Habían llegado a mitad camino, y el viento hacía que se balancearan peligrosamente. Probablemente, la elfa podía intentar luchar contra el viento con Tramontana. Pero el gasto de maná era alto, y lo necesitaba para Flotar, o para defenderse de los halcones que se acercaban.
La azor se lanzó hacia los intrusos, que la recibieron de frente, fortaleciendo sus garras con Garras de Acero, y que fueron de nuevo esquivados en el último segundo, siendo ligeramente magullados por el aura de viento que la envolvía. Furiosos, se volvieron hacia ella, que se lanzó hacia el bosque.
Mientras, otros dos se acercaban desde el otro lado, dirigiéndose directamente hacia quienes estaban cruzando sobre las cuerdas.
Viento de Respaldo o Dispara Como Sea no eran útiles allí. Si bien le permitían atacar y no caerse, eso no significaba que la cuerda bajo sus pies no se deslizara y la pusiera en un serio aprieto.
Decidió confiar en Niebla, un hechizo que rara vez usaba, pero que en aquella situación podía ayudarlas a ganar tiempo. Es cierto que costaba bastante maná, pero también que lo recuperaba lo suficientemente rápido.
Los halcones no entendían la aparición de aquella repentina niebla, pero no tuvieron más remedio que abortar su ataque, quedándose sobrevolando el área. Tenían una habilidad pasiva que les permitía ver en la oscuridad, pero no en una densa Niebla mágica.
Mientras, la azor se había metido en el bosque, llevándose consigo a un halcón demasiado confiado en sí mismo, creyéndose capaz de seguirla. Una rama lo rozó en un ala, desestabilizándolo, permitiendo que otras chocaran contra él, hasta que perdió por completo el control de la trayectoria y se encontró con un árbol en su camino.
No murió del impacto, pero herido, aturdido y sin ser capaz de volar, acabó siendo presa de los depredadores que se escondían entre las sombras del bosque.
Los otros tres sobrevolaban los árboles, y pronto la vieron salir. Podría haberse quedado más tiempo, incluso quedarse escondida entre los árboles. Pero, de hacerlo, irían a por sus hermanas.
Así que usó su velocidad, no para ganar altura, sino para sobrevolar las copas de los árboles, esperando que sus enemigos la siguieran. Y eso hicieron, persiguiéndola a gran velocidad, confiados en atraparla esta vez.
Sin embargo, no todos los árboles eran igual de altos. La azor eligió uno cuyo extremo sobresalía del resto y estaba desprovisto de hojas, haciéndolo así más difícil de detectar.
Fijos sus ojos en su presa, uno de los halcones se dio cuenta demasiado tarde de que había algo donde justo unos instantes atrás había estado ésta. Estaba a punto de alcanzarla cuando chocó contra las ramas desnudas, sin ni siquiera imaginarse que su supuesta presa había dejado que casi la alcanzara deliberadamente. Eran más rápidos que ella, pero no tanto.
A aquella velocidad, el impacto fue terrible, rompiéndose la rama y dañando gravemente un ala, además de hacerlo girar sobre sí mismo. Para agravarlo, estaban volando a ras de las copas de los árboles, por lo que no pudo evitar chocar contra ellas.
Con las alas dañadas, muchas plumas perdidas y atrapado entre las ramas, no pudo continuar la persecución. Estaba por ver si podría volver a alzar el vuelo, aunque eso sería si no hubiera tenido la mala suerte de caer cerca del área de descanso de una serpiente venenosa, que se acercó sigilosa a su aturdida presa.
Mientras, elfa y felina avanzaban a ciegas, aunque no había mucha diferencia para ellas. Iban despacio, y era suficiente con el tacto para guiarse. Sin embargo, un desagradable efecto secundario de la Niebla era que las cuerdas se humedecían, haciéndolas más resbaladizas.
Goldmi había tenido que usar Flotar un par de veces para evitar caerse, mientras que la lince lo llevaba mejor. Podía controlar el fuego para que no quemara las cuerdas pero evaporara el agua, así que sólo tenía que pausar levemente cada vez que avanzaba. Y siempre con otras tres patas de apoyo.
A pesar del inconveniente, cuando avanzaron lo suficiente y los halcones empezaban a ver sus contornos, Goldmi volvió a invocar la Niebla.
Insatisfechas por la situación y ansiosas, las rapaces decidieron dejar de esperar. Se posaron sobre las cuerdas y empezaron a rasgarlas con sus poderosos picos, usando incluso su habilidad Quebrantar.
Tardaron apenas un minuto en romper las cuerdas en las que Goldmi se sujetaba, provocando que se desequilibrara, y sólo Flotar volvió a salvarla. El otro tramo de la cuerda no tardó en ceder, dejándola completamente sin agarre, y obligándola a avanzar a cuatro patas.
No obstante, no había acabado allí. Salieron de la Niebla justo para ver como los halcones rompían otra de las cuerdas. Rápidamente se refugiaron en la que quedaba, en sus dos tramos, pero los halcones las miraron con crueldad y fueron a por la siguiente.
–¡Súbete y ataca!– reaccionó la lince.
La elfa no tardó en usar Flotar para subirse sobre la lince, que tenía problemas para mantenerse sobre los ahora dos tramos de cuerda. Inmediatamente, empezó a disparar flechas hacia los halcones, de tres en tres.
El ataque inesperado los pilló por sorpresa, y en la peor de las situaciones. De estar volando, podrían haber aprovechado su velocidad para intentar esquivar, pero no podían despegar y acelerar tan rápido. A pesar de una diferencia de nivel de entre 3 y 5, no tenían defensas estáticas, y pronto las heridas se acumularon. Y, al intentar abrir sus alas para alzar el vuelo, se convirtieron en un blanco más vulnerable.
Se dejaron caer, esperando ganar velocidad con la caída y poder escapar. Sin embargo, uno de ellos tenía un ala atravesada, por lo que fue incapaz de remontar el vuelo, perdiéndose al fondo del acantilado. El otro sobrevivió, pero no salió indemne, así que decidió retirarse.
No obstante, los problemas no habían acabado para ellas. Los dos halcones habían roto parcialmente la cuerda, y ésta estaba cediendo por ese punto al peso de las dos hermanas. Pronto se rompería.
Por su parte, la azor era perseguida aún por dos halcones, cuya actitud era mucho más precavida que la de sus compañeros caídos. Los mantenía distraídos mientras sus hermanas trataban de cruzar, pero empezaba a estar muy preocupada. No le habían dicho nada, pero podía percibir a través de su conexión telepática que su situación no era buena.
Usó la velocidad para alzarse en el cielo, dando una vuelta sobre sí misma para caer en Picado sobre sus perseguidores. Ya sólo eran dos y, aunque de mayor nivel, no tenían su experiencia, ni tenían el poder de una Hija del Viento.
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Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druida
FantasyCuando muere de una grave enfermedad, aún recuerda a sus amigos de un MMORPG que jugó años atrás, y a un NPC que ha permanecido en su corazón desde entonces. Pero cuando vuelve a abrir los ojos, se encuentra en la solitaria plaza que había sido el i...