–Todo está preparado para sellar el túnel. Llámalos– ordenó la voz encapuchada de una mujer.
Otra de los presentes, una mujer reptiliana con varias cicatrices y piel azul claro, activó un dispositivo para enviar una señal, y se quedó esperando la respuesta, pero ésta no llegó. Volvió a intentarlo, pero tampoco esta vez hubo respuesta.
–Mierda, algo les ha pasado– maldijo ésta.
–Están muertos– confirmó la encapuchada, sujetando con la mano el collar que llevaba en el cuello. Dos de las piezas que colgaban en él se habían roto.
Todos miraron fijamente el collar, que estaba enlazado con su fuerza vital. Luego se miraron entre ellos.
–¡Sellemos el túnel, ya!– exigió otro reptiliano azulado.
–Quizás podamos vengarnos. Si vienen a por nosotros, que les caiga el túnel encima– sugirió la encapuchada.
El resto mostraron una sonrisa sombría y asintieron, totalmente de acuerdo con el plan. Poco después, reanudaron la marcha, pues ya no había nadie a quien esperar, siendo la joven dríada cargada por uno de ellos, totalmente sedada.
Goldmi había interrumpido el uso de Camuflaje para ahorrar energía, pues Detectar Vida no localizaba ninguna presencia cercana.
Mientras recorría el túnel, usaba sus recientemente adquiridas Detectar Energía y Detectar Maná, mientras que su hermana estaba atenta a cualquier sonido u olor que pudieran detectar sus agudos sentidos.
Avanzaban despacio por el túnel, procurando causar el mínimo ruido, alerta ante cualquier emboscada. Esta vez se enfrentaban a seres inteligentes, que poseían recursos y habilidades desconocidas para ellas.
–Hay algo un poco más adelante, puede que una trampa. Necesito acercarme más– informó la elfa.
–No oigo nada, no creo que estén cerca, pero ves con cuidado.
La elfa avanzó varios pasos antes de usar Detectar Vida una vez más. Sólo entonces desactivó Barrera Ciclónica, ya que interfería con Detectar Maná.
–Es una trampa de maná. No parece muy complicada de desarmar. Lo raro es que también había detectado energía. A ver...
Frunció el ceño en cuando usó Detectar Energía. Volvió entonces a usar la de maná, la de energía, y las dos a la vez. La trampa no era muy compleja, podía entenderla bastante bien, algo nuevo para ella. Era la primera vez que lo hacía conscientemente, fuera del juego. Pero eso no significaba que pudiera desarmarla.
–Sin la presión del maná, la de energía se activa. Sin la energía, se activa la de maná. Habría que desactivarlas las dos a la vez, pero... es demasiado peligroso. No sé si puedo hacerlo. Me temo que, si fallo, se caerá el techo. Puede que incluso desmontándola lo haga. Han incrustado el maná en la roca. Si desaparece, quizás se caiga– explicó Goldmi, frustrada.
–¿Y no podemos simplemente pasar sin activarla?– preguntó la felina, que podía sentir que había algo raro allí, pero no visualizar la complejidad de la trampa.
–Tiene más de veinte metros, y es muy densa en algunos sitios. Un paso en falso y nos caería toneladas de roca. Lo peor es que el maná se va disipando poco a poco. En unos minutos, se activará sola. Malditos...
–Si solo pudiéramos volar...– suspiró la lince.
La elfa miró a su hermana pensativa. No lo había probado desde hacía mucho, y ahora su poder era bastante mayor que en el pasado. Así que se acercó a ella y la abrazó.
–¿Pasa algo?– se extrañó ésta.
Pero su hermana no respondió con palabras, sino con hechos. Usó Flotar para levantarlas a las dos. Aunque la lince era pesada, con nivel 45 tenía fuerza más que suficiente para sujetarla, si ella no se oponía. Comprobó que podía levitar con las dos, aterrizando inmediatamente después. Podía levantarla, pero había un problema. El consumo de maná era muy alto llevando a la felina.
–Es peligroso. No sé si puedo aguantar hasta el final– dudó la elfa. Deseaba salvar a la joven dríada, pero temía arriesgar la vida de su hermana.
–Lo harías si fueras sola, aunque fuera peligroso. Yo también lo haría. Así que lo haremos juntas. Soy tu hermana. No puedes protegerme más que a ti misma– la reprobó la felina.
–Pero...
La arquera quiso protestar. Sin embargo, podía sentir en el tono de su hermana lo mismo que ella hubiera sentido de ser al revés, si ésta se hubiera negado a llevarla a su espalda por un peligro que ella estaba dispuesta a aceptar. Suspiró. No tenía más remedio que reconocer la determinación de su hermana.
Guardó su armadura y armas, quedándose tan sólo con un vestido ligero y joyería que reforzaba su poder mágico, intentando así disminuir el peso que debía sostener. Tras ello, se subió sobre su hermana y la abrazó con piernas y manos. Acto seguido, invocó Flotar.
Podía notar como el maná iba disminuyendo con rapidez a cada centímetro que avanzaban. Sujetaba con fuerza a su hermana, en parte para no dejarla caer, pero también para sentirla cerca. Su calidez resultaba reconfortante, le daba confianza.
Flotaba con suma cautela, con cuidado de no rozar las paredes o el suelo, pues podría entonces activarse la trampa. Deseaba poder ir más rápido, pero el hechizo no lo permitía. Quizás podría acelerar si invocaba Tramontana, Tornado o Golpe de viento, pero se temía que activarían la trampa.
Así que no le quedaba más remedio que avanzar centímetro a centímetro, metro a metro, sintiendo con angustia como la reserva de maná se vaciaba.
A través de Vínculo de Maná, la felina le transmitió parte del suyo. Lamentó en aquel instante no tener la habilidad un poco más alta, pues un poco más de maná podía ser la diferencia entre la vida y la muerte. Se prometió levearlo también. Si salían de allí con vida.
Habían recorrido la mitad del trayecto, unos diez metros, y había gastado más de la mitad del maná. Apretó los dientes y siguió adelante, Flotando a través de la trampa. Ahora ya no podían volver atrás.
Lamentó también no tener una poción de regeneración de maná de las que hacía Eldi. Eran de mayor calidad que las que había obtenido gracias a Maldoa, quizás lo suficiente para atravesar el túnel.
De todas formas, de poco servía lamentarse. Sólo podían seguir avanzando y consumiendo maná. Con tres cuartas partes del camino recorrido, apenas le quedaba un 10%. Empezaba a arrepentirse de haberlo intentado. Claro que, de no haberlo hecho, de no haber intentado todo lo posible para salvar a la dríada, quizás nunca se lo hubiera perdonado.
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Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druida
FantastikCuando muere de una grave enfermedad, aún recuerda a sus amigos de un MMORPG que jugó años atrás, y a un NPC que ha permanecido en su corazón desde entonces. Pero cuando vuelve a abrir los ojos, se encuentra en la solitaria plaza que había sido el i...