Capítulo 46

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Esa misma mañana Duncan estaba de mal humor porque no podría ver a Amber durante tres días, a pesar de que para empezar él había sido el responsable de aquello. 

Mientras se vestía y arreglaba para ver a la Duquesa en el desayuno, iba planeando en su mente qué debería decir frente a Cecilia y cómo debería comportarse para llevar las cosas por el rumbo que deseaba. 

En cuanto les trajeron los platillos y bebidas, la Duquesa ordenó que los sirvientes se retiraran. 

Este era el momento. 

Duncan fingió encontrarse preocupado, suspirando y mirando su desayuno con insatisfacción.

Y cuando la Duquesa preguntó la razón de su estado, tal y como él lo había planeado, Duncan tuvo que fingir limpiarse las comisuras de los labios para intentar ocultar una sonrisa que casi se escapa de sus labios. 

Entonces, se quejó de no tener un ayudante adecuado a su lado.

"No puedo seguir usando a Albert, él es un mayordomo, y ser mi ayudante no es su función. ¿Sabes? Me alegro de que casi no recibamos visitas, si se enteraran de que ni siquiera tengo a un asistente adecuado, sería el hazmerreír del reino"

El Duque nunca antes había requerido de un ayudante porque simplemente no se hacía cargo de los asuntos relacionados con el Ducado, en quien recaía todo el trabajo de la gestión del territorio y de la mansión era en la Duquesa. 

Pero como este asunto estaba relacionado con el prestigio del Duque, el hombre a quien amaba, La Duquesa no pudo evitar sentirse angustiada. Y sugirió

"¿Por qué no convoco a nuestras familias vasallas para ver si alguno de sus hijos puede desempeñar ese papel?"

"Cecilia... sabes que no quiero a hombres a mi servicio, eso siempre termina mal. Albert es la única excepción porque crecí con él y tiene toda mi confianza"

"Bueno, los vasallos también deben tener hijas... ¡oh!"

La Duquesa de pronto se dio cuenta, con la belleza de su esposo, ese era otro problema. 

Duncan continuó, actuando un poco tímido.

"Además, preferiría que fuera alguien cuyo carácter ya esté probado... Tú sabes, para asegurarme de que no me verá de aquella manera.  También debería de ser una persona que al menos tenga los estudios básicos, así que no debería ser una plebeya... Oh, ¡es tan complicado!"

Duncan odiaba actuar así para complacer a Cecilia, pero sabía que esta era la manera en la que ella haría lo que fuera por él. 

Ser lindo, tímido e inocente, alguna vez había sido su verdadera manera de ser, pero hace mucho tiempo el mismo Duncan se había encargado de matar esa parte de sí. 

Todo para intentar que ella lo dejara en paz. 

Él solía creer ingenuamente que si Cecila amaba esto de él, entonces, si él se volviera todo lo contrario, ella lo odiaría. 

Vaya que era demasiado estúpido cuando tenía 17 años.  

La expresión oscura de Duncan no había sido notada por la Duquesa debido a que había bajado su rostro como parte de su actuación. 

La Duquesa estaba angustiada por su cariño, y se comprometió a esforzarse para resolver este asunto. 

Duncan sabía que había logrado su cometido. No podía guiar a la Duquesa hacia Amber activamente, no... Para que funcionara, Cecilia debería creer que ella misma fue quien llegó a la conclusión de que Amber es la candidata más adecuada. De lo contrario, Duncan seguiría buscando excusas para rechazar a quien sea que Cecila eligiera. 


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Los días transcurrieron con relativa calma. El castigo de Amber había terminado, pero ahora, ella y su joven amo habían entrado en alguna clase de guerra fría. Pues en cuanto se habían vuelto a ver Anne había aceptado abandonar el Ducado un mes después, pero ella y Maximilian no se irían juntos.

El pequeño Duque había intentado razonar con ella, pero Amber se negó a ceder. Así que ahora él no le dirigía la palabra y no escribiría ninguna carta a su tío como quería ella.

Amber por su parte, ya había llegado a un acuerdo con la criada que entregaba al mensajero la correspondencia de la Duquesa a su majestad, el rey; y el dinero le sería entregado junto a la carta.

Este asunto le estaba causando a la pequeña criada un gran dolor de cabeza, y cada noche, sin falta, iba a intentar convencer a su joven amo, explicando el plan una y otra vez.

Pero el chico continuaba renuente. 

E increíblemente, esta guerra fría había durado dos semanas completas.


Aunque estuviera molesto con ella, Maximilian continuó esforzándose para encantar la piedra del collar para Amber.


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"¿Y bien?" Preguntó la Duquesa en un tono arrogante a la joven criada inclinada enfrente de ella. Kara dio una mirada de soslayo hacia el rostro de su señora y dijo todo tal cual había visto y escuchado, para terminar su reporte con

" ...Ella ni siquiera mira a su Excelencia, siempre mantiene la distancia y el respeto"

"¿Y a ti, qué te parece?"

"A esta sierva le parece que Amber no suele cometer errores graves, pero a su Excelencia le disgusta especialmente, tanto que parece estar cansado de su incompetencia"

La Duquesa tenía una sonrisa satisfecha en las comisuras de los labios y envío de vuelta a la criada.

"Esto resuelve el problema, ¿no crees, Marie?"

"Sí, su alteza" Contestó la criada al lado de su señora.

Marie podría verse como una simple sirvienta, pero en realidad era la mano derecha y confidente de la Duquesa. Ella y otras dos chicas, habían sido especialmente entrenadas para proteger y servir a la Duquesa, desde que esta aún era una princesa real. Lamentablemente, las otras dos habían muerto durante los inicios de la batalla por el trono.  

En esa época, Cecilia Creonia, no se había casado con su primer esposo únicamente para ayudar a su hermano Alonso a convertirse en rey, también lo hizo para proteger su vida saliendo del palacio.


"¡Vamos!" 

Se levantó la Duquesa de su asiento.

"Quiero darle las buenas noticias personalmente a mi amado esposo"

Marie se inclinó y siguió a su ama.


El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora