Capítulo 31. Steve.

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Escuchar a Maya después de todos estos días fue lo mejor que me pudo llegar a pasar..., y a la vez lo peor que alguna vez pasé.

Llamé a Bucky con la intención de hacerle saber lo sucedido con Peggy y las cartas, y justo cuando estaba a punto de decirle a mi mejor amigo que amo a Maya, ella me habló. Hablé con ella por unos tres minutos, y fueron los mejores y peores minutos de mi vida.

¿Cómo pude ser tan imbécil como para ocultarle la verdad? ¿Cuántas veces mamá me dijo que las mujeres valoran más la confianza que el físico? ¿Por qué le oculté la verdad a Maya? Respuesta: me daba miedo que Nick se molestara conmigo y ella se molestara con su padre por estar molesto conmigo. Resultado: Maya nos odia a ambos.

No comprendo cómo es que he salvado miles de vidas y no puedo mantener a la mujer que amo cerca mío y contenta. Es algo tan irónico que me dan ganas de reír mientras me apuñalo en el pecho con una daga en llamas.

Mi decisión de mantener a Maya en la oscuridad está haciendo que el grupo esté colgando de un hilo. Estaba tan distraído en una misión que por mi culpa uno de los que teníamos que atrapar le disparó a Nat, fue un disparo superficial, y apenas le hizo un corte en el brazo, pero me sentí mal y culpable; porque yo estaba mal, y soy el culpable.

Me sorprendí bastante cuando hoy me habló del nuevo maquillaje que se comprará. 

—¿Steve? —me llama Bruce, entrando cuidadosamente al gimnasio. Golpeo el saco varias veces en una seguidilla.

—¿Sí? —respondo.

Escucho los pasos del doctor acercándose. El sudor baja por mi frente, la camisa blanca está pegada en mí y respiro trabajosamente. —Creo que es hora de que te detengas, te des una ducha y subas a la sala de reuniones.

Frunzo el ceño y me giro hacia él. —¿Por qué? ¿Qué hay?

—Ubicamos a Ultrón —me dice y se retira.

—Aguarda, ¿qué?

Pero ya se había ido.

Salgo del gimnasio y subo hacia mi habitación. Ultrón ya ha sido encontrado por el equipo, y probablemente esté planeando hacer algo horrendamente grande. Me pregunto en dónde está Maya, ¿estará bien? ¿Estará segura junto a Bucky? ¿Me llegará a perdonar alguna vez antes de el próximo año?

Me doy una ducha rápida en cuanto entro al baño de mi piso y la inquietud crece cada vez más y más en mi interior. ¿Qué pasa si Maya está donde Ultrón está?

—Steve, ¿podrías apresurarte? Necesitamos avanzar —me urge la voz de Nat fuera del baño. Gracias a Dios había cerrado la puerta con seguro, ya que la escuché girar el pomo.

—¡Hey! ¡Dame un momento y ni intentes en entrar, Natasha! —le grito de vuelta.

—¡Está bien! —una pausa y luego un—: ¡Solo saca rápido tu musculoso trasero de esa ducha!

Me río por lo bajo y niego con la cabeza mientras el agua me quita el jabón. Antes solía dejar la puerta del baño abierta mientras me duchaba, abierta en el sentido en que dejaba la puerta literalmente abierta, pero cerraba la puerta de la habitación; también solía vestirme en la habitación cerrada, pero dejé de hacerlo por una broma que Maya me hizo en Brooklyn.

Un día decidí ir a entrenar un poco al gimnasio local, dejando a Maya en casa leyendo o haciendo lo que quisiera (de seguro se quedó viendo esa serie de científicos divertidos que aman a los héroes) mientras yo me encargaba de sudar y tratar de mantener la mente alejada del problema de Nick. Cuando regresé a casa, había saludado a Maya con un beso en la mejilla y me fui a duchar para estar más presentable y menos oloroso para ella; cuando estaba lavando mi cabello con el shampoo, escuché la cadena del baño siendo jalada y el agua comenzó a quemarme. No es que me haya molestado la broma de Maya, sino que me di un buen susto. Maya me había dicho «Llevo horas llamándote, Steven. El almuerzo ya está listo» entre risas. Desde ese día había decidido tomar medidas a la hora de bañarme.

Fury Avenger (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora