y la estaba buscando.

-Tal vez más adelante- pensó la joven.



Mañana tendría que levantarse antes del amanecer para limpiar la panadería y ayudar a Adriana a vigilar el tiempo que pasaban los panes dentro del horno de piedra mientras ella amasaba el resto de la masa. 


El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora