Capítulo 87

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Duncan, quien había estado escuchándolo todo desde un principio, se sorprendió cuando la Duquesa dijo que conocía el paradero de Amber, sin embargo, no lo creyó. 

No sabía que pretendía Cecilia al decir aquello, pero esta conversación no era lo que habían acordado en el carruaje. 

Entonces, cuando la Duquesa llamó a Amber, su Amber, la "pequeña amante" de Maximilian y este no lo negó. 

Duncan no pudo evitar llenarse de molestia. 

La cercanía entre su mujer y el chico siempre lo había irritado, pero él sabía que debido a la edad del chico, era imposible que su Amber lo viese como a un hombre. 

Pero lo que no consideró era si ese bastardo podría llegar a codiciar a su mujer; aprovechándose del corazón bondadoso de su Amber, de su lástima y de su protección. 

Duncan quería reír con sorna en esos momentos. 

-El tonto cachorro ingenuo, ¡¿creyó qué le permitiría tener una oportunidad?!-

-Para cuando Maximilian se convierta en un adulto, Amber ya será completamente mía, legalmente mi esposa y llevará mi semilla en su vientre. ¡Y jamás permitiré qué vuelva a verla en esta vida!-

En condiciones normales, Duncan habría golpeado al chico como advertencia, para que mantuviera sus ridículos sentimientos ocultos para siempre y no se atreviera a sobrepasar sus capacidades. Pero ahora mismo no le era posible. No solo porque Cecilia estaba aquí, sino por la protección real de la que ahora gozaba. 


La Duquesa continuó amenazando a Maximilian con la seguridad de su Amber, siendo cada vez más ruin y viciosa con sus palabras. 

Y el rostro del Duque se fue distorsionando debido a la ira que estas palabras le causaban. 

"... ¿Debería matarla frente a ti? ¿Y hacer que escuches sus gritos de dolor hasta que esa perra muera?. Ó ¿tal vez tan solo debería revelarte los detalles morbosos sobre cuanto fue lo que sufrió antes de morir? Una vez que su cuerpo ya esté frío"

Escuchar aquello se sintió horrible. Y al igual que el Maximilian, Duncan quería que esa repugnante arpía se callase de una vez por todas. 

Pero Cecilia seguía y seguía soltando basura, sin piedad. 

Entonces, en determinado momento, Duncan apretó tanto aquella rosa de cristal sin darse cuenta de que esta terminó explotando, volviéndose decenas de hermosos trozos de cristales cortantes, incrustados en su palma. Transformando su carne en una pulpa grotesca y sangrienta. 

La sangre comenzó a escurrir, gota a gota, hasta manchar el pulcro piso de mármol. 

Pero él parecía indiferente hacia su propio dolor, como si sus emociones se hubieran embotado con el estallido de aquella rosa. 

Le hubiese gustado continuar escuchando la conversación entre madre e hijo, pero debido a que Cecilia escuchó el ruido que hicieron los cristales, Duncan tuvo que irse antes de que pudiese ser descubierto.


Mientras caminaba hacia la residencia del sanador divino asignado al palacio, el Duque estaba sorprendentemente tranquilo. 

Inclusive parecía no poder sentir el dolor de las heridas en su mano. Ni siquiera intentó quitarse los cristales que aún perforaban su carne, como si no existiesen. 

En estos momentos toda su atención estaba puesta sobre lo que haría para proteger a su amada. 

Ahora que sabía que Cecilia planeaba usar la seguridad de su Amber para manipular a su hijo, se culpó a sí mismo por no haber pensado antes en esta posibilidad. 

Sabía que fue descuidado, y esto era algo que nunca más debería volver a ocurrir. 

No planeaba perder al amor de su vida por una estúpida falla en sus cálculos. 

Por el momento, lo mejor sería cancelar el plan inicial de acusar a Amber de robo y proceder a distraer la atención de la Duquesa con algo más. 

"El anillo perdido debe de aparecer pronto" 

Se dijo a sí mismo, mientras caminaba.


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Después de almorzar, Adriana y Amber se dirigieron a "La cabaña" de la señora Arrow para ver el espacio en renta. 

Pero vaya sorpresa, eso no era en absoluto una cabaña, sino una casa de dos pisos muy hermosa.  

Y el espacio en renta, era todo un apartamento, el cual hubiese sido todo un sueño para la época moderna en Corea. Entrada independiente, con una baranda que tenía una hermosa vista del pueblo al frente y en la parte de atrás la vista era de un frondoso y hermoso bosque. 

El espacio constaba de dos estancias, además del baño. 

Una era una pequeña sala con una estufa de leña, y la otra era la habitación. 

Además, la renta venía con los muebles más básicos, lo suficiente como para que pudiera mudarse hoy mismo. 

Así que Amber firmó el contrato de alquiler alegremente. 



Esa noche, después de que Mona regresó del trabajo, las tres limpiaron el departamento de arriba a abajo hasta dejarlo impecable. 

Y, posteriormente, celebraron con cerveza y una deliciosa comida el buen trabajo hecho. 

Un nuevo hogar, un nuevo trabajo, la reciente amistad... Había tantas ocasiones alegres por las que sonreír.  

Mona incluso se comprometió a prestarle dinero a Amber y comprarle algunas necesidades diarias para su nuevo hogar.  Ahora que la joven no podía volver a la capital por un tiempo, era mejor si alguien más le traía cualquier cosa que llegase a necesitar de esta.

 Amber no pudo evitar tener un sentimiento cálido su pecho, deseando poder devolver toda la amabilidad que estas hermanas le habían mostrado durante estos días.

Y sonrió.


Sin embargo, mientras Amber sonreía, Maximilian estaba en medio de una terrible angustia, rogándole al cielo por qué ella estuviese a salvo. 

Preguntándose si ella sabía que aún no estaba en la academia real, si habría enviado ya una carta que pudiese ser interceptada. 

Deseando que si lo que dijo esa mujer era real, Amber escapase de la Duquesa cuanto antes.

El chico lo estuvo pensando durante toda la noche. 

Sabía que Amber aún tenía consigo la joya con el hechizo defensivo que le había regalado. 

Además, cuando la encantó, había puesto el hechizo de manera en que si este se activaba, él lo sabría de inmediato. 

Y hasta ahora Maximilian no había sentido nada.

Quizás realmente la Duquesa tan solo había estado adivinando el paradero de Amber, debido a que los padres de esta residían en la capital.

Pero aun así, el pequeño Duque no podía confiarse y poner en peligro a la persona más importante para él.

Tendría que ser precavido hasta que se asegurara de que ella estaba a salvo, y obedecer.

El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora