Capítulo 138

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"La princesa continúa negándose a entregar al Duque de Argen, su majestad"

El Vizconde Hitch se mostró preocupado.

Las cartas del rey llegaban a la mansión de la Duquesa de Argen casi a diario, pero ella aún daba la misma excusa.

No se trataba de una simple negativa, Cecilia estaba desobedeciendo el mandato real. 

A pesar de que Alonso amaba a su hermana, no podía permitir que ella continuara desafiando a la corona. 

"Nunca debí permitir que ella se casara con ese hombre, Bernard" La expresión de Alonso fluctuó entre el arrepentimiento y la frialdad "Bien. Deja que Duncan se convierta en un prisionero en su propia casa. Sin mi permiso no puede dar un solo paso afuera de la mansión del Ducado en la capital. También confiscaremos todos los bienes a su nombre. En cuanto al título... se lo prestaremos un poco más"

"¿Majestad?"

"Esto es lo último que haré por Cecilia, Bernard. Pero, si Maximilian realmente muriera... encárgate de que ese hombre lo siga a la tumba"

"Iré ahora"

El Vizconde Hitch hizo una profunda reverencia y se retiró del estudio real. 


Y una vez en la mansión Ducal, repitió exactamente las palabras de su majestad a su alteza, la Duquesa. Todo excepto por la última amenaza.

Pero aun así Cecilia podía deducirlo por sí misma.

Si el bastardo de Maximilian realmente moría, estaba segura de que Alonso, no perdonaría a Duncan sin importar cuanto pudiera suplicarle.

Ya la había dejado ir a ella una vez en el pasado, cuando había intentado envenenar al chico junto al padre de este, así que definitivamente no habría una segunda vez para nadie.

La sangre que corría en las venas de Maximilian era muy importante para el reino que quería construir su hermano, y cuando se trataba de su reino, ni siquiera ella era tan relevante para Alonso.

Esta ya era la última gracia que le mostraría su majestad a la hermana que alguna vez sacrificó su matrimonio para otorgarle la corona.


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Mientras caminaba de regreso a la cabaña en el bosque, Amber iba recordando.

En la novela original, fue el rey Alonso Creonia quien ordenó envenenar a Duncan Argen en secreto, después de que él intentara matar a su hermana, Cecilia varias veces. Pero esta vez, Amber no creía que su majestad haría lo mismo por Maximilian.  

Para proteger la reputación de la única hermana que le quedaba, su majestad era muy capaz de ocultar la muerte del último vestigio de la sangre de Argen. 

Y por esta misma razón, Amber estaba más preocupada. Quedándose en este pueblo en la frontera entre el Ducado y el Marquesado Hill, no podría averiguar ninguna noticia sobre Maximilian.

Necesitaba darse prisa y regresar a la capital.

Mientras estaba perdida en sus pensamientos, y sin darse cuenta, Amber ya se encontraba para frente a la cabaña en medio del bosque; y al abrir la puerta descubrió que esta estaba vacía. 

Era lo que esperaba, pero aun así su corazón se sentía realmente pesado.

Todo había sido su culpa, arrastrando a sus amigos al peligro innumerables veces. Ya no podía seguirlos involucrando, sobre todo ahora que había decidido arriesgarse para buscar noticias acerca de Maximilian. 

Pero, antes de partir, tenía que asegurarse de que Will realmente se hubiese ido.

Amber sabía que el chico podría estarla observando de forma oculta, y de hecho, así era. 

Will, un experto en el sigilo, continuaba observando a la joven oculto entre el follaje de la copa de un árbol.

Él conocía el carácter de la joven y temía que fuera impulsiva en cualquier momento, y regresara a la capital para buscar al chico. 


A la mañana siguiente, Amber encontró frente a su puerta un plato con guisado de venado humeante, y, automáticamente sabía que Owen tampoco se había ido.

Will era famoso entre el gremio por ser un peligro en la cocina, y, en cambio, aquella tarea recaería de vez en cuando en su segundo al mando, Owen.

Amber no sabía si comer o no, no quería despreciar la amabilidad brindada, pero tampoco podía ser blanda. 

Al final, terminó llevando el plato a la cabaña y comiendo su contenido, antes de lavarlo y regresarlo al mismo lugar con una nota:


"Gracias. Pero por favor, no vuelvan a traerme comida. He comprado suficiente en el pueblo y temo que se eche a perder. No se preocupen, Maximilian me dejó suficiente dinero como para que pueda sobrevivir mucho tiempo. Así que me quedaré aquí y esperaré su regreso" 

La siguiente mañana, cuando Amber salió, ya no encontró comida frente a la puerta, sino una nota pegada a esta.


"Me iré ahora, siento haberte malentendido en un principio Amber, en realidad eres una buena mujer. 

Volveré a la capital, necesito ir a reunir a nuestro gremio y ver como está la situación con nuestra sede. Si necesitas algo más adelante puedes enviar un mensaje, con gusto trataré de ayudarte tanto como sea posible. Tómalo como una retribución de mi parte por lo sucedido

Y no seas tan dura con el jefe, él realmente te ama. Sé que no debería decirlo yo, pero lo quiero como a un verdadero hermano menor y siempre he creído que es mejor dejar las cosas claras. Maximilian le había dado el 90% de las ganancias de su negocio conjunto para que te cuidara e incluso le cobro por el año que estuviste en el gremio.

Sin embargo, ahora es diferente, Will acordó devolverle el 50% si podía rescatar a Mike, así que ahora Will tiene el 40%.

También devolvimos todas las herramientas mágicas al chico, con la esperanza de que les fueran útiles.

Att: Owen"


Cuando Amber terminó de leer la carta, toda su atención se había centrado en el "él realmente te ama" de Owen refiriéndose a William, sentía que su visión debería estar equivocada.

Para Amber, Will era un buen amigo, nunca había pensado en él de esa manera. Y ella tampoco creía que Will la viera de otra forma.

Y, sin embargo, esa noche Amber no pudo dormir. 

Su mente estaba llena de la manera en como Will la había tratado desde que la había conocido hasta el año en el que vivió dentro de su gremio.

 No pudo encontrar ningún rastro de un trato especial. 

El cuidado que él le mostraba se parecía más al de un hermano mayor por su hermana menor, no había miradas dulces o rastro alguno de amor. 

Ella pensó qué, tal vez, Owen realmente no era muy bueno juzgando las emociones de su jefe. 


Pero, afuera de la ventana, una mirada llena de calidez no se apartó de aquella ventana ni por un momento. 

Owen se lo dijo antes de irse

"La perderás si continúas dudando..."

Pero... ¿Realmente aún no era demasiado tarde?


El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora