Owen estaba muy molesto.
A mitad de la noche había sido sacado de la cama por su señor y fue obligado a buscar en todos los "lugares alegres" de la ciudad a jovencitas de cabellos castaños y altura similar a la de la señorita Vilches.
Además, en estos meses alguien había descubierto su reciente aversión a las manzanas y se lo contó a todo el gremio, los cuales a veces le jugaban bromas como llenar su cama de manzanas, remplazar su pasta dental por puré de manzana o chistes de manzanas. Así que últimamente tenía muchas pesadillas con esta fruta, y no dormía bien.
-_-
Antes del amanecer habían logrado reunir a cerca de diez chicas con esas características, y luego de ofrecerles una jugosa suma de dinero aceptaron el trabajo.
También se prepararon once vestidos verdes y decenas de capas negras para la mañana siguiente, todas exactamente iguales.
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Esa mañana, muy temprano, Ashton llamó a la puerta de Amber. Cuando ella abrió se sorprendió mucho al ver los grandes círculos negros que este tenía bajo sus ojos.
El chico sonrió tontamente y le empujó a Amber un vestido verde realmente hermoso, y una capa negra. Pidiéndole que los usara hoy
"Tómalo como una disculpa por no poder acompañarte"
Dijo, y luego procedió a justificarse inventando un montón de tonterías como "apoyarte desde la distancia" "que mi regalo vaya contigo es como estar ahí también"
Y luego, inexplicablemente se fue sin esperar una respuesta.
"¿?"
Amber no dudó en usar el vestido, después de todo este era hermoso y quería ver a Maximilian en las mejores condiciones posibles.
Amber y Adriana cerraron la panadería y se pusieron en camino rumbo a la capital, una vez ahí se reunirían con Mona a las afueras de la plaza y entrarían juntas para ver la ceremonia de ingreso.
Una vez afuera de la plaza, Adriana subió la capucha de su amiga para evitar problemas y le sonrió. Pero entonces se les acercó un hombre extraño, el cual puso en alerta a Adriana, quien automáticamente puso su mano sobre la daga oculta que traía consigo sobre su cintura.
Aquél hombre entrecerró los ojos, pero no retrocedió, al contrario se acercó más para venderles capas muy baratas, hablando únicamente con Adriana.
Amber lo vio y se adelantó para comprar dos capas para sus amigas, y el hombre se despidió intentando sonreír.
Adriana, quien antes había sido miembro de la guardia, sentía bastante sospecha al respecto. Aquél hombre no parecía un comerciante, los cayos en sus manos lo delataban como alguien que solía pelear muy seguido con armas, pero sin ser caballero.
Y las sospechas aumentaron cuando se dio cuenta de que habían muchos hombres rudos "vendiendo" capas a precios ridículos.
Pero en ese momento llegó Mona corriendo sujetando tantos ramos de flores que estas bloqueaban casi por completo su vista
"Mona -exclamó Adriana- ¡¿Por qué compraste tantos?!"
La joven rio y contestó alegremente
"Son para Amber, así nadie podrá ver su rostro"
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El regreso de la extra
RomanceAmber Vilches, luego de recordar su vida como Han Ji-a, se da cuenta de que tan solo es una extra dentro de una novela, un personaje que únicamente sirvió para marcar de manera trágica la infancia del villano, Maximilian Arges. Un desafortunado vill...