Capítulo 23

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La vista del Duque recorrió con fingido aburrimiento a cada una de las jóvenes criadas frente a él. 

Debía aparentar tanta tranquilidad y naturalidad frente a la jefa de sirvientas como fuera posible, pues esta era parte de la gente de la duquesa y, posiblemente, también su espía. 

Cada gesto y mirada habían sido meticulosamente planeados por adelantado. 

Sin embargo, fue una lástima que en cuanto su mirada se topó con la persona quien su corazón añoraba, no pudo controlar más su expresión. 

Siendo incapaz de ocultar el amor desbordante en sus ojos o la sonrisa tonta que se formó en sus labios. Como un auténtico hombre perdidamente enamorado, todo su rostro desbordaba dulzura. 

En ese momento, todas las demás personas presentes en la habitación parecieron desaparecer para él. 

Solo existía ella en su mirada y en su mundo, al igual que en su corazón.


Duncan estaba aturdido observando a Amber, quien mantuvo siempre el rostro bajo sin importarle la insistente mirada que pesaba sobre ella.

En cambio, el resto de las jóvenes ya estaba torciendo los ojos, intentando mirar un poco más el apuesto rostro del Duque. Hasta que se toparon con los ojos severos del mayordomo, que contenían una advertencia.

En ese momento, Albert fingió toser, en un intento de sacar al Duque de su aturdimiento. Por fortuna, nadie parecía haber notado la anormalidad de su excelencia.

Duncan se percató de que aún no había dispensado a las criadas, quienes continuaban inclinadas en reverencia luego del saludo.

"Sí... levanten"

En ese instante la jefa de criadas suspiró con alivio para sus adentros, por un momento creyó que el Duque estaba inconforme con quienes había elegido para que le sirvieran.

Todas estas chicas habían sido seleccionadas, a excepción de Amber, porque tenían prometidos y se decía entre chismes que estaban muy enamoradas de ellos.

Pronto la señora Thomas presentó una a una a las nuevas criadas por sus nombres completos, edad y el puesto que habían estado ocupando hasta hace poco, además de sus cualidades para el trabajo. 

Estás, al ser nombradas, deberían levantar el rostro para dejar que el Duque se familiarizara con ellas.

Duncan ignoró las palabras de la jefa de sirvientas, mirando ocasionalmente a la mujer en su corazón, sin hacerlo demasiado obvio esta vez.

Cuando llegó el turno de Amber los ojos del Duque brillaban expectantes. Sus latidos se aceleraron y contuvo el aliento, intentando que su expresión fuera amable y llena de encanto, preparándose para el instante en el que sus ojos se encontrarían.  

Este era el momento con el que había soñado durante tanto tiempo, por el que soportó tres largos meses. El que le dio esperanzas y lo ayudó a soportar el hecho de que no pudiera verla. 

Pero para su decepción, ella no lo miró. A pesar de que levantó el rostro, mantuvo los ojos cerrados o en el suelo en todo momento.  

¿Sus ojos no deberían haberse encontrado con los de él? ¿No debería ser amor a primera vista?

Duncan apretó los labios debido a la decepción.

-¿Por qué no me miras?- 

Tuvo que tragarse estas palabras en su estómago. 

Ella era mucho más hermosa de lo que recordaba. Su peinado había cambiado, pasando de ser una trenza cuidadosamente tejida a una coleta alta, haciéndola ver mucho más encantadora. Al notar que ella era la única que llevaba un uniforme nuevo, una inevitablemente suposición surgió en su mente, y las mejillas del Duque se sonrojaron casi imperceptiblemente*. 

Podía sentir que su corazón saltaría fuera de su pecho en cualquier momento, tan solo al mirarla.

-¡Oh! Amada mía, debes ser demasiado tímida como para mirarme, pero al ver el cuidado con el que te has vestido y peinado para nuestro primer encuentro, puedo estar seguro... tú también me tienes en su corazón-

Duncan casi no pudo contener la sonrisa en su rostro cuando llegó a esta conclusión. 

Un poco impaciente, esperó a que la jefa de sirvientas terminara. 

Y entonces el Duque hizo una señal al mayordomo para que hablara, lo cual era lo siguiente por hacer en el protocolo. 

Albert tenía órdenes por adelantado: 

Excepto por el puesto de Amber, podría asignar al azar todos los demás.  Así que eso hizo. 

Al finalizar, la señora Thomas, hizo nuevamente una reverencia hacia su excelencia y llevó a las criadas a las habitaciones interiores, para que se familiarizaran con sus respectivas tareas. Explicando sus funciones y con qué deberían de tener cuidado día a día.


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Cuando la jefa de sirvientas se retiró, las jóvenes se quedaron de pie cerca del Duque para esperar las siguientes instrucciones, en lo que este terminaba sus aperitivos.

En tiempos normales, las habría enviado lejos y solo las llamaría usando una campanilla cuando fuera necesario, pues le disgustaba especialmente sentir las miradas ardientes que las criadas solían dedicarle desde su espalda. 

Pero Duncan no podía enviar únicamente a esas dos y quedarse en la misma habitación que su amada sin levantar sospechas, no al menos sin una excusa.

Así que supuso que estaría bien dejarlas quedarse. 

Tal vez una de esas miradas ardientes sería la de su amada.

-Si eres tú, puedes mirar todo lo que quieras- Pensó con emoción.


Amber aprovechó, que ahora estaba detrás de su excelencia y que este no la molestaría con aquella mirada insistente, para observar a sus nuevas compañeras. 

La primera se llamaba Kara. Era famosa por su capacidad para hacer un buen té en la mansión, y aunque antes no había sido una criada personal, la Duquesa la llamaba de vez en cuando para que le preparara el té.  Ella estaba comprometida con un escudero de los caballeros del ducado.

La segunda era Mily, solía servir como criada de limpieza en el gran salón, pero todo el mundo sabía que lo que más le gustaba era ir al pueblo a hacer recados, todo para ir a ver a su novio, el hijo de un panadero local.

Lo más probable era que Kara también fuera una espía de la Duquesa para observar el comportamiento del resto. El Duque también debe de haber reconocido a quién su esposa solía llamar para hacerle té de vez en cuando. Y esto era justo lo que Amber quería, con Kara aquí, Duncan no se atrevería tan fácilmente a revelar defectos. 






*N/T: El Duque solía verla con el cabello tejido por el ventanal de su estudio, pero debido a que ella dejó de salir a jugar con Maximilian, y fue a trabajar a las cocinas, el duque no pudo verla durante tres meses. 

También la primera vez que iba a ser una criada del duque se le mandó a confeccionar un uniforme nuevo. A las demás aún no les entregan su nuevo uniforme, pero el de ella ya estaba preparado por esta razón.


El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora