Owen dejó a Amber en el pueblo más cercano a la capital y se fue, como si estuviese huyendo, ignorando por completo las palabras de agradecimiento que le dedicó la joven.
Mirando el encantador lugar, tan animado y pintoresco, Amber tomó una gran bocanada de aire, llenando por completo sus pulmones, y dejándolo ir lentamente.
Este era el comienzo de su nueva vida, una en donde no tendría que cuidarse en cada paso y cada segundo, como si todo el tiempo pisara hielo fino.
¡Por fin era libre!.
Había sobrevivido a la obsesión de aquel loco Duque.
De ahora en adelante viviría bien, con tranquilidad y buena salud; hasta que pudiera volver a encontrarse con joven amo, Maximilian.
Así que lo primero por hacer era ir a la capital, y conseguir un lugar barato en donde hospedarse en lo que encontraba trabajo.
Lamentablemente, Amber subestimo los extravagantes precios de cada pequeña habitación en la capital.
Esto la dejó en la necesidad de conseguir un lugar para dormir en el mismo pueblo en donde la había dejado aquel anciano vendedor de manzanas.
"Está bien. Puedo gastar en un carruaje de ida y vuelta cada mañana hasta que consiga trabajo" Se dijo a sí misma.
Sin embargo, el hecho de que no tuviera una carta de recomendación de su último empleador, la dejaba con muy pocas posibilidades de volver a entrar a trabajar a la casa de un noble o por lo menos a la de un rico comerciante.
Nadie quería contratar a alguien que no tuviese una carta de recomendación o un respaldo.
Amber recordó qué cuando había entrado a trabajar, hace más de cinco años, al Ducado de Argen, su familia había hecho uso de múltiples conexiones solo para que ella pudiera tener esta oportunidad, y suspiró.
Después de buscar durante todo el día, la joven no había podido obtener nada, otra vez. Y este ya era el tercer día.
Podía encontrar algo con un salario menor, en un puesto de dependienta de una tienda, por ejemplo. Pero este apenas le permitiría obtener lo suficiente para vivir. Así ¿cómo podría ahorrar lo suficiente como para comprar una casa para vivir?.
Amber lamentaba su suerte, al menos todo el dinero de su vida pasada debería haberla seguido a esta. Si fuera así, qué tan bueno sería.
Ahora solo podía suspirar y administrar bien el dinero que tenía.
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La comitiva de los Duques de Argen tardó en llegar hasta el palacio tan solo medio día, gracias a todos los portales de teletransportación que tomaron hasta la capital.
La Duquesa no esperaba que en cuanto llegaran al palacio, Maximilian sería llevado lejos por los sirvientes, tratándolo con el mayor respeto posible.
Y frunció el ceño.
Parece que su hermano real realmente consideraba a esa basura como su sobrino, y quería verlo cuanto antes.
El pequeño Duque fue conducido para ser vestido magníficamente y educado sobre cómo debería comportarse frente al rey cuando lo conociera más tarde.
Maximilian todavía recordaba la última vez que había visto a su tío real, el entonces segundo príncipe, y a su abuelo, el rey, cuando era pequeño. Y ninguno de aquellos modales se habían desvanecido de sus memorias, pues ingenuamente había creído que si se comportaba mejor que otros niños, sería amado por los parientes de su madre.
Quién imaginaría que lo único que les importaba era si él tenía talento para la magia o no, y cuando su padre negó con la cabeza fue como si el niño desapareciera para ambos.
Maximilian salió de su ensueño cuando un sirviente abrió la puerta del salón del trono para él, indicándole que su majestad ya lo estaba esperando.
Alonso Creonia fingió ser cálido y bonachón con este sobrino, a quien no había visto desde hace años, pero Maximilian parecía indiferente y profundamente respetuoso, como si la persona frente a él únicamente fuera su soberano y no parte de su familia.
Al final de la charla, y una vez que el pequeño Duque demostró sus magníficos poderes, el rey se emocionó y le prometió tres cosas: la primera, era que nombraría a Maximilian un príncipe honorario. La segunda, que hasta que se abrieran nuevamente las inscripciones a la academia real dentro de seis meses, él viviría en el palacio junto al príncipe heredero, su primo, Nezar Creonia. Y la tercera cosa que le prometió, fue una petición planteada por el mismo Maximilian cuando el rey le preguntó por algo que deseara.
"A decir verdad, tengo una petición. Por favor, su majestad, permítame decidir sobre mi propio matrimonio cuando llegue el momento"
Contestó el chico, sorprendiendo al rey y haciéndolo fruncir el ceño con disgusto.
-¿El niño ya tiene a alguien en mente?- Se preguntó. -¿Cómo es que no se me informó nada al respecto?-
Alonso Creonia pensó que estaba bien prometerle esto a su sobrino mientras investigaba quién era la joven a la que amaba Maximilian. Y en caso de que la candidata fuera mala, siempre podría deshacerse de ella y fingir que la muerte de la joven fue un accidente.
La expresión momentánea del rey no escapó de los agudos ojos de Maximilian. Él tenía razón, si le pedía a este tío que lo ayudase a proteger a Amber, no solo no estaría de acuerdo, sino que apuntaría en su contra.
Maximilian ahora tenía una firme convicción en su corazón, jamás debería permitir que nadie supiera de la existencia de Amber hasta que él tuviera el suficiente poder para protegerla.
Su majestad, el rey, aceptó la petición de su sobrino con una sonrisa e intentó interrogarlo sobre la dama a la cual le había entregado su corazón. Pero este sonrió y negó con la cabeza
"No hay tal, su majestad. Simplemente, me parecería molesto si en un futuro tuviese que casarme con alguien por quien no tenga sentimientos. Una situación como esa solo lastima a las personas implicadas, volviendo sus vidas demasiado amargas"
Aunque Maximilin se comportaba inocentemente, como lo haría un niño de su edad, Alonso Creonia sabía que se refería a los dos matrimonios de su madre cuando hablaba de vidas amargas.
Y entornó los ojos mientras miraba a este sobrino.
Sospechaba si realmente Maximilian hablaba desde la ingenuidad y sinceridad de un niño, o si en realidad sus intenciones eran recordarle que él había sido el responsable de dos bodas sin amor.
La primera, pidiéndole a su hermana que se sacrificara, y la segunda obligando al hijo de un conde inocente para recompensar a Cecilia por sus años de infelicidad.
Sin embargo, los ojos del chico se veían claros y puros, sin rastro alguno de malicia o cálculos.
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El regreso de la extra
RomanceAmber Vilches, luego de recordar su vida como Han Ji-a, se da cuenta de que tan solo es una extra dentro de una novela, un personaje que únicamente sirvió para marcar de manera trágica la infancia del villano, Maximilian Arges. Un desafortunado vill...