III Parte. Guerra del Infinito

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Capítulo 20. Brynjar.

—Bienvenido a casa, Hijo —dice Padre cuando me ve entrar a su biblioteca personal. Le doy una sonrisa un poco tensa y me inclino en saludo.

—Padre.

Padre se pone de pie y deja el libro sobre la mesa principal.

—Me he enterado por Heimdall que necesitas hablar conmigo sobre Midgard —habla, yendo directo al grano.

—Lo hago —comento.

Padre arquea una ceja y espera pacientemente.

Necesito concentrarme en lo que tengo que hacer.

—Maya necesita apoyo extra para lo que se viene con Thanos. No sé si tendremos más apoyo además de los Guardianes de la Galaxia, pero sea como sea, necesitamos ayuda de tus Guerreros —logro decir.

Padre asiente. —Por supuesto. Partiremos pronto a Midgard, pero no hoy.

—Se necesita de forma urgente, Padre —recuerdo.

—Lo sé. Y yo necesito de forma urgente que estés aquí por al menos una hora —dice con firmeza. Cierro mis manos en puños e inhalo profundamente—, eres el Príncipe y te comportas más como un turista.

—Lo siento, Padre...

—No digas que lo sientes, porque ambos sabemos que no lo haces —interrumpe—. Siento que no formas parte de Asgard, y este es tu hogar.

—Hay un dicho midgardiano que dice que el hogar es donde está el corazón —digo.

—Supongo que tu corazón está con Naylee —señala.

—Mi corazón no está aquí, Padre. Ambos lo sabemos muy bien.

Baja la mirada al suelo y se cruza de brazos.

—¿Esto es por tu madre, Hijo? ¿Estás alejado de tu tierra por la ausencia de Jane? —pregunta con tristeza.

—Me conoces, ya sabes mi respuesta.

—No puedes alejarte, Brynjar —dice—, ¿qué ejemplo estás dándole al pueblo con tu desinterés en ellos? No te tomarán en serio cuando te toque ser el Rey.

Niego con la cabeza. —No voy a ser Rey de Asgard, Padre.

—¿Por qué lo dices? Algún día falleceré como lo hizo mi padre, es el ciclo de vida, Brynjar —dice suavemente.

—Aún así, no seré el Rey —insisto.

Tensa su mandíbula y frunce el ceño. —Eres el heredero al trono.

—Puedes darle el trono a Sif o a alguien más.

—Brynjar.

—Padre —interrumpo—, no quiero ser el Rey de Asgard. Quiero quedarme en Midgard, siendo un hombre normal...

—Aquí puedes ser un hombre normal.

—No. Siempre que estoy aquí, todos se inclinan ante mí como si fuera un dios —digo, irritado.

—Lo eres. Eres un dios...

Niego con fuerza. —Somos humanos, Padre. No porque tengamos poderes sobrenaturales somos inmortales. Ambos sangramos, y podemos morir —señalo.

—Siempre quisiste ser Rey —dice Padre, confusión en su voz.

—Eso era cuando tenía a una madre que defender. Ahora... —suspiro y paso mi mano derecha por mi cabello—, lo único que quiero es ser normal, sin que hayan personas que corran a atender mis caprichos, o tener que pelear contra seres horrendos en zonas olvidadas de todo. Tengo veintiún años y no sé qué es tener un buen recuerdo de este lugar, pero sí que tengo recuerdos buenos de Midgard. Quiero quedarme ahí.

Fury Avenger (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora