Partida

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La presencia de Pikshbxgro, la demostración de varios hechizos y habilidades, la de varias armas de nivel alto sacadas de su inventario, y la de las hadas asistentes, acabó de convencer a un abrumado comandante de la identidad de la elfa.

Pero fue la mención del título Amiga de las Hadas lo que lo dejó sin habla, y le hizo tratarla con casi veneración. Fue una información que corrió como la pólvora entre los altos mandos, y que acabó llegando a las propias hadas.

Éstas no confirmaron tajantemente dicha información, pero tampoco la negaron, lo que acabó dándole una gran verosimilitud. No podían estar seguras de si era verdad, pero sabían que había quien cumplía esa descripción. Y que además coincidía con quien había salvado a algunos espíritus jóvenes no mucho tiempo atrás.

Así que todos querían conocer y hablar con la visitante. El único problema era encontrarla.



Goldmi había pasado la noche en el puesto avanzado, pero luego se había despedido de sus residentes, y en especial del grupo de jóvenes, uno de ellos con el corazón roto. Las indagaciones de su hermana habían concluido que había alguien más en el corazón de su salvadora, alguien a quien no había visto desde que había vuelto, pero a quien deseaba volver a encontrar.

Anlimtha se había guardado otras confidencias para sí, al igual que Goldmi se había guardado las de la joven elfa. Ambas se habían sentidos muy próximas la una con la otra, y compartido lo que sólo dos buenas amigas podían compartir.

Como el temor de Goldmi a que Elendnas no la reconociera, o que sus sentimientos no fuera recíprocos. O la inseguridad de Anlimtha ante sus sentimientos por Omny. No tardaron en apoyarse mutuamente la una a la otra.

Por ello, le había dicho a su hermano que se olvidara de su salvadora, que ésta tenía a alguien más, pero eso era todo lo que le había revelado. Sentía pena por éste, y le hubiera gustado tener a Goldmi como cuñada, pero sabía que no podía ser. Sólo esperaba poderse encontrar de nuevo. No obstante, la pena por su hermano no era muy profunda. Era la sexta vez que se enamoraba "con toda su alma" de alguien.

Y Goldmi lamentaba tener que irse tan pronto, separarse de la primera amiga que había hecho en aquel mundo, pero debía hacerse más fuerte para encontrar a Elendnas. Y aquel lugar era de un nivel demasiado bajo.

Así que decidió partir hacia una aldea que vendía pociones, con la intención de hacerse con suministros de varios niveles, pues apenas tenía alguna que no fuera de nivel 100. El resto, las había ido gastando en el juego, consumiendo todas las del nivel inferior antes de empezar con las de siguiente nivel, para así aprovecharlas. Era algo de lo que ahora se arrepentía, pues le hubieran sido muy útiles.

Regaló algunos arcos, armas y armaduras de nivel bajo, pues, aunque eran los básicos en el juego, no eran tan básicos allí.

Anlimtha estaba encantada con su nuevo equipo, la que más había obtenido por la similitud de su clase con la de su nueva amiga. Incluso las flechas eran más que bienvenidas. Por mucho que a partir de ahora trabajaría por dominar Flecha Etérea. Y no era la única que estaba encantada con los regalos.

Fue despedida por la mayoría de los residentes, habiendo prometido al comandante ir a uno de los puestos avanzados más al este, el que fuera de su nivel, promesa que éste había transmitido a sus superiores.

De hecho, de haber esperado a irse un poco más, probablemente le hubiera sido muy difícil evitar que la acompañara una escolta. Alguien capaz oponerse a los generales era demasiado valiosa.

Pero Goldmi era ajena al alboroto que había ocasionado. Ni siquiera se había planteado ocultar su condición de visitante hasta que el grupo lo había sugerido, pues ignoraba lo que su presencia representaba.

Ahora, después de su visita a aquel fuerte improvisado, era más consciente de ello. De que, para su nivel, era mucho más poderosa que los demás. De que el inventario, los asistentes, el número y nivel de hechizos, o el de sus habilidades, eran impensables para los habitantes de aquel mundo.

Sintió algo de preocupación, pero no pudo evitar una sonrisa al recordar a Gjaki y Eldi. Ellos hubieran dicho que estaba OP, o quizás over. Aunque lo estaría más si Eldi estuviera allí para fabricarle pociones o equipo, o darle bendiciones. O si Gjaki... O si Gjaki simplemente estuviera allí.



Recorrió la selva con la compañía de su hermana y un alegre espíritu, que más de una vez las hacía reír. Si bien podía atravesar los árboles, eso no significaba que no pudiera quedar atrapado al mirar en el interior de un hueco.

De vez en cuando, aparecían otros espíritus, e incluso también las acompañaban un rato. De hecho, había ahora mismo cuatro de ellos jugueteando alrededor. Pero, a pesar de acompañarlas, no podían ayudarlas contra los habitantes de la selva. Ni siquiera Pikshbxgro. Ni siquiera avisarlas.

Era cierto que el joven espíritu se hubiera sentido destrozado si algo les pasara, pero también lo era que su propia esencia le impedía intervenir entre los vivos, entre los habitantes del bosque, incluso si uno de ellos era su querida tía Omi.

No obstante, no había mucho de qué preocuparse. El nivel allí era bajo, y la elfa no descuidaba sus obligaciones, como ir explorando los alrededores con Detección de Vida. Aunque difícilmente algún animal iba a atacar a dos seres de mayor nivel.

Así que, lo que hizo acelerar a Goldmi no fue que estuvieran en peligro, sino que alguien más lo estaba.

No era fácil ver a lo lejos en la espesura de la selva, por lo que Ojo de Halcón resultaba inútil allí. Pero sí podía ver a través de alguien más rápido que ella, a través de Vínculo Visual. Y lo que vio no le hizo sino apretar los dientes y correr con todas sus fuerzas, Pies Ligeros incluidos.

No lejos de allí, una niña elfa temblaba asustada sobre la rama del árbol en la que se había refugiado. Subían por el tronco tres serpientes, mientras que otras cuatro esperaban abajo, y dos más se enfrentaban a la felina recién llegada.

No debían de estar allí, no debía existir tal peligro para la niña en esa área, pero las serpientes de nivel 28 y 29 habían llegado de una zona de mayor nivel, en busca de un lugar tranquilo para mudar su piel. Y, quizás, devorar a una tierna niña elfa.

Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora