Will corrió al lugar de encuentro jadeando, su rostro estaba pálido y el sudor frío rezumaba en su frente.
Sabía que estaba malherido, pero fingió estar bien, aprovechando la capa negra que vestía para cubrir la sangre que comenzaba a empapar la tela de su abdomen.
No podía dejar que sus subordinados lo supieran o de lo contrario lo obligarían a volver primero, y él, como el líder, debería asegurarse de que todos estuvieran fuera de peligro antes de poder irse.
Pero sobre todo tenía que asegurarse de sacar de aquí a la mujer que amaba sana y salva, antes de que esos bastardos los alcanzaran.
"¡Sopórtalo! ¡Vamos! ¡Tú puedes!" murmuraba para sí mismo haciendo una expresión de dolor.
Esto dolía, dolía como el infierno, además estaba perdiendo mucha sangre.
Podría usar magia para detener la hemorragia, pero realmente casi no le quedaba maná y la piedra de maná que traía consigo estaba casi agotada.
Así que lo poco que le quedaba lo estaba guardando para usar el mayor número posible de hechizos de aceleración para que ambos pudieran escapar.
Había subestimado a esos malditos guardias de sobras, y para colmo, poco después, se unieron a la pelea los hombres del Duque.
Pero estos no parecían ser mercenarios.
¿Cuándo fue que el Duque consiguió a tantas personas bajo su mando? ¿De qué se perdió todos estos meses? Fue descuidado, eso estaba claro.
Will soltó una maldición por lo bajo cuando se dio cuenta de que su visión comenzaba a nublarse. Tenía que mantenerse consciente, o de lo contrario ambos estarían perdidos.
No quería morir aquí, pero sobre todo, no podía fallarle a ella. Le dijo que la sacaría de aquí sana y salva, y cumpliría con su palabra.
Para obligarse a estar consciente, Will retiró la capa de su abdomen y hundió un par de dedos dentro de la herida, hurgando en esta, lo que lo hizo temblar de dolor, pero fue suficiente para mantenerlo consciente.
En estos momentos había una clara sed de sangre en su expresión, llena de frialdad y crueldad, fruto de todo el dolor que estaba soportando y del deseo de perseverar. Se consoló con el deseo de buscar la revancha más tarde.
Pero en cuanto vio a Amber acercándose a él, su rostro se iluminó un poco, sobre todo por que ella estaba corriendo a su encuentro.
Y cuando vio la sonrisa en su rostro, Will sintió que todo había valido la pena.
Tampoco podía permitir que ella descubriera que estaba herido, así que limpió el sudor sobre su frente y puso una sonrisa socarrona sobre sus labios.
*Plof*
Entonces un pequeño estallido, seguido del sonido de varios pasos acercándose le permitió saber que ellos se habían deshecho de la pequeña jugarreta que había ideado para mantenerlos ocupados.
"¡Rayos!"
Will se apresuró hacia ella y la cargó en brazos para sacarla de ahí sin mediar palabra, dando un salto hacia la parte superior del auditorio.
Una vez arriba cubrió el rostro de la joven con la capucha que ella llevaba, y sacó la piedra de maná de su bolsillo, justo antes de volver a usar el hechizo de aceleración y continuar corriendo.
"Sujétese bien, mi señorita. Y asegúrese de mantener su rostro oculto. Más tarde podrá mostrarme toda la gratitud que ahora mismo seguramente está sintiendo. Y la tarifa, desde luego, espero que corresponda a qué tan agradecida esta conmigo"
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El regreso de la extra
RomansAmber Vilches, luego de recordar su vida como Han Ji-a, se da cuenta de que tan solo es una extra dentro de una novela, un personaje que únicamente sirvió para marcar de manera trágica la infancia del villano, Maximilian Arges. Un desafortunado vill...