Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druida

Enterrada (I)

En ese momento, en lugar de disparar, la elfa había puesto sus manos sobre la pared, sintiendo a través de ella las enormes raíces que llegaban hasta el lugar, a las que llamó a través de Enredar.

Sabía que sería muy difícil que llegaran hasta sus enemigas las partes más robustas y fuertes, así que lo que pretendía era algo mucho más peligroso, un recurso desesperado para una situación de la que no veía otra escapatoria.

Cuando las cazarrecompensas escaparon de las Trampas, no siguieron avanzando hacia la elfa, sino que miraron atónitas hacia el techo, de donde tierra y roca empezaba a desprenderse, y donde podían apreciarse numerosas grietas.

El movimiento de las raíces hacia ellas estaba provocando que el terreno se moviera al mismo tiempo, arrastrando toneladas de tierra y roca. Intentaron escapar, pero toda aquella parte del túnel se estaba desmoronando sobre ellas.

Tampoco la elfa estaba en una buena situación. Aunque las raíces estaban dirigidas hacia sus enemigas, todo el terreno estaba siendo afectado, hundiéndose sobre el túnel que había aguantado durante cientos de años. Y si bien Barrera Ciclónica la protegía de los primeros desprendimientos, era imposible que lo hiciera cuando cayera todo el techo sobre ella.

Sin tiempo que perder, usó Enredar y Hogar Vegetal en la parte bloqueada del túnel, en la que también podía sentir la presencia de raíces. No se habían extendido por el vacío del túnel, pues allí no había nutrientes, pero sí por la tierra que bloqueaba la salida.

Apenas tuvo tiempo de meterse en el pequeño hueco que las raíces lograron abrir, y que la protegió del desprendimiento. La muerte de las cazarrecompensas la pudo notar por el masivo flujo de experiencia. Siendo 71 y 73, 16 y 18 niveles superiores, las habían llevado hasta el nivel 64, casi 65.

Eso hizo que la azor, que estaba siendo perseguida por un gavilán de nivel 61, el cual poseía unas plumas metálicas que podía lanzar, afiladas como cuchillas, se volviera para deshacerse de él. Éste no tuvo ninguna oportunidad ante el ataque inesperado de quien se suponía que era mucho más débil, y cuya aura se había intensificado de repente.

Pero eso no solucionaba el problema de la elfa. Aunque a salvo del desprendimiento, estaba atrapada en un pequeño refugio, rodeada de toneladas de tierra y con apenas aire.

Para empeorarlo, su hermana estaba oculta En la sombra, pero no era algo que pudiera hacer eternamente. Tarde o temprano, tendría que salir de allí, en cuando se le acabara el maná.

Rápidamente, se puso a revisar las habilidades y hechizos desbloqueados, por si alguno podía ayudarla en aquella situación.

En 56, había recuperado el hechizo Explosión de Viento, una ráfaga repentina de viento que corta a quienes estén alrededor. No muy útil para ella en el juego, lo tenía en 4.

El equivalente de luz, Explosión de Luz, fue el siguiente, que, aparte de purificar, podía deslumbrar instantáneamente a quienes la rodeaban, a diferencia de Sol, que era más lento y constante. Lo tenía en 6, pues era útil en ocasiones para cegar a enemigos y escapar unos metros, aunque tenía que ir con cuidado para no ganarse la bronca de Gjaki y Eldi. Si no fuera por la situación en la que se encontraba, se hubiera avergonzado y reído de aquellos recuerdos.

En 58 estaba Implosión, que se podría considerar la opuesta a Golpe de Viento. Comprime el aire alrededor, creando de repente un vacío que atrae a todo lo que esté cerca hacia ella. Pocos le habían encontrado algún uso que no fuera sorprender a los contrarios en los combates jugador contra jugador. Lo tenía en 2.

Camuflaje IV, en 59, le permitía ocultar su aura, algo que le hubiera venido bien unos días atrás, pero que en aquel momento no le servía para nada. Lo tenía en 5, pues su uso era bastante puntual. Sólo en unas pocas de entre las misiones de espionaje había encontrado enemigos ante los que necesitaba esconder su aura.

Préstamo de Maná, en 60, era un hechizo que le permitía pedir prestado maná a la naturaleza, pudiendo recuperar todo en apenas unos segundos. Sin embargo, ese maná debe ser devuelto, por lo que anula completamente toda la regeneración de maná hasta que así sea, y no puede usarse más de una vez al día en una misma zona. Lo tenía en 10 del juego, pues Gjaki había insistido en que podía ser decisivo en momentos puntuales, y así lo había sido más de una vez. Se podía absorber un 5% menos por cada punto de afinidad que faltara.

En 61, Sopor, un hechizo que combina naturaleza y viento para crear una atmósfera que invita al sueño.

En 62 estaba Abismo Hueco, una trampa barata y rápida. Cuando es activada, se comprime de golpe el aire y se crea un vacío, succionando a los enemigos y haciéndolos caer. No causa mucho daño, pero puede detener una carrera o simplemente distraer, y su coste es bajo. La tenía un 10, pues, colocándola alrededor, evitaba sorpresas a muy bajo coste.

Flecha Loca, en 63, no era un hechizo especialmente útil, pero sí divertido, por lo que lo tenía en 8. Consiste en disparar una flecha que, en lugar de acertar en su objetivo, lo rodea, se aleja y vuelve hacia él, una y otra vez, a menos que se decida descartarla o intentar clavarse en él. En combates uno contra uno, era útil para confundir o molestar al rival.

En 64, desbloqueó el hechizo over llamado Lluvia Caótica. Gastando todo el maná, se inunda el campo de batalla de miles de flechas mágicas, que, si bien no hacen daño, son capaces de interrumpir cualquier hechizo. Incluso a enemigos de nivel superior, les es imposible contrarrestarlo, pues el número de flechas es excesivo. No obstante, drena el maná del invocador, pudiéndolo usarlo un máximo de medio minuto antes de quedarse sin. Es posible detenerlo y conservar así el maná restante. No había tenido muchas oportunidades de usarlo, pero en las condiciones adecuadas, podía ser un arma terrible en batallas grupales, alcanzando los doscientos metros en nivel 10, sólo ciento cuarenta en 4, en el que estaba.

Pero lo cierto era que ninguno de los hechizos parecía servirle de ayuda en su difícil situación.