Fury Avenger (Trilogía completa)

Capítulo 9. Grant

Antes de que mamá aceptara formar parte de SHIELD mis sábados eran dinámicos, relajados, alegres. Solía levantarme a las ocho de la mañana e ir a correr por la ciudad escuchando música, luego regresar a casa a las diez-y-siete de la mañana, ducharme y preparar el almuerzo para mamá; luego iba a la Librería de Steve, almorzaba con mamá y me quedaba con ella toda la tarde, ayudando a atender a la abundante clientela; de vez en cuando, Kate nos ayudaba. Luego, en la noche, Pietro y Wanda llegaban (en veces acompañados por Sam e Itzel) y hacían un desastre en la cocina al prepararnos la comida, Wanda y yo nos dedicábamos a pelear entre nosotros por el control del televisor, mientras que mamá y Pietro se reían de nuestra inmadurez.

Pero este sábado por la mañana (a las ocho-y-tres, para ser más exacto) lo único que hago es ver el techo de mi habitación con detenimiento. No voy a salir a correr por la ciudad -ya no estoy en medio de ella- ni ayudaré a mamá con la librería -que ahora es dirigida por Alex, una amiga de mamá y empleada-, ni veré películas malas con Wanda. Kate duerme hasta tarde los sábados, activándose hasta las once de la mañana, y por experiencia propia sé que no es recomendable levantarla a estas horas. Mamá ha de estar en la oficina desde temprano, y Pietro estará haciendo sus ejercicios con Drew en Central Park, como suelen hacer desde siempre.

Hoy no tengo entrenamiento, de hecho, el sábado es el día libre de los mentores, y entrenar con otros Agentes no me hace sentir cómodo. Podría ir a buscar a Ava para que me enseñe a pelear con sigilo, pero ha de estar relajándose. Podría ir a visitar a Sky, pero lo más seguro es que hoy vaya a desayunar con su papá. Los mellizos de Wakanda no son muy cercanos a mí (Kahina es un poco intimidante), Vincent está con lo de la misión «Cazemos a James Evans», y Lya... Bueno, he preferido mantener una distancia prudente con ella. Desde que se lastimó la cabeza, me he estado sintiendo culpable. Yo la llevé a la cafetería donde ocurrió el incidente, y por lo tanto, fue mi responsabilidad. Sé que está bien -Kate se ha hecho muy amiga de ella y de Kahina y me ha dicho que la pelirroja está muy bien- pero aún así prefiero mantener mi distancia. Además de que me dejé ver muy amable con ella, y voy a confesar que me asusté hasta el infierno al verla con dolor. 

Odié con todo mi ser no saber qué hacer para defender a Lya, por lo que decidí entrenar todo lo posible y aprender cómo controlar mis habilidades para poder defenderla... y a cualquier persona que se encuentre en peligro. 

Aparto el cobertor de una patada y me bajo de la cama. Voy a visitar al abuelo, tal vez él tenga alguna historia divertida que contarme hasta que mamá decida salir de su oficina y yo pueda compartir con ella. 

Veinte minutos después, estoy vestido, duchado y listo para ver a mi viejo favorito. Agarro las llaves de mi Harley, mi celular, billetera con algo de dinero y le dejo una nota a Kate diciéndole que estoy donde el abuelo, si mamá llega antes y la pulga ya está despierta ella le dirá a dónde ando.

Salgo del apartamento, del edificio, recorro SHIELD y salgo hacia el garage donde dejé mi moto hace unos días; me subo en ella y emprendo mi camino a Brooklyn.

Me he ido acostumbrando al ritmo acelerado de SHIELD, mamá se ha adoptado muchísimo mejor que yo en ese lugar, tal vez sea porque ahí fue donde maduró hasta ser la mujer que es hoy. Por mi parte, yo he tenido que entrenar con Ava, quien en serio es bastante buena en lo que hace.

Aún así, confieso que extraño mi antigua vida. No tenía que sufrir por entrenar, ni ver a mamá estresada.

Llego al edificio donde fui criado toda mi vida.

—¡Grant, hola! Hace un buen tiempo que no te veo —me saluda la señora Castro, una vecina bastante entrometida—. ¿Dónde has estado viviendo?

—Hola, Sra. Castro. Ahora vivo en el norte —le digo vagamente.

—¿En qué lugar?

—Residencial privada. Mamá la heredó —me río por lo bajo ante mis últimas palabras. Sí que lo heredó.