Vida cotidiana

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Casi no se había dado cuenta y había pasado ocho meses viviendo junto a Elendnas, en lo que parecía ser una larga luna de miel. Un sueño del que ninguno de los dos quería despertar.

Salía a menudo a pasear, a cazar las posibles amenazas contra la aldea, a veces junto al propio Elendnas, otras con Klimsal, y siempre con sus hermanas. Ésta demostró ser mucho más divertida y agradable de lo que parecía al principio. Quizás le costaba un poco abrirse a los desconocidos, pero, una vez lograbas acercarte a ella, era confiable y simpática. Y una cazadora experta.

Goldmi aprendió mucho de ella, tanto de tácticas de caza como del sentido común de aquel mundo. Había muchas cosas que desconocía de la sociedad élfica, muchas veces sorprendiendo su ignorancia a Klimsal, Elendnas o Elenksia.

Respecto al resto de la aldea, en general la habían recibido bien, aunque había un par de elfas que la trataban con cierto rechazo. Durante mucho tiempo, habían tenido a Elendnas en su punto de mira, habiendo tratado de acercarse a él infructuosamente. Así que les era difícil aceptar que, de repente, alguien hubiera venido de fuera y estuviera ya viviendo con él.

No obstante, no iba más allá de un comportamiento áspero. De hecho, la única vez que habían intentado sabotear a Goldmi, la lince había aparecido, asustándolas lo suficiente para que se lo pensaran dos veces antes de volver a intentarlo. O tres.

Por todo ello, la vida resultaba bastante apacible. Incluso había tenido tiempo de hacer unos cuantos barriles de cerveza para ciertos enanos.

Sus hermanas salían a cazar con ella, dormían a veces en la casa de Elendnas, y siempre estaban a la hora de comer. Ni una vez habían faltado. Algo a lo que la hermana del elfo también se apuntaba a menudo, y no muchas veces venía sola.

Y en cuanto a Maldoa, solía ir a visitarla y pasar unos días. Lo que más intrigaba a Goldmi era la relación de la drelfa con un elfo de pelo azulado, pero no había logrado sonsacarle nada a su amiga. Y tampoco la hermana de Elendnas había logrado conseguir información de la drelfa o del propio elfo, ya fuera directa o indirectamente, aunque no se había ni mucho menos rendido.

Lo que más le preocupaba eran las noticias del frente contra los seres corrompidos. Al parecer, los generales que se habían alejado del campo de batalla habían empezado a volver, haciéndolo de nuevo más peligroso.

Por un parte, quería ir a ayudar, pero, por la otra, no quería separarse de Elendnas. Debido a su condición, no podía ir con ella, por mucho que lo deseara. Si bien tenía el poder suficiente, no podía ejercerlo por mucho tiempo. No obstante, Maldoa le había transmitido el mensaje de los altos mandos, que preferían que, por ahora, se mantuviera alejada.

Cabe decir que también habían subido un par niveles. Si bien no cazaban mucho, la zona era nivel 68, y tanto la azor como la lince traían alguna presa de vez en cuando. Por ello, aunque lentamente, habían subido hasta el 66. Lentamente para ellas, claro.



En 65 estaba Agujero de Maná. Es una flecha fantasma que, si rompe las defensas del rival, no causa daño físico sino etéreo, provocando el drenaje del maná enemigo. En nivel 10, hace que éste pierda lo que debería recuperar, durante unos diez minutos, por lo que ejecutándolo cada cierto tiempo puede dejarlo indefenso. No obstante, las defensas del enemigo y su nivel pueden disminuir la efectividad. Lo tenía en 6, pues sólo resultaba útil contra enemigos poderosos y de mucha vitalidad, como jefes, lo cual era ocasional.

Y en 66, Escalera de Viento, un hechizo que le encantaba a Gjaki y a la lince. Consiste en crear escalones de viento en los que uno puede permanecer de pie, por lo que permite correr por el cielo si se crean uno tras otro. Siempre hay que asegurarse de deshacer el anterior, pues cada uno consume maná mientras existe. Lo tenía en 10, no tanto por su utilidad como por haber estado jugando con él a menudo, junto a sus compañeros.

Agujero de Energía es la equivalente a Agujero de Maná, pero que drena energía, Y que también tenía en 6.

Lanza Vegetal, en 66, permite crear algo parecido a lanzas con las plantas. Si bien no pueden moverse o arrancarse, pueden ser usadas como trampa o elemento disuasorio. Combinado con Niebla, había causado estragos en cierto tipo de enemigos que embestían sin control.

También había mejorado la afinidad de varios hechizos y habilidades, ya que había decidido entrenarlos, en muchas ocasiones con la ayuda de sus hermanas o sus nuevos amigos. Así, Burbujas Afiladas, Implosión, Lluvia Caótica, Vibración Sónica, Desarmar y Prisión de flechas habían llegado a 5.

Estela de Luz, Abismo de Luz, Sopor, Finta al Pie, Empuñadura, Vínculo Olfativo e Intercambiar a 6.

Toque Fulgurante, Sol, Tramontana, Abismo de Viento, Estela de viento, Niebla, Barrera Lumínica, Sobrecarga de Luz, Explosión de Viento, Camuflaje IV, Bloqueo y Retroceso, Danza Dual, Martillo y Rechinar a 7.

Golpe de viento, Acelerar, Trampa de Viento, Anillo de Luz, Explosión de Luz, Daga Sorpresa, Desenvainar, Daga Fugaz, Serenidad y Flecha Lenta a 8.

Tornado, Vacío, Trampa de Luz, Camuflaje, Camuflaje II y Vínculo Auditivo a 9.

Vínculo de Maná y Vínculo de Vida a 10.



Maldoa apareció a la hora de cenar, habiendo avisado de su llegada, así que estaba su porción preparada. Si bien no podía transmitir palabras a su amiga a través de las plantas, habían establecido un código sencillo a través de las cercanas. Y una planta enredadera de hojas rojizas había cambiado una de sus bifurcaciones de dirección, formando así la planta una "M" de Maldoa.

No dijo nada extraño mientras comían, y tampoco Elendnas vio nada raro en la drelfa. Pero tanto Goldmi como sus hermanas sabían por su actitud que había algo más en aquella visita que la de disfrutar de su compañía y una deliciosa cena.

–Ha llegado el momento. Necesitamos tu ayuda– anunció después de cenar.

Ya habían hablado de ello en el pasado. Había un plan que estaba en marcha para dar un golpe de efecto en aquella guerra. Y la colaboración de la elfa era una parte imprescindible.

Aunque no deseaba separarse de su amado, sabía que tenía ir, que no podía darles la espalda. Y ya había prometido su participación en el plan, cuyo idea general conocía.

Asintió, recibiendo el abrazo cariñoso del elfo, y un beso en la frente. Al día siguiente, partiría, presumiblemente no por mucho tiempo.

Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora