Capítulo 23. Steve.

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Mantengo mi mano abierta en la espalda de Maya y con la otra acaricio su cabello. Me había despertado hacía treinta minutos, y lo único que he logrado hacer es observar hacia la ventana mientras Maya duerme profundamente, abrazada a mi cintura y con su mejilla apoyada en mi pecho. 

El cielo está azul y libre de nubes, dando la impresión de que hoy será un día hermoso después de la tormenta pasada ayer. Ver los ojos aturdidos de Maya ha sido una de las cosas que menos me ha gustado en el mundo; sentí que una parte de mí se rompió. 

Me había enterado del ataque mientras hablaba con Nat y Tony, quienes decían que debería decirle a Maya sobre su padre en vez de ocultarlo. Tuvimos una discusión que se detuvo cuando las alarmas sonaron para alertarnos sobre un ataque. Después de luchar, subí con toda la desesperación del mundo hacia el último piso para asegurarme de que ella estuviera a salvo. 

En un principio, no me molesté al ver a Bucky junto a ella, tratando de calmarla. Pero me molesté un poco al notar la forma en la que él la veía —como si sintiera algo por ella. Noté cómo le dio un paquete de galletas con chocolate ya abierto, noté cómo ella lo tomó y le dio una sonrisa suave cuando a mí solamente me fulminaba con la mirada. 

Por un momento en mi vida, me sentí de vuelta en 1945, cuando las chicas se fijaban solo en el Sargento Barnes e ignoraban por completo a su amigo flaco y débil. La única diferencia ahora es que soy alto y musculoso, pero al parecer, eso no importa tanto. 

Sé que Bucky ayudó a Maya estando en Rusia. Sé, porque él me lo dijo, que la aprecia por ser la única persona que no lo juzga. Pero la forma en la que me lo dijo... como si sintiera algo más por ella... No me gustó. Para nada. 

Bajo mi mirada hacia Maya, quien sigue durmiendo. Regreso mi atención a la ventana y observo el paisaje con atención. A los minutos, Maya se mueve y aparta su mejilla de mi pecho. Aparto mi mano de su cabello liso y bajo la mirada a sus ojos de dos colores.  

Maya frunce el ceño y ve a todos lados, como si estuviera buscando algo o alguien. 

¿Estará buscando a Bucky? 

—¿Dónde estamos? —Pregunta con voz ronca y lenta por el sueño.

—En la Torre Vengadores. Llegamos ayer en la noche —le recuerdo. Ella asiente y apoya su cabeza en la almohada—. ¿Cómo te sientes?

Se encoge de hombros y evita verme a los ojos. —He tenido días peores —dice con voz carente de cualquier emoción.

Nos quedamos en silencio por unos largos e incómodos minutos, ella viendo hacia el techo y yo viendo de la ventana a su perfil. 

—¿Qué pasa? —Le pregunto. 

—Creo que estamos yendo muy rápido, Steve. Míranos, estamos durmiendo juntos sin tener sexo, pero prácticamente estamos viviendo juntos —dice. 

Frunzo el ceño y me enfoco en ella. 

—¿Te molesta? 

—Le había prometido a mi madre que el día en el que compartiera mi cama con un hombre sería cuando me casara —dice—. También le prometí que me iba a mantener virgen hasta el matrimonio. 

Me río por lo bajo. —Comprendo. ¿Estás segura de que quieres irte? 

—Lo estuve pensando anoche. Podría irme con Nat o Wanda. De seguro Tony tiene habitaciones disponibles —dice con calma. 

—Probablemente. 

Suspira y me vuelve a ver. Pone su mano en mi brazo y aprieta ligeramente. 

Fury Avenger (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora