El objetivo de la operación era eliminar cuantos más generales mejor, por lo que no importaba excesivamente el nivel de la zona. Por ello, por seguridad, habían decidido empezar por el nivel 65 e ir bajando.
En total, llegaron hasta la zona de nivel 15, antes de que sus enemigos se percataran de que algo estaba sucediendo y se retiraran. O huyeran despavoridos.
En las zonas de mayor nivel, simplemente los enemigos se habían estado mirando, mientras en las zonas por las que había pasado Goldmi, no sólo se habían deshecho de los generales, sino que habían infligido un duro golpe a las fuerzas enemigas.
Ello les permitiría avanzar, recuperar algo de terreno, replantar algunas zonas, y tener asustadas durante años a las sombras, que tardarían mucho en volverse a atrever a asomarse al campo de batalla
Por su parte, Goldmi y sus hermanas había subido a nivel 67. Quizás no hubieran matado a muchos ellas mismas, pero todos sus guardaespaldas habían recibido Toque Purificador, y se habían quedado en sus respectivas zonas masacrando seres corrompidos.
Si bien es cierto que podrían haber ido con Goldmi en cada salto, cada ser que atraviesa el portal es un gasto de maná para quien lanza el hechizo, por lo que se había decidido que sólo lo cruzaran los mínimos imprescindibles. Es decir, Goldmi, sus hermanas y la drelfa que coordinaba la operación, además de cierta hada.
Sin duda, la pérdida de más de una decena de generales había sido un duro golpe para sus enemigos, pues no todas las sombras estaban igual de cualificadas, y les sería muy difícil sustituirlas. Pero la guerra no había ni mucho menos terminado.
Para avanzar, tenían que destruir parte del bosque enemigo, conseguir que las plantas volvieran a crecer, y que éstas repelieran el miasma. No podían avanzar demasiado en territorio enemigo sin estar en serio peligro, así que tenían que esperar a que la vegetación fuera ganando terreno.
Es cierto que las dríadas ayudaban a acelerarlo, pero el proceso seguía siendo lento, por mucho que la resistencia hubiera disminuido. Pasarían cientos de años antes de que pudieran reconquistar lo que se había perdido, y sabían que, en algún momento, el enemigo se reagruparía e intentaría contratacar.
Todo ello no quitaba que hubiera sido una gran victoria, una que les daba una ventaja que antes no tenían, una que les permitía avanzar.
Hubieran querido celebrar una gran fiesta en honor a la elfa y sus hermanas, pero era preferible mantener su contribución en el anonimato. Y ésta estaba más preocupada por regresar junto a Elendnas. Tanto, que ni siquiera quiso esperar a que la drelfa estuviera libre para acompañarla, aunque ésta amenazó con ir a verla pronto.
En 67, había recuperado Flecha Estremecedora, una flecha que lleva consigo el poder del viento, el cual es desencadenando en el impacto en forma de fuertes vibraciones. No produce prácticamente daño y, aunque puede confundir y crear cierto malestar en el enemigo, su efecto es más bien bajo. Sin embargo, al impactar en un arma, hace que sea muy difícil seguir manteniéndola agarrada, por lo que es muy útil para desarmar al objetivo. La tenía en 7.
La habilidad Préstamo de Energía es similar a Préstamo de Maná, obteniendo de la naturaleza energía en lugar de maná, que luego se ha de devolver.
Sus guardaespaldas lamentaron llegar tan pronto. Pocas veces habían tenido la oportunidad de comer tan bien, pues no había tantos lugares con plataformas de cocina mágicas o cocineros expertos, aunque agradecieron que les regalara algunas porciones de comida. Aunque secas y no tan deliciosas como la comida recién hecha, proporcionaban bonos, y no estaba en absoluto insulsa.
Goldmi fue corriendo hacia su hogar. Abrió la puerta aplicando un poco de maná, pues su esencia había sido imbuida en la cerradura.
–¿¡Elendnas!?– lo llamó.
Sin embargo, nadie contestó. Recorrió la casa, pero estaba vacía, no había ni rastro del elfo.
–¿Dónde habrá ido?– se preguntó.
En un primer momento, pensó en esperarlo allí, pero deseaba demasiado verlo, así que decidió dar una vuelta por la aldea. Quizás estaba con algunos amigos, o alguno de ellos sabía dónde había ido. Probablemente, su hermana sabría algo.
Salió por la puerta, dirigiéndose a la casa de Elenksia, pero ésta tampoco estaba, ni Klimsal. Suspiró. Tampoco sus hermanas lo habían encontrado por ahora.
–¡Goldmi!– la llamó alguien de repente.
La arquera se giró, para encontrarse a Elenksia corriendo hacia ella. Se alegró de verla.
–¡Elenksia! No hace falta que corras, estás sin aliento...– quiso reír, pero el rostro de la elfa indicaba que estaba preocupada por algo.
–Elendnas... Hace... dos... días... Ha desaparecido...– explicó ésta, jadeando.
–¿Cómo? ¿Dónde?– preguntó incrédula la elfa.
–No... No lo sabemos. Salió a patrullar, como siempre. Y no ha vuelto. Klimsal está en el bosque, buscando– respondió Elenksia, con lágrimas en los ojos.
Goldmi se quedó paralizada durante un rato. Temblaba. Su rostro estaba aún más pálido de lo normal. La idea de perderlo la aterraba. Estaba abrazándose con Elenksia, ambas con lágrimas en los ojos, cuando la llamada de su hermana alada la sacó de su desconcierto.
–He encontrado a Klimsal.
Se separó de la hermana de su amado y la miró, tras intentar secarse los ojos.
–Voy con Klimsal.
Elenksia asintió, con la esperanza de que aquella elfa, aquella visitante, pudiera encontrar a su hermano. Lamentó en aquel momento no poder hacer más, pero sus habilidades no estaban en rastrear o luchar. Tenía otras igual de valiosas, o puede que más, pero que eran inútiles en aquella situación.
Sólo podía esperar, lo cual se le hacía insoportable, pero no tenía otra opción.
Fue fácil encontrar a la elfa peliverde, pues tan sólo necesitaba seguir las indicaciones de la azor. Estaba en medio del bosque, inspeccionando con cuidado los alrededores, cuando se giró de golpe hacia ellas al oír un ruido.
–¡Goldmi! ¡Me has asustado!– exclamó.
–Lo siento, no pretendía... Dime, ¿has encontrado algo?
La cazadora miró seria a la recién llegada. No le costaba imaginar lo preocupada que estaba.
–Pasó por aquí, hace dos días. Todos dejamos una señal mágica para indicar que hemos inspeccionado una zona y no hacer perder el tiempo al resto. Debería haber otra un poco más adelante, pero no hay más, es la última. Hay algunas ramas rotas, y rastros de varias personas– explicó la cazadora.
La elfa frunció el ceño. Que hubiera varios rastros indicaba que algo extraño había sucedido.
La azor sobrevolaba la zona, intentando descubrir algo, mientras que la lince inspeccionaba aquellos rastros. Habían pasado un par de días y ya no estaban frescos, pero había un olor que le era familiar, y que no pertenecía al bosque.
–Vampiros– anunció, estremeciendo a su hermana.
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Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druida
FantasyCuando muere de una grave enfermedad, aún recuerda a sus amigos de un MMORPG que jugó años atrás, y a un NPC que ha permanecido en su corazón desde entonces. Pero cuando vuelve a abrir los ojos, se encuentra en la solitaria plaza que había sido el i...