Un enorme búfalo negruzco, cuyo pelo se había endurecido tras la corrupción, fue el primer ser perdido con el que se encontraron. Corría hacia el mismo lugar que ellas, desde otra dirección. Las flechas de la elfa lo detuvieron, atravesándole las rodillas, provocando que tropezara y cayera.
Aunque pudiera parecer extraño, no se volvió hacia ellas, sino que intentó levantarse para seguir su rumbo, pues tenía órdenes y las debía cumplir. Pero la lince no lo permitió, aprovechando que la bestia corrupta no intentaba desquitarse.
Se tiró sobre éste cuando aún intentaba levantarse, haciéndole perder el equilibrio, clavando sus poderosas garras reforzadas con Desgarrar y Toque Purificador. Apenas resistió unos instantes antes de desaparecer, totalmente indefenso al no defenderse y sólo querer avanzar.
–Hay un general– Maldoa frunció el ceño.
Tenía amplia experiencia, por lo que reconocía en aquella actitud la presencia de uno de sus enemigos. Y no fue la única que llegó a esa conclusión.
–Hay malos cerca– aseguró Pikshbxgra.
Estaba resguardada entre las ropas de Goldmi para no tener que enfrentarse al miasma. Como hada, su resistencia era mucho mayor que antes, pero aun así iba debilitándola poco a poco.
Su tía asintió, no dejando de escudriñar los alrededores. Debía intentar descubrirlos y acabar con ellos cuanto antes.
Poco a poco, el número de perdidos con los que se encontraban fue aumentando. No tardaron en encontrarse grupos de dos o de tres. Y pronto descubrieron una gran aglomeración, que parecía converger hacia una pared de roca, tras la cual ninguna de ellas podía saber que había.
Por suerte para ellas, no las atacaban. Pero eso podía cambiar en cualquier momento, algo que las pondría en grave peligro.
–Hacía allí hay a uno– señaló el hada.
La elfa escudriñó en esa dirección, mientras la lince se deshacía de un enorme gusano que estaba demasiado cerca, y Maldoa invocaba un poderoso hechizo. No estaba segura si lanzarlo, pero quería tenerlo preparado, ya que el consumo de maná no sería excesivo si simplemente lo cancelaba.
Lo que más preocupaba a la drelfa era la cantidad de maná que invertiría en él, y que tardaría mucho en recuperar. La densidad de maná era baja y se hacía más lento, pero eso sólo era una parte del problema.
Dada la enorme diferencia de nivel entre la zona y el suyo propio, se dificultaba mucho la absorción de maná después de cierta cantidad, como si un gas intentara entrar en un lugar ocupado por otro a mayor presión. Aproximadamente a la mitad de su reserva, la absorción comenzaría a ralentizarse. Podrían pasar días hasta que se recuperara por completo, y ahora mismo necesitaba todo su poder.
Goldmi tensó la cuerda en la que reposaban tres flechas y la soltó, volando los tres proyectiles a gran velocidad, habiendo sido imbuidos con Acelerar.
Frhgolor miraba a Griojcxzer de reojo, sin ocultar su desprecio. Odiaba tener que hacer de niñera, pero eran órdenes. Tenían que ir de dos en dos. De hecho, lo mismo pensaba Griojcxzer de él.
Pero ambos, como las otras dos parejas de sombras, estaban más interesados en la cueva. Llevaban años persiguiéndolos, años en los que se les habían escapado de entre sus etéreos dedos en multitud de ocasiones. Había sido una persecución frustrante, pues deseaban fervientemente hacerse con aquellos vivos, ya que representaría más que notables méritos.
Estaban convencidos de que en esta ocasión sería diferente. Aquel escondite no era como los otros. No lo habían elegido, sino que se habían visto obligados a refugiarse allí. Por ello, no habría más pasajes ocultos. No habría más escapatorias imposibles. Los tenían atrapados.
Lo que más les preocupaba era que los otros no se llevaran los reconocimientos que les pertenecían, por lo que sus tropas competían por ser las primeras en romper la barrera. Por ser las primeras en llevarse una vida. Por llevarse cuantas más vidas. Por encontrar lo que Padre deseaba. Por complacer a Padre.
Así que estaban todos demasiados ocupados en vigilar la cueva y los movimientos de sus rivales. Incluso de estorbarlos, algo que hacían con sutileza al principio, pero que ahora ya era descarado. No era raro que alguna de las criaturas bajo su mando atacara o pereciera a manos de una de la de sus rivales.
Por ello, no se dieron cuenta de que alguien más se acercaba. Ni siquiera le dieron importancia cuando unas pocas de sus criaturas desaparecieron, asumiendo que había sido cosa de alguno de sus rivales. Sólo gruñeron entre dientes. Y sólo se mostraron suspicaces cuando uno de ellos desapareció.
–¿Dónde se ha metido Frhgolor? Maldita sea, ¿qué estará tramando?– masculló Griojcxzer, ignorando completamente las flechas clavadas donde antes había estado éste. ¿Por qué preocuparse de algo que supuestamente no podía hacerles daño?
–Mmm, Frhgolor ha desaparecido. Algo tiene entre manos– murmuró Hrtafren, otra de las sombras.
–¿Y Frhgolor? Bueno, da igual, está lejos. Ya se peleará con los otros– se dijo a sí mimo Jzvyren.
Y otras dos simplemente lo ignoraron. Estaban más preocupadas de las sombras cercanas.
Cuando, poco después, la presencia de Griojcxzer también desapareció, empezaron a ponerse más nerviosas.
–O se están peleando entre ellos o se han aliado contra mí. Han ocultado su aura de alguna forma. Maldita sea. No les voy a dejar salirse con la suya– se temió Hrtafren.
–Mmmm. Mejor estoy atento. Algo están preparando– se preocupó Jzvyren
–Jzvyren está nervioso. ¿Dónde se han metido Frhgolor y Griojcxzer? Veamos qué hacen. Mejor para mí si se pelean entre ellos, sólo tendré que preocuparme del que gane– pensó Vdcailj.
–Hrtafren y Vdcailj parecen distraídos. Frhgolor y Griojcxzer se han escondido, deben de tramar algo. Quizás debería aprovechar la ocasión para tomar ventaja– planeaba Drltyof.
–¡Dos menos! ¡Tía Omi es la mejor!– se alegró Pikshbxgra –. Siento otro por allí, un poco más lejos.
Sabían que debían deshacerse de los generales cuanto antes. Sin ellos, el peligro sería mucho menor. De hecho, ya había un buen número de perdidos que estaban atados a las últimas órdenes dadas, ya fuera esperando o avanzado. Aquello facilitaba su tarea.
Maldoa no podía percibirlos con tanta claridad como el hada. Sentía la maldad, pero le era imposible discernir la dirección. Había demasiados seres corrompidos y miasma, además de que estaban lejos. No obstante, sí pudo sentir como dos presencias desaparecían.
Y mientras, cierta lince seguía aprovechando para ir rebajando los números del enemigo. Dado que no se defendían ni atacaban, podía deshacerse de uno cada pocos segundos, incluso los de nivel un poco más alto que el de ella.
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Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druida
FantasíaCuando muere de una grave enfermedad, aún recuerda a sus amigos de un MMORPG que jugó años atrás, y a un NPC que ha permanecido en su corazón desde entonces. Pero cuando vuelve a abrir los ojos, se encuentra en la solitaria plaza que había sido el i...