Capítulo 23. Brynjar

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—Puedo salir por la ventana, amor —digo, tratando de evitar salir de la habitación de Naylee. Sé que sus padres están en el piso, los he escuchado hablando en la sala de estar hace unos diez minutos.

Naylee pone los ojos en blanco y me hala hacia la puerta. Como no puedo negarme a ella así de fácil, dejo que me mueva dos pasos antes de detenerme con firmeza. —No seas patético, Brynjar. De seguro ya no están, están más enfocados en lo de las Gemas que en nosotros.

Niego con la cabeza. —No comprendes, linda, no está bien visto que salga de tu habitación.

—No estás desnudo, no estoy desnuda. Sigo virgen, vamos, tengo hambre y quiero comer algo antes de ponerme en modo Hulk —se queja.

Suspiro y niego de nuevo. —No, Naylee. Mejor salgo por la ventana.

Suelta mis manos y lleva sus manos a sus caderas. —¡Si sales por esa maldita ventana, será la última maldita vez que vas a estar en mi habitación, ¿entendiste, Principito?! —dice. Asiento y extiende su mano—. Ahora, sé un buen lo-que-sea y vamos a desayunar.

Agarro su mano y le doy un beso suave en los labios. Sonríe y nos guía hacia la puerta, pero se detiene, se gira hacia mí y me da un beso.

—Para estar a mano —dice y abre la puerta.

Me río. —Eres única, amor.

—Lo sé. Tan única que tengo un vínculo con un extraterrestre sexy, y mi posible novio es el Príncipe del Trueno.

Llegamos a la sala de estar. Nos detenemos en seco.

—Y no olvides que eres la hija menor del Capitán América —habla Steve Rogers, luciendo mortalmente serio en medio de la sala, frente a nosotros. 

Doy un paso al frente para defender a Naylee, pero ella habla.

—¿No deberían estar en la oficina? —pregunta.

—¿No deberían no haber hombres saliendo de tu habitación? —pregunta Steve de vuelta.

—Sir Steve, yo...

El hombre levanta una mano para hacerme callar. Cierro mi boca y veo a Naylee, extrañamente, se ve nerviosa.

Abro de nuevo la boca.

—Sir Steve —inicio de nuevo. Sus ojos azules me fulminan—, comprendo que esto no se ve bien ante tus ojos, y lo lamento. Te juro que nada pasó ahí dentro, solamente hablamos sobre Gail y recuerdos que ambos tenemos de ella para honrarla.

Steve vea su hija y luego a mí. Luego baja la mirada a nuestras manos entrelazadas.

—Steve, cariño, Rocket dijo que... Oh —se interrumpe Maya—. Buenos días, Brynjar.

Pasa a mi lado y se pone al lado de su esposo, lo ve con diversión.

—Lady Maya —saludo.

Maya sacude su mano. —Deja de llamarme Lady, que no soy una señorita —dice y señala a Naylee. Le da un golpe suave a su esposo—; y deja de verlo como si no fueras el que más quería que esto pasara.

Steve suspira y ve a su esposa. —Acabas de matar mi interpretación de padre protector.

—¿Están jodiendo, no? —pregunta Naylee.

Maya la señala de nuevo.

—Uno: no. Dos: tu padre es el fanático más grande de Nayjar. Y tres: les dejamos desayuno en el horno. Traten de no fornicar en los muebles —dice Maya, halando a su esposo hacia la puerta.

—¡No forniquen! —ordena Steve.

Naylee se ríe y suelta mi mano para caminar tranquilamente hacia la cocina. Hago mi mejor esfuerzo para comprender lo que acaba de pasar.

Fury Avenger (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora