TERCERA PARTE.

2.5K 130 63
                                    

Capítulo 33. Maya.

—¿Estás lista? —me pregunta Steve, entrando a la habitación vistiéndose con una camisa azul oscuro formal. Comienza a cerrarse los botones con tranquilidad y me ve seriamente.

Asiento y termino de ponerme las botas. Steve me ayuda a levantarme de la cama y me agarra de los brazos, pongo mis manos en su cintura y apoyo mi frente en su pecho.

—¿Cómo te sientes? —me pregunta, bajando sus manos hasta mi cintura y abrazándome.

Suspiro y niego con la cabeza. —Todavía no supero el que Pietro haya muerto —susurro. Mi voz ha estado dañada estos tres días por los gritos que dañaron mis cuerdas vocales, hasta ahora puedo hablar un poco mejor.

Steve acaricia mi espalda y besa mi cabello. —Ni yo.

Me aparto de su pecho y termino de abrochar su camisa a medio cerrar. En estos tres días, Steve se ha quedado a dormir en el mismo piso que yo, solo que él ha estado durmiendo en la sala de estar por petición mía. Aún no estoy lista para compartir cama con él.

No se hizo un funeral de Pietro. El Departamento de Investigación se ha dejado el cadáver para ver si pueden hacer algo relacionado con el GH-325; mis esperanzas no son muy altas.

—Es hora de irnos a casa —dice Steve. Asiento pero no me muevo, lo abrazo de nuevo y oculto mi cara en su cuello para tranquilizarme.

Estos días han avanzado muy lentamente. O tal vez yo sea la lenta. Sea como sea, lo único que sé es que necesito descansar, urgentemente. Tomarme un descanso extenso y no saber nada de los Vengadores ni batallas con enemigos que no son humanos. Solamente quiero ser una chica normal de diecinueve años y compartir con Steve.

Steve agarra nuestras pertenencias (que se resume a dos bolsas de viaje) y salimos del piso en el que estuvimos. Entrelazo mi brazo al de Steve y pego mi mejilla a su brazo. —¿Ya no más peleas ni muerte? —pregunto, con la esperanza de que me dé una respuesta positiva.

—No más. Ahora seremos solo tú y yo —me promete. Asiento y esperamos al ascensor.

Las puertas de titanio se abren, revelando a Nat y Bucky en el interior. —Buenos días —saluda Steve, dejándome entrar y entrando detrás mío.

—¿Cómo han estado? —nos pregunta Bucky, moviéndose para estar más cerca de Nat y darnos más espacio a nosotros.

Steve pone las bolsas en el suelo y me abraza por la cintura. Apoyo mi barbilla en su hombro. —Un poco mejor que ayer —digo en voz ronca y lastimada.

Nat me ve con desaprobación. —No puedes hablar, te dañarás más las cuerdas —me regaña.

—Se lo he dicho mil veces y me desobedece mil y una vez —se queja Steve.

Sonrío suavemente y apoyo mi mejilla en el hombro de Steve para observar a Bucky y Nat. Ambos están muy cerca el uno del otro, y aunque ambos traten de ocultarlo, puedo ver cómo los dedos de la mano derecha de Buck tocan los de la mano de Nat. Mis ojos suben a la cara de ambos, quienes están viendo a otro lado. El timbre suena en el piso cinco y Bucky se apresura a agarrar las bolsas de viaje de ellos dos.

—Nosotros vamos a comer algo antes de irnos. Nos vemos en la Torre, ¿bien? —se despide Nat rápidamente y salen casi corriendo de la caja.

Me río por lo bajo y oculto mi risa horrenda con la tela en el pecho de Steve. Sus manos se quedan quietas en mi espalda y él retrocede. —¿Qué es gracioso?

Muerdo mi labio inferior para no contarle, pero ¿qué diablos? Steve es mi novio, Bucky y Nat nuestros amigos, y él merece saberlo. De todos modos, tanto Buck como Nat son jóvenes (al menos uno de ellos lo es) y se ven lindos juntos.

Fury Avenger (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora