Capítulo 25. Naylee.

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Nunca, jamás, en mi vida había estado en una situación como esta. Nunca. Ni siquiera había tenido que pasar por esta experiencia en mis más horrendas pesadillas. No tenía que vivir bajo la vigilancia de asesinos que trabajan para el Gobierno, o tener que permitir que Bruce me sacara sangre todos los días por una semana mientras tres agentes me observaban con atención asesina.

Nunca antes en mi vida me había sentido tan humillada.

—Hija —habla mamá, sentándose a mi lado. Es la única persona a la que no podría dañar, en especial porque es mi madre y dio la orden de dejarme mover por todos lados y moverme a una habitación privada, con baño privado, en la zona de contención; incluso me trajo libros y una portátil para mantenerme al tanto de todo—, ¿cómo te sientes?

—Como un culo.

Mamá suspira. No me dice nada de mi respuesta porque de seguro comprende cómo me siento en este momento.

—Quiero hablar contigo sobre... —suspira y la veo con atención, está teniendo una lucha muy grande. Cierra sus ojos y baja la cabeza.

—¿Sobre...?

Niega con la cabeza. —Lo siento.

Su voz tiembla.

—Lamento mucho lo que te hice, Naylee. Yo... No debí haberte disparado de esa forma, no debí... —rompe en llanto.

No es que sea una persona inexpresiva o fría, solamente no logro reaccionar. Ver a mamá llorar de forma fuerte es tan raro como ver a Grant siendo serio y maduro, o ver a Bucky sin estar cerca de Nat, o que Wade no diga malas palabras. Crecí viendo a mamá como una patea traseros que no le teme a nada, la tuve en un pedestal que la mostraba como una diosa... Pensé que mamá era fuerte porque nunca lloraba, nunca demostraba tener miedo o dudas; pero me he equivocado.

Me he equivocado porque ahora veo que mamá no es la persona fuerte que creí que era. Es otro tipo de persona fuerte porque está llorando pero se las está arreglando para imponer respeto al mismo tiempo. Me pregunto cómo es que lo está haciendo, cómo es que ella puede llorar y ser fuerte al mismo tiempo.

—No puedo creer lo que hice...

—Mamá, está bien. No estoy molesta contigo —le digo rápidamente, pongo una mano sobre su espalda—, no lo estoy. Hiciste lo que tenías que hacer, está bien.

—¿Cómo es que estás tranquila con eso? —me pregunta, viéndome a los ojos—. ¿No te enfureces por lo que te hice?

Niego con la cabeza y me encojo de hombros. —Hiciste lo que tenías que hacer, mamá. Yo habría sacrificado mi vida para mantenerlos a salvo.

Mamá me ve por unos largos segundos. Seca sus mejillas y exhala con fuerza. —No comprendo cómo es que existen personas que agreden a sus hijos —susurra.

—Hay de todo en este mundo.

Asiente. —¿Sabías que tu padre cayó en coma después de la Guerra Civil? —pregunta.

Niego con la cabeza. —Creí que después de eso nació Grant y ya...

—Pues no. Steve cayó en un coma de dieciocho años —dice lentamente—. En ese tiempo, por un tiempo, salí con Pietro.

—No jodas —digo, sorprendida—. ¿En serio saliste con Pietro?

Asiente y se ríe. —Dos años y medio antes de que decidiéramos darle una pausa permanente —continúa—. Lo amo, pero como amigo.

—Vaya. Ahora comprendo porqué le gustaba tanto irnos a visitar...

—Oh, cállate, tonta —se ríe—. Nos visitaba por ti.

Fury Avenger (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora