Capítulo 18. Grant

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Loki es, por decirlo de una forma amable, un maldito bastardo.

Después de haber obligado a Maggie retirarse, se negó a ayudarnos con la situación de Johann y Hydra. Luego se burló de papá. Insinuó que mamá no sabía nada. Se burló de mí. Ofendió a Thor. ¡Y tuvo el descaro de decir que Maggie le resultaba familiar!

De no haber sido porque mamá necesita la ayuda de ese imbécil, ya le hubiese partido esa fea nariz.

Después de nuestra reunión con Loki, quien al final aceptó unirse a nosotros con una serie de condiciones que no pude escuchar porque mamá me sacó de la Sala, me puse a buscar a Maggie por todos lados. Y no la encontré.

Y hoy, a la mañana siguiente, tengo la mente en ella y en la sensación de que algo malo está pasando mientras papá me asesta un golpe en el brazo.

—¡Pon atención, Grant! —me ordena papá.

Sacudo la cabeza y lucho por concentrarme, pero el no ver a Maggie me está poniendo inquieto.

—Ya, ya —digo.

Papá suspira por lo bajo y baja los brazos. —¿Qué te tiene tan distraído? Ya te he dado todos los golpes que te merecías por decir malas palabras, ya no es divertido golpearte sin motivo —dice, tratando de bromear.

—Perdón. Estoy distraído —digo.

Papá pone los ojos en blanco. —No me digas. Gracias por resolver el misterio, Sherlock —ironiza.

—Es solo que... ¿Nunca te llegaste a obsesionar con saber cómo está mamá? —le pregunto.

Frunce el ceño ligeramente y lo piensa. —Hubo una época, sí —dice. Me da la espalda y se sienta en una de las bancas que se usan para que los Agentes vean los entrenamientos, palmea el espacio a su lado y lo obedezco—. Pensaba en cómo estaba tu mamá todo el tiempo, incluso yo me asustaba por mi necedad.

—¿Qué hiciste para superarlo? —le pregunto.

Papá suelta una risa baja. —Nunca lo hice. Solo aprendí a vivir sabiendo que en veces podré defender a tu madre, y que en otras ella tiene que levantarse sola. Además, tu mamá es muy independiente, me pateó el trasero unas cuantas veces antes de casarnos —confiesa.

—¿Cómo aprendiste a dejarla pelear sola?

Sueno como un niño de cinco años.

—Por la fuerza. Y los dieciocho años que estuve ausente fueron lo que más influenciaron. Escuchaba a tu madre hablarme, incluso yo estando discutiendo con Tony por molestar a Bruce en el helicarrier, o cuando peleé contra el Soldado del Invierno. La escuchaba y sabía que estaba bien, que aprendió a ser fuerte, uhm, más fuerte de lo normal. Ahora sé que puedo dejarla sola y que ella se va a encargar de patear traseros —se quita la tira de boxeo de la mano derecha y sonríe.

Me quedo en silencio y lo veo quitarse la tira, esperando que me dé otra recomendación para dejar de pensar en el bienestar de Maggie, aunque se me hace imposible. Le había dicho que la amo y ella quedó muy conmocionada, me preocupa.

—¿Problemas con Lya? —pregunta después de liberar su mano izquierda.

—No. Es solo que tengo la necesidad de protegerla y estar con ella todo el tiempo —confieso.

—Ten cuidado con eso. Esa chica es fuerte. Es una Romanoff.

—Pero necesito protegerla —le digo, negándome a rendirme con mi punto. 

Papá suspira y me ve con paciencia. —A las mujeres les gusta ser protegidas pero que las dejen pelear sus batallas de vez en cuando, hijo.

—¿Cómo voy a saber cuando ella quiera pelear las suyas? —le pregunto.

Fury Avenger (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora