Capítulo 14

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El Barón carraspeó un poco, como para llamar la atención de su esposa, y le indicó con la mirada que se tranquilizara y volviera a sentarse.

Y Amber se tocó la mejilla hinchada y saboreo la sangre en el interior de su boca, antes de continuar con lo que debía decir.

"Díganme, ¿Por qué no me lo dijeron, y continuaron aceptando el dinero que mes a mes les enviaba para los medicamentos de mi hermana? Y ¿Por qué continuaron enviando cartas falsas en su nombre?"

El barón sujetó la mano de su esposa, quien acaba de sentarse, y fue la baronesa quien respondió, mirándola con cierta indignación

"¿No es obvio?. Verónica te amaba tanto que no hubiese querido que te entristecieras por su muerte. Nosotros, solo intentamos cumplir con su última voluntad. Tú lo sabrías si hubieras vuelto a casa de vez en cuando en todos estos años, así al menos ella no te habría extrañado cada día desde que te fuiste"

La baronesa, con cada palabra, iba incrementando el tono de su voz, y fingiendo secarse las lágrimas con un pañuelo.

Amber estaba indignada, más que eso, estaba realmente furiosa, tanto que un hilo de sangre comenzó a correr por la comisura de sus labios, debido a que, para no perder el control, había mordido la tierna carne interna de su labio inferior.

Estaba claro, los Vilches planeaban usar a su hermana pequeña muerta hasta el final, ya sea para chantajearla por dinero o para comprar la simpatía de estos extraños.


En ese momento, aquel hombre en el segundo piso, quien más disfrutaba del espectáculo, tenía una gran sonrisa burlona mientras saboreaba el exquisito filete qué acababan de traerle.

-¡Lo sabía! Es lo de siempre, fingir ser de buen corazón, noble y dadivosa... y ser en realidad una completa basura en su interior. ¡Desenmascarada por completo!, y sin que haya tenido que hacer nada... ¡Haahh, tan placentero!-

De la emoción, incluso estaba agitando suavemente sus piernas bajo la mesa. 

El hombre peli rosado estaba de tan buen humor que planeaba comprar un postre antes de volver a casa, una vez que terminara su comida. 



Una risa triste y llena de dolor escapó por entre los labios de Amber antes de hablar, frente a la mirada perpleja de los Barones

"¿Cómo es esto posible, madre? ¿Cómo es posible que mi pequeña hermanita me haya estado extrañando por años, si ella murió poco tiempo después de que me enviaran a trabajar aquí, al ducado de Argen, para poder comprarle sus medicinas?. 

Díganme, el dinero que envíe a casa sin falta todos estos años para salvar a mi hermanita... ¿Sirvió bien para que padre lo gastase en apuestas cada vez?"

Ante tal declaración, un sonido de sorpresa seguido por un silencio absoluto reinó por todo el lugar.

*plap*

El fuerte estruendo de una bofetada, seguido por el de una silla volcándose, resonó en todo el sitio, rompiendo el silencio anterior

"¡T.. Tú.. Tú!. ¡Maldita bastarda malagradecida!, ¡¿Cómo te atreves a calumniarnos?!. ¿Es así como pagas la vida que te hemos dado, y todos esos años que te criamos?"

Amber, quien había sido arrojada al suelo por ese golpe, sujetó su rostro hinchado y miró al Barón de frente valientemente, intentando incorporarse. 

"¿Cuál vida me han dado los Barones Vilches? ¿De qué habla ahora?. Si yo sé perfectamente que no soy su hija. -Amber se levantó lentamente del suelo y miró a ambos con frialdad mientras continuaba- Y sobre criarme... eso ya lo he pagado y con creces, lo pagó la herencia que me dejaron mis verdaderos padres y que ustedes dilapidaron, y el dinero del duro trabajo que ambos me han estado estafando por cinco largos años... "

*Plap*

Antes de que pudiera continuar, una bofetada más volvió a impactar en el delicado rostro de la chica, pero esta vez en la otra mejilla, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera sobre la mesa vacía de al lado. Sin embargo, ella insistió en continuar

"Dígame, Barón. ¿Quiénes son mis verdaderos padres?"

Un ruido sordo seguido de un gemido de dolor se hizo eco en el lugar. Pues el hombre había pateado con fuerza el estómago de Amber, ante la mirada incrédula de todos los presentes. 

Y solo entonces varios de estos se adelantaron para detenerlo, alejándolo de ella, antes de que pudiera continuarla golpeando. Lo cual hizo enfurecer aún más al Barón Vilches, quien gritaba como un lunático con el rostro verde debido a la ira.

"¡Tú, perra maldita!, ¡Cómo te atreves, bastarda malagradecida!. ¡Trabajarás cuanto queramos, por nosotros!. Y pronto, te venderemos a un buen matrimonio. Porque sin nosotros te habrías muerto de hambre y frío, sola en la calle. Como la perra infeliz que eres"

Amber, apenas se pudo levantarse apoyándose en una de las sillas con dificultad, su piel estaba muy pálida y había un obvio sudor frío sobre su frente, además de tener ambas mejillas cubiertas de golpes. Pero aun así, intentó mantener un porte digno.

"Si no quieren decírmelo, está bien, puedo investigarlo por mi cuenta. Pero desde hoy, les diré, nuestros caminos estarán separados y somos irreconciliables. Yo no les debo nada y no quiero tampoco nada de ustedes"

En ese momento, la baronesa salió de detrás de su esposo y los hombres que lo sostenían, y señaló hacia la nariz de la chica

"¡Tú, chica estúpida! ¡Sin nuestro apellido tan solo eres una plebeya! Nosotros..."

"¡No me importa! -la joven interrumpió la amenaza- No quiero llevar nada de ustedes. De ahora en adelante, solo seré Amber, una plebeya huérfana"

Tras esas palabras, la joven dio media vuelta con resolución, y comenzó a caminar hacia la puerta del restaurante, mientras sostenía la parte del abdomen donde el señor Vilches la había pateado, intentando soportar el dolor.

El regreso de la extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora