La sonrisa en sus labios se transformó poco a poco en una mueca de tristeza casi imperceptible, cuando un pensamiento cruzó por su mente.
Bajo las manos que cubrían su rostro y el rubor de sus mejillas desapareció lentamente.
Y, murmurando palabras de agradecimiento para quien no estaba presente, Amber tomó aquellos pendientes, sujetándolos en su palma con cariño y puso su puño contra su pecho, apretando los ojos mientras contenía las lágrimas.
Cuando Maximilian le propuso hacerlos para ella, se negó al principio. No quería ser un incordio y distraerlo de sus estudios, pero su pequeño Duque insistió diciéndole que solo quería que dejara de sentir tanto miedo, sorprendiéndola más allá de las palabras.
Este era su secreto, al cual se había aferrado cada día desde hace mucho tiempo.
Pero su joven Duque, a pesar de la distancia, había logrado ver a través de su perfecta careta tan claramente.
Sin darse cuenta Amber había mascullado un
"¿Cómo es que...?"
"Por que te conozco mejor que nadie. Siempre intentas guardarlo todo dentro de ti, como hiciste en el Ducado. Fingirás que todo esta bien frente a las personas que te rodean, creyendo que así las estás protegiendo. Así es como eres. Actuando fuerte y queriendo enfrentarlo todo tu sola... Pero ¡No estás sola!... nunca más"
A través de su cálida voz, ella pudo detectar una sonrisa triste.
Amber no sabía como excusarse. ¿Desde cuando lo había sabido?
Había fallado al intentar ocultárselo.
Maximilian... ¿Siempre había sabido lo que le había estado pasando en el Ducado?
En el gremio, Amber había logrado engañarlos a todos con éxito.
De día verían a una joven despreocupada y alegre, que se esforzaba en ser útil y encajar; pero de noche, cuando se encontraba a solas en su habitación, sobrevendrían las pesadillas y los pensamientos llenos de desesperación.
Ella simplemente no deseaba causar demasiados problemas a quienes la habían acogido cálidamente en este gremio, por ello fingiría que no tenía miedo, que no se sentiría atrapada, que todo bien.
Intentaría salir lo menos posible por su cuenta, incluso durante los animados festivales.
Pero tener que estar encerrada por casi un año, viviendo con miedo de que el duque la encontrara, había comenzado a influir en su estado de animo.
En las noches, cuando llegaba el insomnio, con este vendría también los pensamientos intrusivos.
Y durante estos siempre se preguntaría si no sería mejor simplemente permitir que lo que fuera a pasar ocurriera, si esto podría darle al menos unos días sin vivir en el miedo constante.
A veces pensaba en la vida sencilla y libre de los demás e inevitablemente sentía celos.
Y cuando difícilmente lograba conciliar el sueño, solía despertar agitada, luego de sufrir terribles pesadillas con lo que se había convertido en uno de sus peores miedos.
En estas sus nuevos amigos del gremio habían sido heridos de gravedad intentando protegerla del Duque, y ella simplemente no podía hacer nada. En estos sueños a veces, no importaba cuanto intentara curarlos, aun así morían.
Ella sabía bien que aquél hombre no había dejado de buscarla, incluso parecía estar más desesperado cada vez.
Y aunque la gente del gremio había tenido cuidado para no dejarla saber, habían una o dos veces en las que ella había escuchado alguna conversación sin querer al respecto.
Hubo una ocasión en la que, luego de escucharlos, descubrieron que ella lo había oído todo y se negaron a decirle más.
Así que ella no tuvo de otra que acudir a quien no podía ni verla en el gremio... Owen.
Fue así como este le dijo que ahora el Duque se había conectado con la torre de magos para encontrarla, y que incluso había una cuantiosa suma para quien revelara cualquier información de su paradero, en el mercado negro.
Ahora el Duque estaba usando un apodo para buscarla.
Amber intentó deshacerse de aquellos pensamientos y miró el par de pendientes en sus manos con esperanza, y volvió a sonreír.
Luego de ponérselos, ella se paró frente al espejo y comenzó a seguir las instrucciones para usarlos por primera vez.
Cerró los ojos, y sus mejillas se volvieron a teñir de rojo cuando pensó en las palabras de activación.
"Nuestra promesa"
Cuando los abrió en el espejo estaba una hermosa chica de cabello negro como la noche y ojos azules profundos como dos zafiros.
Lo que la sorprendió al principio, hasta que se dio cuenta de que debido a su vergüenza cuando activo el hechizo había estado pensando en su pequeño Duque.
Así que terminó con el cabello y los ojos del mismo color que el suyo.
De pronto, Amber comenzó a reír sin control.
Esta situación podría estar también dentro de los planes de Maximilian, de lo contrario, ¿Por qué habría elegido aquellas palabras de activación?.
Todo era para que siempre pensara en él, cuando activara la magia y cuando se viera al espejo.
Amber pensó que mañana iría a ver a Will a su despacho para mostrarle como se vería cuando saliera de ahora en adelante y se fue a dormir.
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A la mañana siguiente, Will no parecía muy contento con los colores elegidos en aquél hechizo hasta que Owen entró a la oficina llevando unos documentos y la vio, para acto seguido hacer un comentario un poco venenoso sobre ello.
"¡Vaya! Esta persona ¿Es la hermana de Maximilian Argen?"
El rostro de Amber estaba lleno de ira luego de escuchar aquello, pero Will estalló en una gran risa y terminó riéndose tanto que sostuvo su estómago con dolor.
Amber no creía que Owen no supiera que Maximilian no tenía hermanos. No, él debió haber adivinado la situación y lo dijo apropósito para molestarla.
Y ahora Will no dejaba de reírse de la situación, así que la joven se enojó también con él y salió de la oficina
"¡¿Qué?! ¿Qué dije mal?"
Alcanzó a escuchar la voz de Owen a sus espaldas, lo que la puso más furiosa.
Amber volvió a su color de cabello y ojos habituales y se dirigió al patio trasero del gremio.
En este estaba Mike tendiendo ropa recién lavada, y en cuanto la vio supo que otra vez había peleado con Owen.
Misteriosamente el jefe siempre permitiría que ambos pelearan, y luego él mismo buscaría venganza contra Owen en nombre de Amber, ya sea haciéndolo pelar manzanas o haciendo que sirvieran tarta de manzana como postre en el almuerzo.
Mike sentía que el jefe era muy extraño, claramente la señorita Amber le gustaba, entonces ¿Por qué permitir que Owen la hiciera enojar?.
El joven se acercó a ella, y le pidió ayuda para tender la ropa recién lavada. Siempre que pudiera distraerla con algunas tareas Amber olvidaría que estaba enojada y todo estaría bien.
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El regreso de la extra
RomanceAmber Vilches, luego de recordar su vida como Han Ji-a, se da cuenta de que tan solo es una extra dentro de una novela, un personaje que únicamente sirvió para marcar de manera trágica la infancia del villano, Maximilian Arges. Un desafortunado vill...