Persecución en los túneles (II)

272 54 2
                                    

–¿¡Qué es esto!? ¿¡Una puerta!? ¿Ha entrado por aquí?– preguntó la arachne, habiéndose detenido frente a la enorme puerta de metal.

La rastreadora estudió la puerta y observó con cuidado las huellas.

–La puerta se ha abierto y algo ha salido de allí, pero ella no ha entrado. Ha seguido por el túnel. Va más rápido que nosotras, la distancia ha aumentado.

–Mierda... ¡Vamos! Espero que algo la detenga.

La mujer-zarigüeya asintió y ambas reanudaron la persecución, sintiendo que su presa se les estaban escapando de entre los dedos. Pero aún conservaban la esperanza. Suponían que había encontrado el túnel por causalidad, y que quizás no tuviera salida.

Por otra parte, tampoco ellas habían tenido problemas por ser atacadas. Iban más lentas, pero todos los habitantes del túnel se habían escondido al notar su aura.



Llevaban un día corriendo por el subsuelo. Habían encontrado varias puertas, algunas cerradas y otras que habían sido inutilizadas, ya sea por el paso del tiempo o premeditadamente.

Habían bajado ligeramente la velocidad y consumido pociones para aumentar la recuperación de energía, además de que la elfa usaba en cuanto podía Vínculo de Energía para traspasarle la suya a su hermana. Con ello, habían logrado mantener un equilibrio entre la velocidad y el cansancio.

–Mmmm. Estos pastelitos de crema están deliciosos. ¡Qué tierna esta carne! Muy refrescante esta bebida.

Comían sin detenerse, y la felina aprovechaba para dar envidia a su hermana alada, que empezaba a arrepentirse de no haber entrado con ellas. Puede que tuviera claustrofobia, pero se le hacía la boca agua.

Habían atravesado más de un túnel, que habían estado separados por pares de puertas totalmente destruidas, al parecer violentamente y mucho tiempo atrás. Y éste era uno de ellos. Lo cruzaron a toda prisa, pero, de repente, una silueta salto sobre ellas.

Era una araña nivel 61, que había excavado la tierra para encontrar un lugar donde poner sus huevos, y había acabado allí. No había tela de araña, pues quizás dicha especie no era capaz de crearla, pero si de tender emboscadas y atacar por sorpresa.

Los reflejos de la felina le permitieron esquivar el ataque letal, pero eso no impidió que fuera golpeada y herida. A pesar de ello, recuperó el equilibrio y aterrizó de pie.

La elfa, que había salido disparada, usó Flotar y Viento de respaldo para recuperar el equilibrio. La velocidad la empujó contra la pared, pero pudo frenar el golpe con sus piernas, como si cayera de un salto, aunque hacia la pared vertical. Luego, usó Flotar de nuevo, y se quedó allí, enganchándose a la pared con Ventosas, mientras sacaba el arco y apuntaba a la araña.

El depredador volvió a cargar hacia la lince, cuya capacidad de reacción se había visto disminuida por el veneno paralizante que ahora corría por sus venas, y apenas pudo usar Saltar para alejarse. Luchaba por conservar la consciencia, pero un veneno 6 niveles superior era difícil de contrarrestar.

Sin embargo, la araña pronto tuvo otros problemas. Ante la situación crítica de su hermana, la elfa no dudó en invertir cuanto maná fuera necesario.

Tres flechas se clavaron en la araña, que se giró para encontrarse con tres Tornados que se dirigían hacía ella. Eran lentos y fáciles de esquivar, pero otras tres flechas se clavaron en el suelo, alrededor del arácnido, activando una Trampa de Viento. No tardó en liberarse de ella, pero inmediatamente se activó otra, y otra.

Suponía un alto gasto de maná activarlas continuamente, pero la distancia que las separaba era poca, por lo que no tardaron en llegar los Tornados, que engulleron a la araña. Aunque de baja velocidad, pueden ser mantenidos mientras quedé maná. Quizás fueran de bajo nivel con respecto a la araña, pero había tres de ellos, su daño era continuo y seguían llegando flechas.

Lo peor para la araña fue que no se dio cuenta de que su enemiga había bajado de la pared, se había acercado y añadido tres Tornados más, que drenaban el maná de la elfa, pero aumentaban el ataque por todos los flancos.

Totalmente superada, sus 6 niveles de más no fueron capaces de superar el ataque brutal de Goldmi, al que se unió un Pilar de Viento, y quien se apresuró a llegar junto a su hermana.

Allí no podía usar Antídoto, pues no había plantas en aquellos túneles oscuros, así que se apresuró en curar la herida y darle una poción contra los venenos, que no tuvo ningún efecto. No sólo era varios niveles inferior al veneno, sino que sólo era capaz de combatir el envenenamiento, no la parálisis. Y Curación Básica sólo curaba las heridas.

–Estaré bien en un rato– aseguró la lince, aunque la elfa no podía estar segura de si sería así.

Sin nada más que pudiera hacer, esperó allí, ansiosa y preocupada. Podía cogerla en brazos y avanzar, pero no sólo iría mucho más lenta, sino que las expondría a peligros en los que, quizás, no sería capaz de proteger a su hermana.

Así que, mientras esperaba a que ésta se recobrara, empezó a crear trampas alrededor a medida que iba regenerando maná.



Cuando las dos cazarrecompensas llegaron a lo que había sido la unión de dos túneles, un Abismo de Viento se activó sobre ellas.

–¿Otra vez una de éstas? Son inofensivas... ¡Aaahh!

Puede que estuvieran más de 10 niveles por encima, pero la activación de doce trampas a la vez representaba un desafía incluso para ellas. Es cierto que el poder no se sumaba, pero si el número de pequeños cortes y la fuerza del viento que debían atravesar.

Además, la arachne era especialmente vulnerable a tal número de cortes, pues tenía muchos ojos que proteger. Por si fuera poco, junto a esos doce Abismos de Viento había uno de Luz, que si bien no les hacía daño, si las cegaba y molestaba.

Al cabo de un buen rato, cuando lograron retroceder, sus cuerpos estaban llenos de cortes, aunque no era algo que una poción no pudiera curar.

–Maldita elfa– estaba furiosa la rastreadora.

Las ropas que llevaba sobre sus protecciones de cuero habían sido destrozadas, y su cabello y pelaje había sufrido bastantes daños, además de su arco, cuya cuerda se había roto.

La arachne también había sufrido cortes en algunos de sus ojos, daños que iban siendo sanados por una poción. A eso había que añadir que había perdido un buen número de las arañas que se ocultaban en su cuerpo, incapaz de protegerlas a todas.

–Esto se ha vuelto algo personal– masculló –¿Hay más trampas?

La rastreadora observó y sintió los alrededores, estupefacta ante lo que percibió.

–Sí, muchas de ellas. Está lleno de trampas.

Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora