Capítulo 76

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Esa noche, en la mansión de aquella familia mercante.


La dama le contaba a su esposo, quien había vuelto antes, sobre todo lo ocurrido en el día con lujo de detalles. 

El hombre abrazó a su amada y se alegró sinceramente de que todo hubiera terminado bien y de que su familia se hubiese topado con una buena persona en esta gran capital. 

Pero había un detalle, algo que un buen hombre de negocios no pasaría por alto. 

Al tratarse de alguien que trabajaría de cerca con su familia era su deber, al menos, hacer una comprobación de antecedentes.

Después de todo, muchas compañías rivales no escatimarían esfuerzos para poner algún espía en su casa

"... Querida, a pesar de todo... creo que deberíamos investigar un poco sobre esa joven antes de contratarla"

"¿...?"

"¿Dijiste que su nombre era Amber Vilches?"

"Sí"

"Conozco a esa familia de Barones, y tienen muchos problemas económicos ahora mismo.

 Nuestra compañía ya les ha negado un préstamo muchas veces, a pesar de que ellos siempre hablan de que pueden pagarnos. 

Tú sabes que cuando se trata de la nobleza me gusta negociar con ellos personalmente.

Por ello sé que esa familia Vilches siempre se jacta de que ellos tienen a una hija trabajando para su alteza, la princesa, Cecilia Creonia, en el Ducado de Argen"

"¿La hermana más querida de su majestad?"

"Sí, así es. Si aquella joven que conociste hoy es realmente es quien dice ser, ¿Por qué se hospeda en un pueblo aledaño a la capital, en vez hacerlo en la mansión Vilches? Y, si acaba de salir de trabajar en el Ducado, ¿por qué no tiene una carta de recomendación?"

"Pero querido, yo sé que ella es una buena persona... "

"Y no lo dudo. Es solo que creo que sería mejor enviar una carta a la casa de Vilches para comprobar su identidad. Si no hay ningún problema, la aceptaremos sin reparos. Solo estamos tomando precauciones, no tienes por qué sentirte mal"

La dama asintió y a la mañana siguiente una carta llegó temprano a la mansión de los Barones Vilches.

Una carta que, desde luego, fue interceptada por los hombres del gremio contratado por el Duque de Argen.

"¿Qué dijiste? ¡¿Mi Amber quiere trabajar como una Nana en la casa de una simple familia de comerciantes?!"

Al escuchar la noticia, Duncan se apresuró a convocar en secreto al Barón Vilches.


Estos últimos días, la Duquesa no había estado vigilando cada una de sus acciones celosamente, como solía hacerlo.

Gracias en parte a las constantes invitaciones de su majestad, la reina, al palacio real. Las cuales la tenían muy ocupada.

Pero también, se debía a que Duncan se había estado sacrificando muy seguido para servir de buena gana a la Duquesa cada noche, tan solo para poder obtener un poco de libertad sin que ella sospechara.

Y con el pretexto de que por fin tenía a sus propios guardias personales, se aseguraba de salir seguido de casa para ir de compras.

Al principio, la Duquesa había mandado a alguien para que lo siguiera, e incluso trato de sobornar a sus nuevos caballeros escoltas. Pero Duncan ya lo había previsto todo y tomó las medidas pertinentes para hacerle creer que todo iba bien. Mientras recompensaba generosamente la lealtad de su gente.

Y al fin había llegado el momento de cosechar los frutos de su cuidadosa planeación.

Hoy finalmente tenía una pista sobre el paradero de su amada.


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Cuando llegó el mensaje de su excelencia, el Duque de Argen, a la mansión del Barón Vilches, se estaba gestando en esta casa noble una "tragedia".

Hoy, al fin, la mayoría de la servidumbre se había cansado de las promesas de pago de sus señores y habían decidido renunciar, sin importarles marcharse sin un centavo.

Los únicos que se habían quedado atrás eran, un mayordomo de mediana edad, aparentemente "fiel" a la familia Vilches, y una nueva sirvienta que este había contratado con el permiso de la baronesa hace apenas una semana.

La situación de los Barones Vilches era desesperada.

Las decoraciones de la casa y las joyas eran empeñadas secretamente por ambos cada vez más seguido. 

Primero se había ido todo el contenido de la habitación de la pequeña Verónica. Luego siguió el contenido de las habitaciones de invitados, los pasillos, el gran salón y las áreas comunes.

Todo mientras maldecían hasta el cansancio a aquella chica desagradecida, Amber.

"¡Ves! ¡Te lo dije en ese entonces, deberíamos haberla tirado al río!"

Increpaba el barón furioso a su esposa, mientras daba vueltas de un lado al otro de la habitación.

La baronesa no dejaba de apretujar el pañuelo de seda entre sus manos con ira.

"¿Cómo iba a adivinar que esa maldita sangre salvaje sería tan ingrata? Creí que al menos nos serviría para venderla en un matrimonio, después de todo su madre era una mujer hermosa. Estaba segura de que cuando la niña creciera pagarían un buen precio por ella"

"¡Pero ya ves! ¡La alimentamos para nada!. Y ahora tampoco podemos encontrar al Vizconde"

"¿Sus sirvientes siguen diciendo que no ha regresado a casa?. ¿Cómo es eso posible? Tan solo fue a buscar a esa maldita chica al Ducado de Argen, y ahora parece como si se lo hubiera tragado la tierra"

"¡Ese sucio hombre!, ni siquiera me ha pagado una moneda del precio acordado... Más le vale que no se dé libertades con esa chica antes de pagar, ¡No quiero un producto arruinado!"


Toda aquella discusión vulgar estaba siendo escuchada por la última sirvienta en la mansión con mucha atención. En su negocio, una información tan buena como esta sería muy bien pagada.

En ese momento tocaron la puerta y entró el mayordomo, trayendo consigo una carta.

Cuando el Barón vio que era una misiva del Duque, sus ojos parecieron brillar, y se apresuró a abrirla.

Al terminar de leerla, una gran sonrisa se había impreso en sus labios.

"Dile al mensajero que iré ahora mismo, no hay que hacer esperar a su excelencia, el Duque"

La Baronesa se levantó y persiguió a su esposo, quien había salido a toda prisa rumbo a la puerta

"¿Qué sucede? ¿Qué dice la carta?" Preguntó ansiosamente.

"Me pide que vaya, dice que me dará una compensación por las molestias y que tiene algo de lo que necesita conversar conmigo"

Dijo el emocionado Barón antes de salir de la mansión e irse junto al mensajero.



Esa tarde Duncan estaba realmente feliz, no solo se había enterado de algunos secretos familiares de su amada.  

Si no que, bajo el préstamo de una cuantiosa cantidad, el Barón Vilches había puesto como garantía a "su hija mayor" Amber Vilches. 

Y como parte de las condiciones de esta garantía, estaba estipulado que hasta el pago de la cantidad total más intereses, no se le permitía tener ningún contrato matrimonial a dicha dama.

Adicionalmente, el Barón había aceptado cooperar para que el Duque pudiese localizar a la señorita Vilches, debido a que había un anillo muy importante para él extraviado de por medio.



El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora