Capítulo 121

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Comer juntos en el desayuno se había convertido en una costumbre diaria para los Duques de Argen, algo con lo que Cecilia era muy insistente. 

En sus palabras "Esto era lo que harían las parejas que se aman... como ellos"

Usualmente, durante estos, la Duquesa le preguntaría a su amado por el itinerario que tenía para ese día y luego le daría el suyo, aunque Duncan no se lo hubiese solicitado y tampoco le interesara.

En estos momentos "sagrados de armonía conyugal", la Duquesa había prohibido cualquier interrupción, sin importar la naturaleza de esta.  

Una regla la cual su criada personal, Mary, se atrevió a transgredir hoy cuando entró al comedor para intentar decirle algo aparentemente urgente a su señora.  

"Te he dicho que no me interrumpas cuando estoy con su excelencia"

Fue reprendida por la Duquesa antes de que la criada siquiera lograra acercarse lo suficiente.

"Pero... mi señora"

"¡Largo! No hay nada que sea lo suficientemente urgente. Me lo dirás más tarde"

Mary hizo una reverencia y se marchó apenada.

Lo que esta vez tenía para informar era algo que su alteza había remarcado como una prioridad en cuanto hubieran noticias, Mary creyó que hacía lo correcto.


En el comedor, la duquesa no se percató de que mientras ella regañaba a su ayudante de mayor confianza, una criada que portaba la jarra de jugo fresco de naranja había dejado una nota en las manos de su excelencia el Duque. 

Duncan fingió continuar comiendo como si nada pasara, pero en el descuido de la Duquesa, revisó aquella nota encriptada. 


"La encontramos"


Esta únicamente contenía dos palabras, pero para Duncan significaban todo, algo que había anhelado escuchar, incluso en sueños, cada día desde hace un año. 

Estas simples palabras fueron suficientes para hacerlo sentir vivo nuevamente, y hacer que su corazón latiera lleno de euforia dentro de su pecho.

Y, sin embargo, tenía que continuar fingiendo normalidad a toda costa. 

Duncan aguantó con todas sus fuerzas, resistiendo el incontrolable impulso para no salir corriendo al encuentro de su amada mujer. 

Apretando el puño bajo la mesa y bajando el rostro para ocultar la alegría infinita que amenazaba con mostrarse en sus expresiones. 

-¡¡Por fin!! ¡¡¡Por fin!!! ¡Después de tanta espera! Mi Amber, mi amor - 

¡Pronto podría tenerla entre sus brazos nuevamente! Y, entonces... Entonces al fin... . 

Había sido todo un año de la más pura agonía por no saber nada de ella en tanto tiempo, algo que nadie más sería capaz de comprender.  Un año en el que creyó que enloquecería sin ella. 


La Duquesa volteó a ver a su amado con una disculpa en los ojos por la interrupción de su criada. 

El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora