Avanzando (II)

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La felina consiguió seguir avanzando en zigzag hasta que se encontró con dos hormigas casi a la misma altura, blandiendo sus mandíbulas hacia ella. Saltó entonces sobre la primera, envolviéndose en fuego y usando Desgarrar en uno de sus ojos.

La hormiga se revolvió, intentando golpear a su enemiga contra el techo, pero ésta salto hacia atrás, aprovechando el momento para intentar pasar por debajo. El insecto se dejó caer, intentando aplastarla, pero no fue lo suficientemente rápido, pues la lince saltó de nuevo hacia su izquierda, llegando bajo la de al lado. Y cuando ésta también intentó usar Apisonar, su presa ya había saltado sobre el cuerpo despatarrado de la anterior.

La hormiga siguiente se abalanzó hacia ella, sin esperar a que su camarada se levantara, lo cual permitió a la lince saltar al lateral, luego bajo ésta e inmediatamente bajo la siguiente.

Saltando, esquivando y atacando, consiguió avanzar sin sufrir más que unos pocos arañazos, hasta que, tras superar a una de ellas, un chorro de ácido impacto en ella. El dolor fue agudo, pero lo más grave era que el daño en su pierna trasera reducía su movilidad.

Cojeando, logró esquivar el de la otra hormiga a duras penas. Impulsándose hacia delante, forzando su pierna, logró refugiarse bajo una de ellas. Sabía que intentaría caer sobre ella, aunque también que, aunque doloroso, no moriría por el impacto. Quizás podría aprovechar para atacarla por debajo, abrir un agujero en la hormiga y esconderse dentro.

Sin embargo, de repente notó como el dolor remitía. Y, aunque no completamente curada, su pierna volvía responder suficientemente bien.

–Gracias hermana.

Vínculo de Vida había logrado curarla parcialmente, así que esquivó ambas hormigas, y los ataques de ácido de las siguientes. Éstas eran niveles 50, y las únicas que habían atacado así, por lo que era fácil suponer que era una habilidad adquirida a dicho nivel. Por eso, no la habían descubierto antes, así que la habían pillado por sorpresa.

Ahora que estaba preparada, no le fue difícil esquivar los siguientes ataques, aunque no había tantas hormigas nivel 50. Sin embargo, no tardó en llegar a una zona más ancha, donde hasta tres hormigas podían estar en paralelo, lo que le hacía más difícil esquivarlas a todas.

Por suerte, tras lograr esquivar el primer trío, pasando bajo las tres y por encima de una, las siguientes fueron más sencillas. Es cierto que el lugar aún se ensanchaba más, pudiendo haber media docena juntas, pero también que estaban distraídas por dos Tornados.

Sin entretenerse, pasó por debajo de la más cercana. Las demás se volvieron hacia ella, olvidándose por un momento de aquel hechizo que había matado ya a varias de ellas, y trataron de atacar a la intrusa.

En ese momento, varias flechas impactaron en las hormigas, todas ellas con Vacío, con la intención de distraerlas y desestabilizarlas.

La lince no dudó, introduciéndose entre la maraña de patas, chocando contra ellas si era necesario para apartarlas, moviéndose con rapidez entre las confusas hormigas. Tenían ahora que lidiar con los extraños Tornados, con la recién llegada, y con las inesperadas flechas y su fuerza de succión.

No tardó en superarlas, en llegar hasta su hermana antes de que éstas se dieran la vuelta, en llevarla sobre su lomo mientras ella la curaba.

Las hormigas dudaron si ir tras ellas, pero era más importante liberar el obstáculo que las separaba del hormiguero, obstáculo que no tardó en desaparecer. El gasto de maná era excesivo como para mantenerlo indefinidamente. Así que unas cuantas avanzaron hacia la parte de abajo, mientras que otras siguieron la pista de las que se habían escapado.



No tardaron en encontrarse con una hormiga que iba en su misma dirección. Ésta empezó a girarse hacia ellas, pero, antes de que pudiera reaccionar, la habían sobrepasado. Les lanzó ácido, que fue esquivado. Aunque, de haberlas alcanzado, Barrera Ciclónica lo hubiera bloqueado.

Avanzaron con rapidez por el túnel, encontrándose ocasionalmente hormigas, a las que simplemente sobrepasaban. Sólo se detenían de vez en cuando para que la elfa pudiera usar Detección de Vida, intentando encontrar el lugar en el que la secuestradora se estaba escondiendo, pues sospechaban que no había salido al exterior. Y aquel túnel iba subiendo, por lo que probablemente las llevaría fuera.

Sin embargo, no necesitaron del hechizo para encontrar dicho escondite. Unas cincuenta hormigas se agolpaban frente a ellas, atacando la roca. Habían estado siguiendo un rastro que las había llevado hasta allí.



La mujer ratuna había avanzado rápidamente por el túnel y refugiado en su escondite, taponándolo después. Tras ello, había dejado a la dríada sobre una plataforma de piedra y había empezado a preparar sus herramientas.

La sangre de la dríada era demasiado preciosa como para desaprovecharla, y ya le había dolido que sus compañeros le extrajeran parte.

Sacó varios recipientes, colocándolos junto a su víctima, a la que inyectó otra dosis del paralizante especialmente diseñado para ella, pues no quería que despertara. Si acababa muriendo de sobredosis, tampoco era importante, siempre y cuando consiguiera extraerla toda.

Dejó aparte las sustancias con las que quería experimentar, y sacó entonces un fino cilindro, al que conectó un tubo, que a su vez llevó hasta el recipiente más grande. Luego clavó el cilindro en el brazo de la dríada, del que poco a poco empezó a gotear la sustancia verdosa que era su sangre.

Iba a clavarle otro cuando, de repente, se oyó un fuerte golpe contra la pared, luego otro, y otro.

Es cierto que el lugar estaba bien escondido. Y que había hechizos para disimularlo. Pero las hormigas habían seguido un rastro hasta allí, y empezado a golpear todos los alrededores al perderlo. Y aquel lugar sonaba diferente.

Era imposible que seres con grandes habilidades para cavar túneles dejaran pasar esa singularidad por alto. Intentaron escarbar en esa dirección, pero los hechizos protectores lo impedían. Así que empezaron a golpear, en busca de quien las había atacado.

Pronto se fueron añadiendo más hormigas, que esperaban alrededor de las que golpeaban la pared de piedra, mientras otras de ellas seguían avanzando por el túnel, investigando más allá.

Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora