Capítulo 40. Lya

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Observo a Bruce Banner y a Helen Cho cuchichear entre ellos, decidiendo qué hacer. Parece que los he hecho pensar bastante en lo que les propuse, pero no me arrepiento de haberlo hecho. Necesito salvar a Wade a como dé lugar.

—Bien, Lya —dice Helen—, tu... petición nos ha conmovido mucho.

—Pero no podemos ayudarte —dice Bruce, con tristeza—. No tenemos ninguna forma de hacer que el cáncer de Wade sea destruido. En especial si ya lo tuvo antes.

Mis ojos se llenan de lágrimas.

—¿Por favor? —pido. Helen me ve con tristeza—. ¿No hay algo más?

—Linda, no podemos hacer nada. Somos doctores, no Dios —dice ella.

—Y si no es la voluntad de Dios sanarlo... —comienza Bruce.

—¡Pero lo salvaron antes! —interrumpo. En este momento no necesito una clase de fe, sé que si Dios quiere, lo hace sano, pero necesito que lo ayuden en la tierra para presionar un poco—. Lo salvaron...

—Y lo alteraron mentalmente —interrumpe Bruce—. Natalya, no podemos hacerlo. Incluso si pudiésemos, podríamos matarlo por la locura.

—¡Pero tiene que haber una opción que no hayan contemplado! —exclamo, molesta.

—No la hay, cariño. Lo sentimos —dice Helen.

Pataleo y salgo de forma impetuosa del laboratorio de los doctores. Seco de forma furiosa mis mejillas mientras camino por el pasillo hacia el ascensor.

No puedo creer que no me hayan ayudado.

Ayer me enteré de la condición de Wade, y ya me han dicho que no hay forma de salvarlo. Y no quiero que muera porque siento que es el único adulto que me ve como Lya y no como la hija de los dos mejores asesinos de S.H.I.E.L.D. o como la novia del hijo del Capitán América y Furia Vengadora.

Con Wade soy yo.

Y por eso necesito que esté vivo, porque no sabía que estaba mal hasta que él me dijo que yo debo ser yo y no lo que mis padres y la sociedad esperan que sea.

Wade es mi mayor referencia a la normalidad. Después de Grant.

Llego al edificio principal y subo a la zona de entrenamiento, donde sé que Wade ha de estar esperándome. Entro al gimnasio para verlo viendo por la ventana.

—El cielo nunca antes había sido tan azul —dice al sentir mi presencia. Me acerco y observo el cielo—. Recuerdo que antes de toda esta mierda, era un hombre feliz y con pareja. Pero el cáncer lo jodió todo. Lograron reconstruir mi atractiva cara, dejando unas cuantas cicatrices, y traté de arreglar todo, pero no pude. ¿Y sabes porqué, Pelirroja? Porque estoy jodido. Tan jodido que nadie puede curarme.

Su voz es triste y hace que un nudo se forme en mi garganta y pecho.

—Déjame ayudarte —le pido.

—Ya lo estás haciendo, Pelirroja —dice y me vuelve a ver. Unas ojeras grandes marcan sus ojos, y se ve demacrado. Muy demacrado. Mis ojos se llenan de lágrimas. ¿Cómo es que esto pasó?

—Wade... —digo y noto que sus ojos están apagados, sus labios están agrietados y no se ve para nada bien—. ¿Qué pasó?

—Verás, Pelirroja... Un doctor me dió una droga para alejar el cáncer. En realidad, esa cosa hacía que el cáncer se alimentara de la droga en vez de mí. Pero se acabó y no sé en dónde hay más, así que veinticuatro horas después, estoy casi muerto —responde.

Paso mis manos por mi pantalón, tratando de contener las lágrimas.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —le pregunto.

Fury Avenger (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora